LA PARADOJA DE FERMI
Un mediod¨ªa del verano de 1950, el gran f¨ªsico italiano Enrico Fermi sali¨® de su laboratorio de Los ?lamos para ir a comer con sus colegas Ed Teller, Herbert York y Emil Konopinski. La fiebre de avistamientos de ovnis y abducciones por marcianos estaba en lo m¨¢s alto en Estados Unidos, y los cuatro cient¨ªficos no pudieron evitar la conversaci¨®n mientras esperaban sus platos. ?Ser¨ªan los marcianos los responsables del gran n¨²mero de cubos de la basura que estaban desapareciendo en Nueva York (otra de las serpientes de aquel verano)? ?Es posible que un platillo volante supere la velocidad de la luz? Al llegar la comida, Teller, York y Konopinski derivaron hacia asuntos m¨¢s terr¨¢queos, pero Fermi se qued¨® pensativo, con la cara que pon¨ªa cuando calculaba mentalmente. De pronto dej¨® a sus colegas con el tenedor en la boca al preguntar: "?D¨®nde est¨¢ todo el mundo?".
El c¨¢lculo mental de Fermi debi¨® de ser algo as¨ª: si nuestra galaxia, la V¨ªa L¨¢ctea, tiene cerca de 400.000 millones de estrellas, de las que la mitad pueden tener planetas, de los que una parte estar¨¢n a una razonable distancia de su sol, y si la Tierra es un planeta medio que gira en torno a una estrella vulgar en una zona mediocre de un brazo gal¨¢ctico que no tiene nada de particular, y en la Tierra surgi¨® la vida, la inteligencia y la civilizaci¨®n, lo mismo deber¨ªa haber pasado en otros miles, tal vez millones de planetas de la V¨ªa L¨¢ctea, y no ahora, sino hace miles de millones de a?os. Colonizar la galaxia es laborioso, pero no deber¨ªa llevarle a una civilizaci¨®n avanzada m¨¢s de unos cuantos millones de a?os. Por tanto, los extraterrestres deber¨ªan estar ya aqu¨ª, o al menos deber¨ªan llegarnos sus se?ales. ?D¨®nde est¨¢n? ?D¨®nde est¨¢ todo el mundo? ?sa es la paradoja de Fermi.
El f¨ªsico espa?ol Francisco Yndur¨¢in dedic¨® un delicioso libro al asunto en 1997 (?Qui¨¦n anda ah¨ª?, editorial Debate). Pero Stephen Webb, un profesor de f¨ªsica de la Open University brit¨¢nica, acaba de rematar la faena con Where is everybody? (Copernicus Books, Nueva York, 2002), una minuciosa compilaci¨®n de las 50 posibles soluciones a la paradoja de Fermi. He aqu¨ª cuatro de ellas:
1. Los terr¨ªcolas llevamos ya 40 a?os escuchando a las estrellas, y no hemos detectado ni un miserable estornudo marciano. Pero tal vez es que todo el mundo est¨¦ haciendo lo mismo -escuchar- y aqu¨ª no mande se?ales ni Dios.
2. Una variante de la anterior: para ellos somos un zoo, y se limitan a observarnos los domingos por la ma?ana.
3. Llegaron aqu¨ª hace 4.000 millones de a?os y sembraron la Tierra de bacterias que luego evolucionaron: los extraterrestres existen, y somos nosotros.
4. No existen. La evoluci¨®n de la inteligencia no es tan f¨¢cil como creen los neoliberales, y nosotros somos los primeros de la galaxia en haberla logrado.
Puede ser un buen ejercicio playero encontrar nuevas soluciones a la paradoja de Fermi. Yo me permito aportar tres:
1. Nuestra primitiva tecnolog¨ªa ya es capaz de descubrir planetas en otras estrellas, y dentro de poco podr¨¢ saber cu¨¢les de ellos tienen agua. Cualquier civilizaci¨®n extraterrestre igual de torpe que nosotros debi¨® conocer que la Tierra exist¨ªa, y que ten¨ªa agua, hace al menos 3.000 millones de a?os. Por tanto, no nos mandan se?ales porque ya saben que estamos aqu¨ª, y no es cosa de gastar saliva electromagn¨¦tica de una manera tan est¨²pida.
2. Sus bi¨®logos son un poco mejores que los nuestros, y ya han eliminado el envejecimiento y la muerte. Los extraterrestres no se mezclan con nosotros porque somos mortales, y eso nos hace peligrosos, antip¨¢ticos, correosos, qu¨¦ se yo.
3. No somos la primera inteligencia que ha aparecido en la V¨ªa L¨¢ctea, sino la ¨²ltima. Hemos tardado tanto en evolucionar que todos los dem¨¢s ya se han ido de este petardo de galaxia.
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