Carmen Bernal
Despu¨¦s de mil pretextos y maniobras dilatorias, el PP se vio obligado ayer a celebrar un pleno extraordinario para aprobar la orden de alejamiento de maltratadores. Me dec¨ªa no hace mucho Teresa Jim¨¦nez, directora del Instituto Andaluz de la Mujer, que son precisamente los periodos vacacionales los m¨¢s temidos en su activa organizaci¨®n. En ellos se disparan los casos de malos tratos, como impelidos por un resorte fatal, que no es otro que la mayor convivencia de una pareja, ya malherida de muerte. En esta sola semana, dos v¨ªctimas mortales. Y van 53.
Por no haber podido alejar a su marido legalmente, de nada le sirvieron a Carmen Bernal las denuncias contra ¨¦l, tras el rosario de palizas y otras vejaciones inenarrables a las que aqu¨¦l la someti¨®, y que el individuo culmin¨® atropell¨¢ndola con su coche. De resultas, Carmen qued¨® tetrapl¨¦jica, y hoy s¨®lo puede valerse de la boca, para hablar y para pintar. Para todo lo dem¨¢s, sus hijos son sus brazos y sus piernas. Y la Asociaci¨®n de Mujeres Progresistas, su valedora social.
No s¨¦ qu¨¦ me conmueve m¨¢s de la proeza de esta gaditana menuda y elegante. Si la sobriedad con que habla de su caso, trag¨¢ndose el rencor, tal vez metaboliz¨¢ndolo en la creatividad que vuelca en sus cuadros impresionistas y vanguardistas; o la serenidad que trasciende de ella, regalo que nos hace, encima. En cualquier caso, como destac¨® Paco Lobat¨®n hace unos d¨ªas, al presentar la exposici¨®n de esas pinturas en la sede de RTVA, estamos ante una lecci¨®n humana de valor incalculable. Ojal¨¢ sirva para que algunos larvados asesinos se lo piensen, y acudan en busca del socorro que tambi¨¦n ellos necesitan.
Tal vez est¨¦ aqu¨ª la clave de un problema que trae de cabeza a todo el mundo. Escapa a los par¨¢metros comunes de la sociolog¨ªa y la psicolog¨ªa conjuntas, se da en todas las clases sociales y en todos los pa¨ªses donde hay datos fiables, pues hunde sus ra¨ªces en la oscuridad del tiempo antropol¨®gico de una buena parte de la humanidad; la que equivoc¨® su camino convirtiendo el matrimonio en un contrato de esclavitud para muchas mujeres, y la fuerza luminosa del amor en una detestable met¨¢fora de la propiedad privada. Y es que los maltratadores necesitan de un tratamiento espec¨ªfico en cuanto se les detecta. No esperar a la c¨¢rcel, que no resuelve nada y a menudo empeora las cosas. Y desde luego no dejarlos solos, envenen¨¢ndose cada vez m¨¢s en su locura. ?Pero qu¨¦ clase de locura? No se sabe. No hay manera de describirla, pues se trata, en la mayor¨ªa de los casos, de personas aparentemente normales. Luego estamos en presencia de algo as¨ª como de una patolog¨ªa social, que utiliza como mediadores a estos peligrosos desdichados, para avisarnos de que algo est¨¢ cambiando entre nosotros, profunda y r¨¢pidamente. Como dir¨ªa Jean Baudrillard, estamos asistiendo a una descontrolada "ruptura de los c¨®digos secretos". No permanezcamos impasibles, o nos haremos culpables tambi¨¦n.
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