Madrid y el reto de la renovaci¨®n democr¨¢tica
La crisis que afecta actualmente al PSOE en Madrid ha sido responsabilidad de los dos miserables tr¨¢nsfugas implicados. Sin embargo, el sistema de elecci¨®n de candidatos utilizado deber¨ªa ser revisado en profundidad. No se puede evitar que ciertos individuos sin escr¨²pulos contin¨²en abusando de los partidos y sistemas pol¨ªticos, pero s¨ª es posible establecer sistemas que no s¨®lo reducir¨ªan las posibilidades de que eso ocurra, sino que tambi¨¦n mejorar¨ªan la democracia y aumentar¨ªan la participaci¨®n de los miembros del PSOE, que, en su inmensa mayor¨ªa, son honrados.
Es hora de que el PSOE revise el m¨¦todo a trav¨¦s del cual sus miembros participan en la elecci¨®n de candidatos y en la toma de decisiones del partido. Esto no s¨®lo es deseable para lograr una mayor democracia dentro de esta formaci¨®n, sino que se ha convertido en una necesidad electoral. Seg¨²n las encuestas de opini¨®n, la mejor baza del PSOE es que la gran mayor¨ªa de los ciudadanos comparte los ideales y valores del partido. El problema es que muchos votantes no conf¨ªan en el propio partido.
Los propios militantes del PSOE deber¨ªan elegir a los candidatos para la lista del partido
La desconfianza se debe, en parte, a la percepci¨®n de que en ¨¦l hay puertas cerradas, acuerdos secretos, pactos ocultos y un laberinto de comisiones que se re¨²nen en salas llenas de humo para presentar sus candidatos y su pol¨ªtica de una manera muy parecida a un c¨®nclave eligiendo a un nuevo Papa. El PSOE puede hacer que esta crisis se convierta en una oportunidad. Puede anular esa percepci¨®n y ganarse la confianza de la opini¨®n p¨²blica si se abre m¨¢s a sus miembros y al mundo exterior. Puede ense?ar al PP c¨®mo debe dirigirse un partido democr¨¢tico y moderno. Con una mayor transparencia se disipar¨¢n los temores de que el PSOE oculta algo o de que dentro del partido existen otros factores que no se muestran a la opini¨®n p¨²blica.
Son los propios militantes del PSOE quienes deber¨ªan elegir a los candidatos para la lista del partido. Deber¨ªa permitirse que cada miembro votara en un proceso de selecci¨®n para decidir qui¨¦nes ser¨¢n los candidatos del partido y as¨ª se aplicar¨ªan los principios democr¨¢ticos a la estructura interna del grupo. La regla general deber¨ªa ser el principio de participaci¨®n empleado para elegir los candidatos del PSOE en 1998. Esto crear¨ªa una relaci¨®n entre los candidatos y los miembros del partido, relaci¨®n que, con el actual sistema, es pr¨¢cticamente inexistente. Claro est¨¢, a ello se opondr¨ªan las camarillas y facciones que se aprovechan del secretismo actual para pactar y elaborar listas de candidatos de acuerdo con unas cuotas negociadas con anterioridad. Ninguno de estos fen¨®menos existir¨ªa en un proceso abierto que incluyera a todos los afiliados al partido.
El sistema de elecci¨®n abierta beneficia enormemente a quienes son elegidos candidatos, as¨ª como a los miembros del partido y a la cultura de la democracia. En primer lugar, los candidatos seleccionados tienen la seguridad de saber que son candidatos del PSOE porque han sido elegidos en un proceso abierto en el que han participado todos los miembros del partido. No est¨¢n en la lista porque una facci¨®n minoritaria haya ejercido presi¨®n o porque se hayan realizado pactos a medianoche. Esto tambi¨¦n ofrece al electorado la seguridad de que los candidatos han sido examinados en profundidad por los miembros del PSOE. La mayor¨ªa de la gente descubre con bastante facilidad a las manzanas podridas, especialmente si esa manzana podrida les est¨¢ pidiendo el voto.
En segundo lugar, un partido pol¨ªtico pertenece a sus afiliados. Son ellos quienes pagan las cuotas, hacen las campa?as y quienes, en todos los sentidos, son los due?os del partido. Entonces, ?qu¨¦ problema hay en dejar que los miembros opinen m¨¢s sobre la forma de dirigir el partido y en decidir qui¨¦nes deben ser los candidatos?
En este aspecto, la experiencia del Partido Laborista brit¨¢nico ha sido beneficiosa. A finales de los a?os ochenta y principios de los noventa, el partido llev¨® a cabo una serie de reformas, siendo la m¨¢s importante la iniciativa de delegar en los miembros la toma de decisiones, bas¨¢ndose en el lema "un miembro, un voto". Estas reformas modernizadoras transformaron la cultura del partido. Igualmente importante fue la transformaci¨®n de la imagen del partido. La percepci¨®n p¨²blica de los laboristas hab¨ªa sido la de una formaci¨®n dominada por facciones y grupos poderosos, pero cambi¨® para ser la de un partido moderno que tomaba las decisiones de forma p¨²blica a trav¨¦s de un proceso democr¨¢tico en el que todos los miembros votaban. La opini¨®n p¨²blica comenz¨® a creer de nuevo en el partido.
Cada candidato laborista ha de ser seleccionado en un proceso en el que participan todos los miembros del distrito al que el aspirante a candidato quiere representar. Esta norma se aplica a todos, desde Tony Blair a los concejales de las ciudades m¨¢s peque?as. Son los miembros del partido los que deciden qui¨¦nes ser¨¢n los candidatos del Partido Laborista: pueden votar en una reuni¨®n, por correo o -usando tecnolog¨ªa segura- por tel¨¦fono o Internet. Como miembro del Partido Laborista puedo votar directamente a aquellos que ser¨¢n los candidatos al Ayuntamiento, al Parlamento e, incluso, al l¨ªder del partido. Si fuera miembro del PSOE, no podr¨ªa hacerlo.
Los laboristas tambi¨¦n han intentado implicar a sus miembros en la elaboraci¨®n de la pol¨ªtica del partido. Los cuadros del partido redactan los borradores de los documentos pol¨ªticos, que son enviados a todas las delegaciones del pa¨ªs, y cada militante puede a?adir comentarios y sugerencias. Por supuesto, no todos los miembros comentan todos los puntos, pero, por ejemplo, los m¨¦dicos, enfermeras y trabajadores del sector sanitario hicieron aportaciones interesantes sobre la pol¨ªtica de este sector que fueron incluidas en el programa electoral del Partido Laborista en 2001.
La estructura interna del Partido Laborista dista mucho de ser perfecta y todav¨ªa queda mucho trabajo por hacer. Renovarse y modernizarse es un proceso continuo. Sin embargo, los recientes cambios han ayudado a modificar la cultura del partido y a hacer m¨¢s accesible la toma de decisiones. No estoy diciendo que el Nuevo Laborismo debe ser un ejemplo para el PSOE. Cada pa¨ªs tiene sus propias tradiciones y cultura pol¨ªtica. Lo que intento decir es que ning¨²n partido pol¨ªtico de izquierdas deber¨ªa temer enfrentarse al reto de la renovaci¨®n democr¨¢tica, y menos a¨²n el PSOE, cuya tradici¨®n no tiene parang¨®n en Europa en lo que se refiere a la lucha por la democracia y la libertad.
Las propuestas de Zapatero para regenerar la democracia a nivel nacional deber¨ªan ser aplaudidas. Ning¨²n pa¨ªs del mundo tiene un sistema democr¨¢tico perfecto y la izquierda democr¨¢tica siempre deber¨ªa figurar entre aquellos que proponen nuevas y mejores formas de reflejar y representar la sociedad. Despu¨¦s de todo, ha sido la presi¨®n ejercida por la izquierda la que produjo la revoluci¨®n democr¨¢tica en los siglos XIX y XX. Y ning¨²n partido socialdem¨®crata del siglo XXI deber¨ªa tener miedo a dar plena voz a sus propios militantes.
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