Porros, narcocorridos y Dios
Las advertencias del ministro del Interior, ?ngel Acebes, contra el derecho de opini¨®n sobre el cannabis y sus derivados suponen una amenaza clara a la libertad de expresi¨®n y de informaci¨®n que se inscribe en la espiral de creciente dureza por la que se desliza este Gobierno de radicales de derechas. Radicales nos llam¨® una y otra vez esa derecha a quienes participamos en las manifestaciones multitudinarias contra la guerra o en las que, a ra¨ªz del delito del Prestige, convocaba la plataforma Nunca M¨¢is (criminalizada entonces y a¨²n, hasta el punto de que el pasado 25 de julio, en Santiago de Compostela, con motivo de la vergonzosa entrega a Cascos de la medalla de oro de la Xunta, la polic¨ªa impidi¨® a algunas personas el paso a la plaza del Obradoiro por el simple hecho de portar chapitas de dicha plataforma: ?peor la chapa que el chapapote, se?ores del Gobierno?). En el mejor estilo de un despotismo de sufragio envilecido por la mayor¨ªa absoluta, el Gobierno est¨¢ demostrando a marchas forzadas cu¨¢l es su verdadero y muy poco democr¨¢tico talante. La primera y m¨¢s significativa medida que adoptan siempre los reg¨ªmenes dictatoriales es, efectivamente, aquella que limita, controla y reprime los derechos fundamentales de pensamiento, opini¨®n, expresi¨®n e informaci¨®n, derechos recogidos en nuestra Constituci¨®n y que suponen la base esencial de cualquier sistema democr¨¢tico.
El se?or ?ngel Acebes anuncia que recurrir¨¢ a "un grupo de expertos" que determinen la "manipulaci¨®n informativa sobre la inocuidad y beneficios del cannabis" y establezcan las "medidas legales que permitan perseguir a quienes lanzan ese mensaje". ?Estar¨¢n en el grupo otros expertos en el tema como son las publicaciones, partidos pol¨ªticos, foros de Internet, establecimientos y entidades que estudian y defienden las propiedades y el uso del cannabis? No, porque son precisamente esos expertos los que han sido se?alados con ese dedo amenazador del ministro que supone un aut¨¦ntico atentado contra las libertades individuales. Su Gobierno nos ha impuesto una regulaci¨®n educativa en materia de Religi¨®n que, como anta?o, eleva esa disciplina (?pero no es una fe?) a la categor¨ªa de las Matem¨¢ticas, la Lengua o la Literatura, si es que a¨²n existe esta asignatura. Los profesores de Religi¨®n ser¨¢n seleccionados por los obispos, y la reforma se ha impuesto sin tener en cuenta la opini¨®n de la poblaci¨®n y en contra de la voluntad de los estudiantes y de la Comisi¨®n Permanente Estatal de Directoras y Directores de Institutos de Secundaria (aut¨¦nticos expertos en el tema, ?no, se?ora Del Catillo?). O sea, m¨¢s catecismo y menos porros.
Pues bien, el se?or Acebes y sus expertos deben saber que aqu¨ª fuma porros hasta el apuntador, en cualquier nivel de cualquier escalaf¨®n, en toda clase y condici¨®n y en casi toda circunstancia. Que est¨¢n demostrados los efectos terap¨¦uticos del cannabis, pero que tambi¨¦n hay mucho consumo por gusto entre gente muy sana, de natural pac¨ªfico y conciliador, a la que, en general, por poner un ejemplo a bote pronto, le repugnan la guerra, los ni?os descuartizados por las bombas y los primeros planos de cad¨¢veres apaleados y agujereados, por muy hijos que sean del demonio o de Sadam Husein. A¨²n m¨¢s: que hay mucha gente de entre los suyos (derecha cat¨®lica, votantes del PP) que se mete tiros de coca, se sirve el primer g¨¹isqui por la tarde, que es muy chic, y te quita el porro de las manos en cuanto tiene ocasi¨®n, para llev¨¢rselo a la boca, claro, y aspirar con delectaci¨®n. Ser¨¢ que luego se confiesan.
Lo m¨¢s gracioso de todo es que las amenazas del ministro Acebes coincidieron con el concierto de Los Tigres del Norte, banda mexicana de narcocorridos (llamados as¨ª por tratarse de canciones encargadas por narcotraficantes y cuyas letras hacen continua alusi¨®n -?apolog¨ªa?- a las drogas, el sexo y el desaf¨ªo a la ley). Entre porro y porro de la audiencia, que fum¨® todo lo que le dio la gana, Los Tigres desgranaron sus incorrectos temas, algunos de los cuales dedicaron al escritor Arturo P¨¦rez-Reverte, mentor y amigo de los narcocantantes y flamante acad¨¦mico de la Lengua. Digo que era gracioso porque el concierto se celebraba en el cuartel del Conde Duque, inscrito en el programa de los Veranos de la Villa que organiza el Ayuntamiento de Madrid. O sea, que los del Ayuntamiento no se enteran de lo que programan. Gracias a Dios.
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