Encantados
Igual que hay hoteles con encanto hay festivales de jazz encantadores. El de San Sebasti¨¢n es uno de ellos, sobre todo cuando el tiempo se comporta tan modoso como en la jornada inaugural, gratuita y compuesta por ocho conciertos sobre tres escenarios distintos.
El centro Kursaal se antojaba un gigantesco im¨¢n que atra¨ªa a gentes de toda edad y gusto musical (la organizaci¨®n estim¨® una asistencia itinerante pr¨®xima a las 10.000 personas). Los maduros eligieron la tarde-noche, mientras los m¨¢s j¨®venes prefirieron esperar a la madrugada. Por riguroso orden de aparici¨®n, NoJazz, grupo franc¨¦s de vocaci¨®n multidisciplinar y aspecto algo pandillero, ofreci¨®, en efecto, una m¨²sica alejada del jazz.
Toc¨® despu¨¦s el turno a una plausible iniciativa de Santiago Auser¨®n con algunos de los mejores jazzistas espa?oles (Chano Dom¨ªnguez, Jorge Pardo y Javier Colina, entre ellos), pero la curiosidad se fue desinflando poco a poco, sobre todo por la irregularidad del creador de Radio Futura. Auser¨®n pareci¨® dudar sobre qu¨¦ color dram¨¢tico aplicar a cada pieza y, para salir airoso, recurri¨® m¨¢s de lo deseable a la afectaci¨®n, a veces acanallando las palabras y en ocasiones acudiendo a maneras de crooner pulcro. Otra novedad, la cantante Malia (nacida en Malawi) tampoco consigui¨® desatar pasiones. A pesar de que en el v¨ªdeo promocional de su canci¨®n Purple
shoes, en el que aparece caminando desnuda con unos parches negros ocultando las zonas estrat¨¦gicas de su cuerpo, ha despertado cierto revuelo, su neosoul tuvo poco de incitador, quiz¨¢ porque su f¨®rmula se parece demasiado a la que utiliza el grueso de esta disciplina en fase de raudo crecimiento.
La mayor¨ªa de saxos tenores sigue levantando la vista al cielo para pedir consejo a John Coltrane, pero el estilo de Bennie Wallace, el siguiente artista del programa, se remonta a los tiempos de los cl¨¢sicos del instrumento. Sonoridad plena y fraseo voluptuoso fueron las constantes en un m¨²sico al que pareci¨® quemarle el tenor en las manos como si acabase de salir de una fragua antigua.
De nuevo al aire libre, el fuego se aviv¨® a¨²n m¨¢s con Ang¨¦lique Kidjo, un torbellino de mujer que se meti¨® en el bolsillo al p¨²blico con una colecci¨®n de canciones sencillas pero movidas por nervios africanos de alto voltaje. Tambi¨¦n de cables rollizos se vali¨® el espectacular pinchadiscos DJ Spooky para mantener la atenci¨®n en solitario, ya en horas de madrugada, de la joven audiencia que le esperaba sobre la arena de la playa de Zurriola. El neoyorquino escribi¨® sobre la marcha un verdadero concierto para giradiscos y samplers, repleto de sentido de la estructura y de la innovaci¨®n. Fue lo mejor de una jornada larga pero gozosa y, por supuesto, encantadora.
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