El viaje a India de Frederic Amat
En ese suave atardecer de verano, sentada con un caf¨¦ helado en los dedos en el estudio de Frederic Amat, me dejo mecer por las palabras del pintor. Me cuenta que viaja solo para que el viaje le transforme. Para que haya en ¨¦l un antes y un despu¨¦s de cada viaje. Para, sin prejuicios que le protejan, mostrarse indefenso ante el pa¨ªs visitado, y ser pose¨ªdo por ¨¦l. As¨ª fue el viaje que Amat hizo en 2000 a la ciudad sagrada de los hind¨²s, Varanasi, y a otros lugares de India del Norte, y as¨ª fue tambi¨¦n el que hizo tres a?os m¨¢s tarde a los templos de Madurai y otros lugares de India del Sur; "por pura querencia hind¨², porque India te posee y ya no te deja", cuenta. Y los dibujos que ahora expone en Casa Asia son una muestra de las transformaciones que estos viajes operaron en ¨¦l.
La exposici¨®n 'Papeles de la India' en Casa Asia es la continuaci¨®n refinada de los cuadernos de viaje de Frederic Amat
"Esta actitud", dice, "este proceso de transformaci¨®n no est¨¢ lejos del placer est¨¦tico del rasa en la propia tradici¨®n india, que es c¨®mo una intensificaci¨®n de un estado emocional b¨¢sico se transforma en sentimiento est¨¦tico". Y el artista me ense?a dos ¨¢lbumes concebidos como dietarios de pintor. En sus p¨¢ginas descubro manchas y trazos, caligraf¨ªas de diversos idiomas de India, fotos y billetes de tren pegados, entradas a los templos, reflexiones filos¨®ficas y apuntes de viaje. Son huellas de trayectos, explica su autor. Celebran, a trav¨¦s de la sensibilidad, la aventura de descubrir lo desconocido, transform¨¢ndolo en emociones est¨¦ticas y visuales.
Consciente del valor del ritual, s¨®lo tras esa especie de abertura pict¨®rica, despu¨¦s de esa iniciaci¨®n visual y espiritual, el pintor me acompa?a a Casa Asia. Por el camino, como un preludio que precede a la obra en s¨ª, me cuenta: "?Por qu¨¦ esta acci¨®n impulsiva de dibujar, manchar, encolar y colorear en mis cuadernos de viaje? Ser¨ªa adecuado encontrar la respuesta en el karma, palabra que tiene relaci¨®n con la ra¨ªz s¨¢nscrita kri que tambi¨¦n encontramos en la palabra crear. Karma es acci¨®n y la acci¨®n es vida".
Constato que la exposici¨®n Papeles de la India se sit¨²a en tres peque?as salas de Casa Asia -de la que Amat hizo el logotipo- y las primeras 100 obras son tal vez la continuaci¨®n refinada, o la depuraci¨®n, de los cuadernos de viaje que acabo de ver en el taller del artista. Est¨¢n dispuestas en las paredes oscuras como un friso de mosaicos en un templo; de hecho, la penumbra en que est¨¢ sumida la exposici¨®n crea un ambiente que invita a contemplar los cuadros al igual que un devoto medita en un templo antes de presentar su ofrenda a la divinidad. Al ver la danza de los colores, las formas y los perfumes que exhalan los cuadros expuestos no puedo dejar de pensar en la m¨²sica. En la tradici¨®n hind¨² la m¨²sica y el c¨¢ntico provienen del dios creador del universo, Brahma, y unifican toda la creaci¨®n. Ciertas melod¨ªas poseen tanta fuerza m¨¢gica que dominan al mundo, pero tiene que ser la actividad mental la que haga eficaz la cantinela m¨¢gica.
Del mismo modo esos cuadros, pintados in situ -en habitaciones de hotel de India- con la intenci¨®n de plasmar apariciones y descubrimientos, ofrecen esa dimensi¨®n mental que hace posible embarcarse en una experiencia espiritual, meditativa, c¨®smica. En el magn¨ªfico texto adjunto al cat¨¢logo, el ind¨®logo y director de programas educativos de Casa Asia, ?scar Pujol, ofrece una po¨¦tica explicaci¨®n situando en la tradici¨®n de la pintura hind¨² esos c¨ªrculos, trazos, l¨ªneas y cifras presentes en la obra de Amat, y lo hace sin levantar el velo del misterio que cubre toda obra de arte. El c¨ªrculo, dice, es movimiento est¨¢tico que, al girar, crea esa hermosa ilusi¨®n llamada Tiempo... La l¨ªnea rompe l¨ªmites que ella sola nunca podr¨ªa trazar... Las l¨ªneas verticales son aspiraciones que al caer perforan como espadas... Las horizontales son como el r¨ªo que fluye... Las diagonales trazan la lucha de los dioses en su guerra interminable contra los demonios...
La primera sala: Ganesha, el dios elefante, una fruta tropical naranja y amarilla, insectos negros, un plato de dal o lentejas con especies, el agua turquesa de Kerala, insectos rojos, una danza de la diosa Kali, mont¨ªculos de especies verdes, amarillas y anaranjadas, un detalle del palacio del raj¨¢ de Udaipur, cabellos y flor del templo de Madurai... y las escaleras de Varanasi, misteriosas y m¨¢gicas con su ascenso a los cielos y su descenso a los infiernos... Y pasamos a la segunda sala, que acoge un audiovisual: las aguas eternas vistas a trav¨¦s del tejido de las cuerdas de una barca, todo envuelto en unas ocasionales palabras en tamil... Y la tercera sala: la ca¨®tica belleza del dibujo que en India forman la infinidad de cables el¨¦ctricos... Todas esas im¨¢genes no se distinguen a primera vista; hay que descubrirlas poco a poco, sea a trav¨¦s de una meditaci¨®n contemplativa, sea por un juego, solitario o compartido.
Como dice Amat, la belleza hiere. Su propia obra va m¨¢s all¨¢: trastoca al espectador para llevarle a la reflexi¨®n, y luego transformarle. S¨®lo lo que es capaz de metamorfosear es vivo.
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