La ilegalidad de las ideas
En La Cr¨®nica del mi¨¦rcoles 23 de julio Jacinto Ant¨®n alud¨ªa al hecho de que la reciente actuaci¨®n de los Mossos d'Esquadra (incautando 10.000 libros "nazis" de la librer¨ªa Kalki de Barcelona y de las Ediciones Nueva Rep¨²blica) hab¨ªa manifestado tal exceso de celo que incluy¨® obras del c¨¦lebre escritor Ernst J¨¹nger. En realidad, las obras "nazis", al parecer, inclu¨ªan tambi¨¦n libros del falangista Jos¨¦ Luis Arrese o de uno de los introductores del fascismo en Espa?a, Ramiro Ledesma Ramos. En fin, un melting-pot ultraderechista.
Pero al margen de estas precisiones, el episodio policial vuelve a poner en primer plano una cuesti¨®n dif¨ªcil de acotar: ?cu¨¢les deben ser los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n y de la circulaci¨®n de ideas? ?D¨®nde comienza o acaba la "apolog¨ªa del genocidio" en una democracia m¨¢s all¨¢ de lo que establece el C¨®digo Penal vigente? ?Hasta qu¨¦ punto es legal incautar obras con ISBN y Dep¨®sito Legal? ?Debe existir censura previa?
Respecto a la primera pregunta, es f¨¢cil coincidir en una respuesta de amplio consenso social: el delito supuestamente cometido por los editores y difusores de estas obras ("apolog¨ªa de genocidio") despierta una inmediata condena ¨¦tica y social, que comparte quien escribe estas l¨ªneas. Es obvio -como han demostrado los resultados electorales- que la mayor parte de nuestra sociedad no se identifica con postulados neonazis, racistas o antisemitas. Pero al exigir que una sanci¨®n legal acompa?e a la condena ¨¦tica se entra en un campo minado para la libre circulaci¨®n de ideas.
En efecto, "judicializar" la difusi¨®n de ideolog¨ªas en funci¨®n de su supuesta maldad o bondad abre v¨ªas de eventual limitaci¨®n de las libertades c¨ªvicas. Porque... ?debe limitarse la "apolog¨ªa del genocidio" a obras exaltadoras del nazismo o negadoras del exterminio jud¨ªo? ?Y la dura realidad del "Gulag" sovi¨¦tico? En 1997 una obra de historiadores franceses, El libro negro del comunismo, inventari¨® los cr¨ªmenes monstruosos del llamado "socialismo real". ?Es posible, despu¨¦s de aparecer numerosas monograf¨ªas que describen el totalitarismo comunista, excluir del delito de "apolog¨ªa del genocidio" obras laudatorias de los extintos reg¨ªmenes comunistas? ?Por qu¨¦?
La situaci¨®n se hace m¨¢s complicada si miramos nuestro pasado inmediato, el franquismo. Est¨¢ documentada la voluntad de genocidio de la dictadura respecto a la cultura catalana, como refleja una monograf¨ªa de Josep Benet de 1995. ?Qu¨¦ hacer, pues, con quienes reivindican la memoria del r¨¦gimen anterior? ?Hay que cerrar la revista Fuerza Nueva? ?Y la Hermandad de Combatientes de la Divisi¨®n Azul? Ah¨ª est¨¢ un trabajo que se acumula para jueces y letrados y que se complica con la publicaci¨®n exitosa de la obra de P¨ªo Moa Los mitos de la Guerra Civil. En ella, se cuestiona (entre otros aspectos de la contienda y sus participantes) la "crueldad de Franco", y su autor argumenta que ¨¦ste "sale bien parado", "si lo comparamos con, por ejemplo, Churchill, Roosevelt o Truman, no digamos Hitler o Stalin". Lejos de merecer condenas, Moa fue largamente entrevistado en la televisi¨®n estatal sin intervenir ning¨²n contradictor de sus argumentos. ?Debi¨® ser censurado?
Tipificar el delito de "apolog¨ªa de genocidio" abre las puertas a que la verdad hist¨®rica se confunda con la judicial y ello no depara nada bueno ni a la historia ni a la libertad de ideas. Tampoco est¨¢ de m¨¢s recordar que la sentencia de una actuaci¨®n precedente de la polic¨ªa auton¨®mica de 1998 contra el due?o de la Librer¨ªa Europa, Pedro Varela, a¨²n est¨¢ pendiente de ejecuci¨®n por un recurso presentado ante el Tribunal Constitucional.
Igualmente, cabe destacar que este tipo de intervenciones policiales cada vez tiene menos sentido en la era de Internet: si alguien se molesta en viajar por p¨¢ginas web ultraderechistas descubrir¨¢ que se puede copiar libros enteros. Por otra parte, si se quiere limitar la difusi¨®n de este tipo de obras en el ciberespacio, se entra en problemas complejos. As¨ª, dado que la venta de Mi lucha, de Adolf Hitler, est¨¢ prohibida en Alemania, los neonazis adquir¨ªan la obra en la librer¨ªa virtual de Amazon, pues en EE UU es un texto de difusi¨®n legal. Tras producirse varias protestas, Amazon ha decidido retirar el libro de su cat¨¢logo. Esta cibercensura abre una senda de destino ignoto (?se retirar¨¢n sistem¨¢ticamente obras catalogadas por las protestas que se efect¨²en?) y plantea algunos problemas obvios: si alg¨²n estudioso o interesado desea conocer las fuentes originales del hitlerismo, ?d¨®nde las podr¨¢ consultar?; ?deber¨¢n habilitarse bibliotecas vigiladas?
A quien esto escribe le separa un abismo ideol¨®gico de los editores, autores y distribuidores de las obras incautadas, pero considera que -pese a todo- ¨¦stas deben ampararse en el marco de la libertad de expresi¨®n. Las ideas s¨®lo pueden combatirse con ideas, aunque ello nos desagrade. Actualmente, la generalizaci¨®n de un pensamiento pol¨ªticamente correcto crea un clima social de censura ideol¨®gica, como mostr¨® el episodio protagonizado por Miriam Tey y Todas putas, en el que abundaron opiniones contrarias a una obra que apenas nadie se hab¨ªa tomado la molestia de leer previamente. En definitiva, cuando la democracia necesita polic¨ªa del pensamiento, su salud no puede ser muy buena.
Xavier Casals es doctor en Historia y autor de Ultrapatriotas. Extrema derecha y nacionalismo de la guerra fr¨ªa a la era de la globalizaci¨®n.
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