Obsesivos y compulsivos
Son esclavos de man¨ªas, rarezas, ideas fijas y conductas repetitivas y sufren la incomprensi¨®n de su entorno
Tienen un temor exagerado a contaminarse por g¨¦rmenes al tocar algo. Les aterroriza la idea de que fallezcan seres queridos que est¨¢n sanos. Les asaltan pensamientos prohibidos, sobre todo relacionados con el sexo y lo religioso. Se imaginan la p¨¦rdida del autocontrol o el impulso irrefrenable de agresiones injustificadas hacia otros. Dudan constantemente de si han apagado el gas o la luz y si han cerrado los grifos o la puerta de casa. ?stas son algunas de las obsesiones que con m¨¢s frecuencia torturan a las personas que sufren el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), obsesiones que tienen su correspondencia en algunas de las siguientes compulsiones o rituales compulsivos que esclavizan sus vidas: se lavan las manos hasta 100 veces al d¨ªa; comprueban reiteradamente si han apagado la luz y el gas y si han cerrado los grifos y la puerta de casa; realizan determinados actos cotidianos (levantarse, asearse, vestirse) siempre de la misma manera, como si de un ritual parsimonioso se tratara; se ven obligados a acometer ciertos actos porque, si no, puede ocurrir una desgracia. Los m¨¢s religiosos se santiguan reiteradamente o rezan cuando les asaltan pensamientos prohibidos.
La sobrevaloraci¨®n del triunfo en la sociedad actual favorece la aparici¨®n del trastorno
El trastorno obsesivo-compulsivo afecta al 1%-3% de la poblaci¨®n occidental
El rey espa?ol Felipe II es un personaje de la historia con claros rasgos obsesivo-compulsivos, seg¨²n comenta en su libro Historia personal de los Austrias espa?oles el catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid Francisco Alonso-Fern¨¢ndez. Este especialista, que habl¨® la semana pasada sobre el trastorno obsesivo-compulsivo en los cursos de verano de la Complutense en El Escorial, recuerda la figura de "un Austria, cuyo perfeccionismo obsesivo le permiti¨® conquistar sus mejores galas de gobernante y cuyo puritanismo le catapult¨® al fanatismo te?ido a veces de crueldad y a la adopci¨®n de medidas fantasiosas, como la de dejar escrito en su testamento que se dijeran m¨¢s de 32.000 misas por su alma".
Si hasta hace dos d¨¦cadas este trastorno se consideraba poco frecuente (con una de cada 10.000 personas afectadas), tras los estudios realizados en la d¨¦cada de 1980 por Myers y Robins se admite que actualmente tiene una prevalencia del 1% al 3%.
"Es una enfermedad mental que ha registrado un notable aumento en los ¨²ltimos a?os. Una raz¨®n es que disponemos de m¨¢s conocimientos y medios para diagnosticarla. Pero tambi¨¦n hay que admitir que vivimos en una sociedad que sirve de caldo de cultivo al ensalzar ideales de la ¨¦tica protestante, como es alcanzar el ¨¦xito y el triunfo en esta vida para poder ganar la venidera. Ahora se sobrevaloran la escrupulosidad, el perfeccionismo y la entrega al trabajo duro", afirma Alonso-Fern¨¢ndez.
Su prevalencia es levemente superior en la poblaci¨®n femenina (en una relaci¨®n aproximada de 1,1 mujer por 1 hombre) y tiende a exacerbarse cuando descienden los niveles de estr¨®genos (periodo premenstrual y posparto). Aunque puede aparecer desde la infancia, en la mujer suele debutar a partir de los veinte, precedido por acontecimientos vitales desfavorables y se manifiesta en crisis epis¨®dicas con oscilaciones de intensidad. Sin embargo, en el hombre suele aparecer m¨¢s precozmente pero de forma insidiosa y tiene un curso m¨¢s continuo. Se observa que suele presentarse en personas de rango intelectual medio-alto y con un estado civil de solter¨ªa, por lo raros que resultan a los dem¨¢s y lo dif¨ªcil que a veces es la convivencia con ellos.
En palabras de Jer¨®nimo S¨¢iz, jefe de Psiquiatr¨ªa del hospital Ram¨®n y Cajal de Madrid, las investigaciones y los m¨¦todos de neuroimagen revelan que el TOC se sustenta biol¨®gicamente en unos sistemas neuroqu¨ªmicos y unos circuitos neuroanat¨®micos.
"En estos pacientes se observa un d¨¦ficit de serotonina y una hiperactividad de la dopamina, dos neurotransmisores directamente implicados. Tambi¨¦n se encuentran alteraciones en la comunicaci¨®n entre la corteza orbitaria, situada en la parte frontal del cerebro, y los ganglios basales, que son estructuras m¨¢s profundas".
Como se?ala Eduardo Garc¨ªa Camba, jefe de Psiquiatr¨ªa del hospital Universitario de La Princesa de Madrid, en el TOC hay tres grandes tipos de conducta: lavado constante de manos y miedo a ser contaminados, comprobaci¨®n y verificaci¨®n continua de ciertos actos y precisi¨®n, lentitud y parsimonia en multitud de rituales.
"Tambi¨¦n les asaltan", explica, "ideas m¨¢gicas y de tipo supersticioso, como no pisar determinadas baldosas o ir siempre por el lado interior o exterior de la acera. Los que son muy religiosos se ven invadidos por inmensos sentimientos de culpa si han tenido alg¨²n pensamiento prohibido en relaci¨®n con el sexo o con lo sagrado. Todo ello genera una gran carga de ansiedad y algunos incluso tienen que ser tratados por depresi¨®n. No obstante, no son agresivos, violentos ni peligrosos".
Programas de ayuda
El hospital p¨²blico Ram¨®n y Cajal de Madrid cuenta con un programa monogr¨¢fico de acceso libre a pacientes sobre el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Seg¨²n Jer¨®nimo S¨¢iz, jefe de Psiquiatr¨ªa de este centro, todos los pacientes, familiares e interesados pueden llamar al tel¨¦fono 91 336 83 92 y solicitar una cita.
"Trabajamos en todos los aspectos cl¨ªnicos y de investigaci¨®n de este trastorno, que est¨¢ infradiagnosticado. Los pacientes con TOC suelen ser muy reservados con relaci¨®n a su problema y esperan una media de 7,5 a?os antes de solicitar ayuda m¨¦dica", afirma S¨¢iz.
Este experto, en colaboraci¨®n con un equipo de psiquiatras espa?oles, ha fundado la Asociaci¨®n TOC, que facilita todo tipo de informaci¨®n gratuita sobre la enfermedad en el tel¨¦fono: 934 954 536 y en Internet: www.asociaciontoc.org.
Para Eduardo Garc¨ªa Camba, jefe de Psiquiatr¨ªa del hospital Universitario La Princesa de Madrid, la enfermedad genera gran sufrimiento en los propios pacientes y en su entorno. "Ellos mismos", dice, "son conscientes de lo absurdo de sus obsesiones y compulsiones, pero admiten que son esclavos de ellas. Se trata de un proceso que interfiere mucho en la convivencia y que dificulta notablemente las relaciones de pareja. Adem¨¢s de lo mani¨¢ticos que resultan ante los dem¨¢s, a veces se comportan de un modo desabrido y desagradable, que s¨®lo es un escudo para proteger sus sentimientos".
Sin embargo, los actuales tratamientos farmacol¨®gicos y de psicoterapia est¨¢n dando unos resultados muy satisfactorios, permiten a los pacientes hacer una vida normal si son disciplinados y libran del quir¨®fano a enfermos que hace a?os eran sometidos a grandes operaciones de neurocirug¨ªa, a tenor de lo que se?ala Francisco Alonso-Fern¨¢ndez, catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.