?Qui¨¦n teme a las cajas?
El autor analiza el papel de las cajas de ahorros en la econom¨ªa espa?ola, su utilizaci¨®n como arma pol¨ªtica, y defiende su importancia en el capital social comunitario.
Aunque se quisiera, la econom¨ªa espa?ola no podr¨ªa prescindir de las cajas de ahorros
Las aguas tradicionalmente mansas del mundo de las cajas de ahorros se han agitado en los ¨²ltimos meses. Rompiendo el statu quo tradicional que reservaba el control de esta parte del sistema financiero al Banco de Espa?a, el Gobierno ha comenzado a regular toda una serie de aspectos de la vida interna de las cajas: la edad de los consejeros, las normas de transparencia sobre los sueldos de los directivos, las retribuciones por asistencia a los consejos de las empresas participadas, los cr¨¦ditos a los partidos pol¨ªticos, la creaci¨®n de una comisi¨®n para inversiones y desinversiones, o las normas para la emisi¨®n de cuotas participativas.
Esta bater¨ªa de regulaciones ha producido alarma en el mundo de las cajas y en su entorno. Sus directivos se sienten injustamente se?alados y discriminados frente a la banca. Algunos han visto en estas regulaciones un acoso pol¨ªtico y un intento para forzar o favorecer la privatizaci¨®n. Otros, creen que se trata de controlar un poder financiero y econ¨®mico territorial que constituye una potencial amenaza para el poder del Gobierno central.
Curiosamente, este aparente acoso les llega a las cajas en un momento en que gozan de una excelente salud financiera e imagen de mercado. Su modelo de expansi¨®n ha sido un ¨¦xito. Su red de oficinas ha crecido por todo el territorio nacional, a la par que disminu¨ªan las de la banca. El efecto de esa capilaridad ha sido una mayor capacidad para absorber una cuota cada vez mayor del ahorro y del cr¨¦dito a las familias y a las empresas, en perjuicio de los bancos.
?C¨®mo explicar entonces esta aparente contradicci¨®n entre el ¨¦xito del modelo de las cajas y el recelo con que el Gobierno parece verlas?, ?qui¨¦n teme a las cajas?, ?a qu¨¦ responde este temor?, y, en todo caso, ?por qu¨¦ surge ahora?
El recelo a la expansi¨®n de las cajas viene de lejos, pero ha emergido con ocasi¨®n de la OPA de Gas Natural sobre Iberdrola. Detr¨¢s de ella se ha visto a La Caixa. Esta acci¨®n ha sido como la gota que ha colmado el vaso de los temores con que la banca y el propio Gobierno observaban la expansi¨®n de las cajas hacia la inversi¨®n empresarial. En un primer momento entraron como simples socios financieros para lograr negocio, pero poco a poco han pasado a formar parte del n¨²cleo duro de empresas importantes y a participar en sus consejos. Este nuevo poder empresarial cobra significado en el caso de las antiguas empresas p¨²blicas, en las que a medida que se han privatizado, el espacio dejado por el Estado ha sido ocupado por las cajas.
En un primer momento este nuevo poder empresarial pas¨® desapercibido a la banca, enfrascada como estaba en Latinoam¨¦rica; y no fue del todo mal visto por parte del Gobierno del PP, o al menos por algunas de las personas puestas al frente de las empresas privatizadas, que expresaron su deseo que las cajas entraran en el n¨²cleo duro de las empresas privatizadas. Pero la cosa ha cambiado a ra¨ªz de la OPA sobre Iberdrola.
El Gobierno ha reaccionado de forma un tanto visceral. Leyendo sus labios, m¨¢s que sus palabras, parece querer advertir que no est¨¢ dispuesto a consentir que el esfuerzo que ha hecho para sacar al Estado de las empresas p¨²blicas sea aprovechado ahora por las cajas, en beneficio de los gobiernos aut¨®nomos, especialmente los de signo nacionalista. Por su parte, la banca ha reaccionado acusando a las cajas de competencia desleal, de no estar sometida a la disciplina de los accionistas y del mercado, de ser ineficientes y de pagar menos por los dep¨®sitos y cobrar m¨¢s por los cr¨¦ditos. Y ha intentado convencer al Gobierno de sus denuncias, sugiri¨¦ndole la privatizaci¨®n.
Estos argumentos y propuestas no son nuevos. Ya fueron utilizados a mediados de los noventa, cuando se entreve¨ªa la llegada del PP al Gobierno. En un documento no publicado (Las Cajas de Ahorro: entre el mito y la realidad) elaborado por el Servicio de Estudios del BBV y fechado en junio de 1995, se expon¨ªan los temores de la banca ante la nueva orientaci¨®n que segu¨ªan las cajas con la compra de bancos, y que culmin¨® con la adquisici¨®n del Banco Herrero por parte de La Caixa. El documento expresaba con nitidez los motivos del temor de la banca: "El problema para los bancos es que las cajas, al carecer de t¨ªtulos de valores, no pueden ser adquiridas por ellos. Esa falta de reciprocidad resulta a¨²n m¨¢s amenazante si se tiene presente que las cajas confederadas atesoran en este momento m¨¢s de 700.000 millones de fondos propios excedentes; y una liquidez en el mercado interbancario, que, a finales de 1994, rondaba los 3,2 billones de pesetas".
?Qu¨¦ han hecho las cajas con estos excedentes? En vez de seguir prest¨¢ndoselos a los bancos para que los invirtiesen en las empresas lo han hecho directamente, qued¨¢ndose con el margen y la plusval¨ªa. El momento era propicio porque la banca estaba dedicada a Am¨¦rica Latina. Pero al hacerlo, se han metido en el coto reservado de la banca, y ¨¦sta ha visto esa llegada con el mismo recelo y rechazo que los arist¨®cratas ven llegar a los advenedizos. Es la raz¨®n de fondo del temor de la banca a las cajas, y no el simple hecho de que ¨¦stas hayan ido ganando cuota de mercado.
Como ocurri¨® en 1995, banqueros como Francisco Gonz¨¢lez han llamado en su auxilio al Gobierno para que cambie la configuraci¨®n jur¨ªdica de las cajas. En aquel momento esta llamada influy¨® en los primeros borradores del programa econ¨®mico del PP, pero no consigui¨® transformarse en lluvia fina capaz de calar y penetrar en el programa electoral. El Gobierno no deber¨ªa dejarse arrastrar por el temor infundado a que el muevo poder financiero y empresarial de las cajas constituya una amenaza a su poder. Ni tampoco deber¨ªa exagerar el riesgo de que las cajas sean utilizadas por los gobiernos aut¨®nomos en manos del PSOE o de los nacionalistas como bancos para la financiaci¨®n de sus pol¨ªticas. Hasta ahora las cajas han eludido ese riesgo.
La expansi¨®n y el nuevo papel empresarial de las cajas constituyen una nueva realidad que no tiene vuelta atr¨¢s. Aunque se quisiera, la econom¨ªa no podr¨ªa prescindir de ellas. Constituyen una fuente esencial para la financiaci¨®n de la econom¨ªa y para estimular la competencia efectiva dentro del sistema financiero, que si no ser¨ªa dominado por dos o tres bancos.
Pero al margen de estos argumentos, una de las mayores virtudes que le veo a las cajas es que fortalecen la cohesi¨®n territorial y fomentan un modelo de crecimiento multipolar. Y el ¨¦xito de las cajas es visto por muchos ciudadanos como un motivo de autoestima y muestra de la capacidad de sus comunidades aut¨®nomas para afrontar los retos que la globalizaci¨®n plantea a una econom¨ªa abierta y descentralizada. En este sentido, las cajas constituyen uno de los componentes esenciales del capital social comunitario que los estudiosos del crecimiento consideran de tanta importancia como el capital en m¨¢quinas o infraestructuras.
Ahora bien, es l¨®gico que este nuevo poder empresarial de las cajas traiga consigo cambios en su regulaci¨®n y gesti¨®n interna. Sus dirigentes no deber¨ªan ver como una interferencia ileg¨ªtima que se produzca una nueva regulaci¨®n (independientemente del grado de acierto en sus distintos extremos). En primer lugar, su naturaleza mutualista, entre lo p¨²blico y lo privado, hace que las exigencias de transparencia y control sobre su funcionamiento y las retribuciones de sus directivos hayan de ser mayores que en la banca privada. En segundo lugar, su nueva condici¨®n de socios estables de muchas empresas someter¨¢ a las cajas a los vaivenes del ciclo industrial; si hasta ahora han estado al margen de las crisis que s¨ª pas¨® la banca ha sido en gran parte porque no estaban vinculadas a la industria. Esta nueva realidad empresarial aumentar¨¢ los requisitos de solvencia financiera y de mayores fondos propios.
En definitiva, los temores ante la expansi¨®n de las cajas vienen de su reciente incursi¨®n en el mundo empresarial antes reservado a la banca. Esta nueva realidad y el hecho de que las cajas sean un objeto de deseo para pol¨ªticos, empresarios, directivos y empleados hace que una de las tareas m¨¢s importantes de los pr¨®ximos a?os sea la de elaborar una nueva doctrina sobre las cajas.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB
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