LOS CREYENTES
El ayatol¨¢ Mohammed Bakr al Hakim tiene 63 a?os y estuvo 23 exiliado en Ir¨¢n. Adem¨¢s de ser una de las m¨¢s altas autoridades religiosas del chi¨ªsmo, es una gran figura pol¨ªtica pues preside el Consejo Supremo de la Revoluci¨®n Isl¨¢mica para Irak (CSRI), que agrupa a un n¨²mero mayoritario de los musulmanes chi¨ªes que hay en el pa¨ªs (el 60 por ciento de los 25 millones de iraqu¨ªes). Su regreso del exilio fue ocasi¨®n de una enorme manifestaci¨®n de bienvenida. Su cara barbada y grave est¨¢ por todas partes, en carteles pegados en muros, autobuses y sobre todo en los alrededores de las mezquitas chi¨ªes. Se le considera el l¨ªder del sector m¨¢s radical del chi¨ªsmo, y muchos lo acusan de estar cerca del modelo iran¨ª, es decir, de un gobierno teocr¨¢tico de corte fundamentalista, monopolio de los ayatol¨¢s. Pero ¨¦l lo niega de manera categ¨®rica:
"La guerra no ha terminado", prosigue el ayatol¨¢ Al Hakim. "El descontento del pueblo aumenta cada d¨ªa"
La hostilidad hacia las fuerzas de la coalici¨®n es muy visible entre la muchedumbre de creyentes en Nayaf
La mayor pobreza y desamparo los he visto aqu¨ª, en Nayaf, y en la otra ciudad santa del chi¨ªsmo, Kerbala
Regreso a Bagdad sin poder sacarme de la cabeza la imagen de esas mujeres sepultadas toda su vida
"Irak no ser¨¢ una fotocopia de Ir¨¢n ni de nadie. Cada pa¨ªs tiene sus particularidades. Nuestra idea es que en Irak debe establecerse un gobierno democr¨¢tico en el que est¨¦n representadas todas las etnias y las minor¨ªas religiosas, pero que, al mismo tiempo, respete nuestra identidad y nuestra historia".
Es un hombre de una piel muy blanca y unos ojos muy claros, que luce sus largas barbas canas, su turbante negro y sus t¨²nicas grises con estudiada dignidad. Me recibe en la ciudad de Nayaf, sagrada para los chi¨ªes, pues en ella est¨¢ enterrado el Emir Al¨ª, yerno de Mahoma, asesinado el a?o 41 de la Egira, la gran figura espiritual del chi¨ªsmo. El im¨¢n Mohammed Bakr Al Hakim vive con austeridad espartana y las oficinas de su movimiento son tambi¨¦n de una sencillez extrema. Pero las precauciones que lo rodean son fastuosas.
Cl¨¦rigos, guardaespaldas y ayudantes nos registran, descalzan y decomisan c¨¢maras y grabadoras (que nos devuelven, despu¨¦s de comprobar que no ocultan armas ni explosivos). No hay una sola presencia femenina en la casa y Morgana debe tocarse estrictamente con el velo isl¨¢mico para poder acompa?arme y tomar fotos. Cuando le digo al ayatol¨¢ Al Hakim que es mi hija, ¨¦l, sin mirarla, me responde con sequedad: "Yo tengo seis hijas". No cometo la impertinencia de preguntarle con cu¨¢ntas esposas las ha tenido. (Los chi¨ªes, adem¨¢s de las cuatro esposas leg¨ªtimas que autoriza el Cor¨¢n, a?aden una quinta -el llamado "matrimonio de placer"- permitida a los creyentes que viajan sin compa?¨ªa femenina, para que no sufran de abstinencia, y este quinto matrimonio puede durar s¨®lo lo que dura el viaje).
La v¨ªspera de recibirme, el ayatol¨¢ ha declarado -en este pa¨ªs en el que los atentados aumentan cada d¨ªa- que es un error asesinar soldados norteamericanos y que lo que persiguen estos asesinatos los iraqu¨ªes lo podr¨ªan alcanzar de manera pac¨ªfica, mediante el di¨¢logo. Pens¨¦ que me repetir¨ªa la misma diplom¨¢tica declaraci¨®n, pero me equivoqu¨¦. Con su voz pausada y acompa?ando sus palabras de suaves ademanes, dispara una dur¨ªsima diatriba contra "las fuerzas de la coalici¨®n". En ning¨²n momento habla de los norteamericanos o brit¨¢nicos, siempre "de la coalici¨®n", pero los dos sabemos muy bien a quienes se refiere.
"La liberaci¨®n fue un mero pretexto. Las tropas de la coalici¨®n se han convertido en fuerzas de ocupaci¨®n. Bush y Blair hicieron muchas promesas que han sido incapaces de cumplir. En el pa¨ªs no hay seguridad alguna y se nos ha arrebatado nuestra soberan¨ªa. Arguyeron como pretexto para la guerra las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam Husein y han sido incapaces de encontrarlas. Tampoco han podido capturar al antiguo dictador y los suyos, a pesar de ser personas que comen, se mueven y dejan huellas a su paso. Si nos hubieran dejado actuar, nosotros los habr¨ªamos encontrado ya".
Habla sin exaltarse y sin mirarme, con sus ojos azules clavados en el vac¨ªo, y con la tranquila determinaci¨®n de quien se sabe en posesi¨®n de la verdad. Sus asistentes, una media docena, lo escuchan embebidos, indiferentes al horrendo calor que ha convertido esta peque?a habitaci¨®n desnuda, con solo un gran ramo de flores de pl¨¢stico de adorno, en una sart¨¦n. El ayatol¨¢ Al Hakim es un hombre que rara vez sonr¨ªe, que, m¨¢s que hablar, pontifica o truena, como los profetas y los dioses ol¨ªmpicos. Detr¨¢s de ¨¦l, acuclillado, hay un hombre que no me quita la vista, como dispuesto a saltar sobre m¨ª si hago cualquier movimiento sospechoso. Estar tan cerca del ayatol¨¢ Al Hakim me produce una invencible desaz¨®n. Aunque, como todos los agn¨®sticos, reconozco en m¨ª una secreta envidia por los creyentes, cuando ¨¦stos lo son de una manera tan absoluta y terminal como el im¨¢n iraqu¨ª que tengo al frente, no puedo reprimir un escalofr¨ªo.
"La guerra no ha terminado", prosigue el ayatol¨¢ Al Hakim. "El descontento del pueblo aumenta cada d¨ªa y aumentan tambi¨¦n los actos de la resistencia contra el ocupante, algo muy grave para el futuro de Irak. Las razones de esta resistencia son varias: el incumplimiento de las promesas y las humillaciones a nuestra dignidad. Me refiero a la conducta de las fuerzas de ocupaci¨®n. Matan a inocentes y son incapaces de encontrar a los verdaderos culpables de los cr¨ªmenes cometidos por la dictadura. Roban de manera descarada en las casas particulares que registran, llev¨¢ndose el dinero de las familias. Aprovechan que, como no hay bancos, la gente debe guardar el dinero en las casas. Adem¨¢s de robar, ofenden a las mujeres, las tocan, y eso hiere e indigna a nuestro pueblo. Aqu¨ª, en Nayaf, hemos hecho ya cinco manifestaciones de protesta contra estos abusos. Es verdad que tambi¨¦n cometen atentados terroristas y sabotajes grupos supervivientes de Sadam Husein y del partido Baaz. Pero, esto, en buena parte es culpa de la coalici¨®n, pues en vez de perseguir con energ¨ªa a los baazistas y sadamistas, nos desarman a nosotros, las fuerzas populares. Por eso est¨¢ creciendo cada vez m¨¢s la ira de los iraqu¨ªes contra los ocupantes".
En efecto, en las calles de la desangelada, ruinosa y pobr¨ªsima Nayaf, a dos horas de auto al sur de Bagdad, donde el polvo del desierto circundante levita, ingr¨¢vido, en la atm¨®sfera, manch¨¢ndolo todo de color ocre amarillento, hay, por doquier, en las paredes terrosas, adem¨¢s de las negras esquelas funerarias de quienes han tra¨ªdo a sus muertos a enterrar en esta ciudad sagrada, exaltadas alabanzas a los "Soldados del Islam" que luchan contra los infieles y Sat¨¢n, muchas inscripciones y graffiti contra las fuerzas de la coalici¨®n. Pero ninguna menciona a los norteamericanos; todas expresan el rechazo de los creyentes "a la hegemon¨ªa extranjera", al mismo tiempo que lanzan "Mueras a Sadam y al Baaz".
La hostilidad hacia las fuerzas de la coalici¨®n y el sentimiento antinorteamericano son muy visibles entre la muchedumbre de creyentes que afluyen hacia la mezquita en grandes procesiones humanas, las mujeres embutidas en las sever¨ªsimas abayas, t¨²nicas y velos negros que las cubren de pies a cabeza. Muchas de ellas, adem¨¢s, llevan medias de lana negra y algunas hasta guantes, en una temperatura de 45 grados a la sombra. La masa de los fieles se espesa a¨²n m¨¢s en torno y dentro de la imponente mezquita que guarda la tumba del Emir Al¨ª. Mi traductor, el profesor Bassan Y. Rashid, que dirigi¨® el Departamento de Espa?ol de la Universidad de Bagdad, debe explicar constantemente a diestra y siniestra que no somos "americanos", pero las miradas y gestos hostiles nos acompa?an todo el recorrido. Son a¨²n m¨¢s beligerantes en el interior de la mezquita.
Gran diferencia con lo que me ocurri¨® ayer, en la principal mezquita chi¨ª de Bagdad, la de los Hermanos Kadhim (nietos del Emir Al¨ª) donde, por el contrario, fui recibido con mucha cordialidad por los responsables del local, quienes, incluso, bromearon que necesitaban dejar una buena impresi¨®n en los forasteros para que desminti¨¦ramos los rumores de sus enemigos, que acusan a los chi¨ªes de integristas. Esta acusaci¨®n tiene mucho de injusta, sin duda. Los chi¨ªes fueron, con los kurdos, quienes sufrieron las peores violencias de Sadam Husein, que era sun¨ª y se rode¨® de musulmanes de esa misma tendencia. Hay muchos chi¨ªes moderados, sin duda, as¨ª como hay sun¨ªes fundamentalistas. La divisi¨®n entre las dos grandes corrientes isl¨¢micas, en Irak, de manera general, consiste en que el chi¨ªsmo est¨¢ arraigado sobre todo en el sector m¨¢s primitivo, los medios rurales y marginados, en tanto que los sun¨ªes proceden m¨¢s bien del sector urbano y de medios m¨¢s instruidos y favorecidos socialmente.Y en que los chi¨ªes han estado siempre marginados del poder, que ha sido un monopolio sun¨ª.
La mayor pobreza y desamparo los he visto aqu¨ª, en Nayaf, y en la otra ciudad santa del chi¨ªsmo, Kerbala, vecina de ¨¦sta. Los dos encargados de la seguridad de la mezquita del Emir Al¨ª, en vista del clima torvo que nos rodea -somos los ¨²nicos "occidentales" a la vista- optan por meternos a una oficina, luego de pedirnos que nos descalcemos. All¨ª, el responsable de la mezquita decide desasnarme y durante un buen rato me ilustra sobre la historia de los despojos del pr¨ªncipe Al¨ª. (Me ocurri¨® tambi¨¦n ayer, en Bagdad, en la mezquita de los Hermanos Khadim, donde un sant¨®n me explic¨® largamente que, al final de los tiempos, Cristo vendr¨ªa a besar la mano de El Madi y desde entonces la fraternidad ser¨ªa total entre musulmanes y cristianos). Armado de paciencia, escucho. Asesinado en Kerfa, los restos del yerno de Mahoma fueron enterrados a ocultas por los fieles. Permanecieron escondidos muchos a?os. Tiempo despu¨¦s, durante el califato de Harun Al Rachid, ¨¦ste advirti¨®, en las cacer¨ªas de ciervos, que los perros se apartaban siempre, en actitud respetuosa, de cierto mont¨ªculo. As¨ª se descubrieron los restos del Emir. Entonces, se construy¨® esta hermosa mezquita que los honra.
Mientras ¨¦l me instruye, yo observo el espect¨¢culo multitudinario de los creyentes. Entran a este inmenso patio rectangular con los f¨¦retros de sus muertos en alto y los pasean alrededor de la cripta del Emir. Las masas de hombres se empujan y codean, salmodiando, rezando, vitoreando a Al¨¢, algunos en estado de histeria parox¨ªstica. Es impresionante, sin duda, pero, para m¨ª, muy deprimente. Las manos, los labios se alargan para tocar y besar las paredes, las rejas, las ranuras y filos de las puertas y algunos de los fieles sollozan a gritos, postrados, tocando el suelo con la frente. Alrededor de la cripta todo es masculino. Las mujeres, unos bultos oscuros, permanecen atr¨¢s, apelotonadas al fondo de todo el entorno de la mezquita, guardando una distancia m¨¢gica con los varones, ¨²nicos protagonistas de esta dram¨¢tica ceremonia. Mi educador me explica que muchos de estos fieles son peregrinos que han llegado hasta aqu¨ª desde tierras lejanas -"algunos, desde Bosnia"- y que duermen tumbados en estas baldosas sagradas.
"?No es lo mismo en Lourdes, en F¨¢tima?", me tranquilizar¨¢ un amigo espa?ol, aquella noche, en Bagdad, a quien le he contado la inquietud que me produjo la visita a Nayaf, mientras saboreamos una cerveza tibia y ¨¢cida en la semi oscuridad en que acaba de sumirnos el ¨²ltimo apag¨®n. ?Es lo mismo? Creo que no. En los grandes centros de las peregrinaciones cat¨®licas, hay todo un aparato comercial y una explotaci¨®n tur¨ªstica desenfrenada de la fe, que, a la vez que la desnaturaliza y banaliza, tambi¨¦n la vuelve inofensiva. Aqu¨ª no hay nada de eso: aqu¨ª la fe es pura, ¨ªntegra, desinteresada, extrema, lo ¨²nico que tienen en sus vidas muchos de estos seres desvalidos y ferozmente maltratados por la miseria, que rezan gimiendo y gritando, y ella podr¨ªa ser f¨¢cilmente canalizada hacia la violencia -la guerra santa o jihad- por un ayatol¨¢ carism¨¢tico, como el que visito en Nayaf.
Aconsejado por amigos de Bagdad, he pedido a Morgana y a su amiga Marta, de la Fundaci¨®n Iberoam¨¦rica-Europa, que no intenten entrar a la mezquita del pr¨ªncipe Al¨ª y me esperen en la plaza de Nayaf, recorriendo el abigarrado mercado que la circunda. Pero nunca he tenido la menor autoridad con mi hija, de manera que ella y su amiga, embutidas en unas abayas que se prestaron y con las que sus caras de extranjeras no enga?aban a nadie, se metieron a la mezquita ?haci¨¦ndose pasar por musulmanas afganas! Y Morgana, con la temeridad que la caracteriza desde que hac¨ªa temblar la cuna con sus pataletas estent¨®reas, se puso a tomar fotograf¨ªas. Un exaltado creyente se le acerc¨® y le lanz¨® un manazo a la cara, que la c¨¢mara fotogr¨¢fica ataj¨®. El guardespaldas que la acompa?aba se llev¨® las manos a la cabeza, indignado con esa manifestaci¨®n de oscurantismo. Varias personas del entorno contuvieron y apartaron al agresor. Marta tuvo m¨¢s suerte: en vez de una agresi¨®n, recibi¨®, en ingl¨¦s, una propuesta de matrimonio, que declin¨®.
En la otra ciudad santa del chi¨ªsmo, Kerbala, m¨¢s ancha, m¨¢s respirable que la estrecha y paup¨¦rrima Nayaf, sede de dos inmensas y hermos¨ªsimas mezquitas, una de ellas sepulcro del im¨¢n Hussein, hijo del pr¨ªncipe Al¨ª, asesinado durante la invasi¨®n omaya, la hostilidad del ambiente nos obliga a cortar por lo sano la visita y alejarnos, apenados, del hermoso lugar de c¨²pulas doradas, paredes y z¨®calos de azulejos y baldosas de m¨¢rmol. Tambi¨¦n en la ciudad, en los portales sombreados del mercado y en las callecitas contiguas de casas que parecen en un tris de derrumbarse, avanzamos cercados por una muchedumbre que nos observa con desafecci¨®n y asco. Los esfuerzos de los tres amigos bagdad¨ªes que me acompa?an para convencerlos de que no somos americanos, sino musulmanes espa?oles en peregrinaci¨®n religiosa no los convencen. Aquellos acaban por sugerir que apresuremos la partida. Las virtudes democr¨¢ticas de la tolerancia, de la coexistencia en la diversidad, parecen ajenas a estos pagos.
Cuando le pregunto al ayatol¨¢ Al Hakim qu¨¦ piensa de lo que ocurre en el vecino Ir¨¢n, donde estos ¨²ltimos tiempos se han multiplicado las manifestaciones de j¨®venes estudiantes que piden m¨¢s libertad y m¨¢s democracia, al gobierno conservador que los reprime, se escurre como una anguila. "Carezco de informaci¨®n fidedigna sobre lo que ocurre en Ir¨¢n. Si ni siquiera sabemos a ciencia cierta lo que est¨¢ pasando en otras provincias de Irak. No me atrevo a tomar en serio lo que dicen ciertos medios de informaci¨®n, los de Qatar, los de los Emiratos, o de Jordania, que s¨®lo incitan a la violencia y al odio, de manera que sobre este tema prefiero no opinar".
Tampoco opina de manera rotunda cuando le pregunto si aceptar¨ªa un gobierno laico para Irak. "?Un gobierno laico quiere decir un gobierno contrario a la religi¨®n?", me replica, cortante. Le preciso que no, que este gobierno no estar¨ªa ni a favor ni en contra de la religi¨®n, que ser¨ªa independiente y neutral en materia religiosa, que se limitar¨ªa a garantizar el respeto a todas las creencias.
El im¨¢n Al Hakim apenas disimula un gesto de desagrado. "El Islam debe ser respetado", dice con firmeza. "Como en Pakist¨¢n, Egipto o el Magreb, que son pa¨ªses isl¨¢micos. ?se es el tipo de Estado que tendr¨¢ Irak".
Me ha concedido apenas media hora y se acerca el l¨ªmite. Uno de los asistentes del im¨¢n me hace gestos perentorios de que me despida. Trato de llevar el di¨¢logo a un terreno m¨¢s personal y le pregunto qu¨¦ sinti¨® al pisar de nuevo Nayaf, luego de m¨¢s de dos d¨¦cadas. El im¨¢n es un pol¨ªtico que nunca se distrae y responde lo que debe responder: "Siento alegr¨ªa y tristeza. Alegr¨ªa por volver entre los m¨ªos y por el derrocamiento del tirano, pero tristeza por los dos millones de desaparecidos que tuvimos en los a?os de Sadam Husein, por las fosas comunes que aparecen con los restos de los hermanos torturados y asesinados, por los sufrimientos y penalidades que sigue padeciendo ahora el pueblo iraqu¨ª".
Sal¨ª de all¨ª convencido de que Al Hakim quisiera sin duda que el Irak del futuro se pareciera a Ir¨¢n, pero sabe que el pueblo de Irak, y, sobre todo, los norteamericanos, dif¨ªcilmente lo consentir¨ªan, y, pol¨ªtico pragm¨¢tico, ha renunciado por ahora a esa meta en favor de una f¨®rmula m¨¢s realista, menos teocr¨¢tica: una coalici¨®n de fuerzas religiosas, pol¨ªticas y ¨¦tnicas en la que los chi¨ªes que lo siguen tendr¨ªan, por su n¨²mero mayoritario, la mayor representaci¨®n. Pese a sus cr¨ªticas subidas de tono contra los ocupantes, no me cabe duda de que, en esta etapa al menos, colaborar¨¢ con la CPA (Coalition Provisional Authority) y Paul Bremer.
Discuto el asunto con amigos bagdad¨ªes y espa?oles en un restaurante atestado de turbantes y abayas de Kerbala, llamado "La Perla de Nayaf", dando cuenta del infaltable pollo frito con arroz, el pur¨¦ de garbanzos y la ensalada de pepinillos con yogurt. Un men¨² que me perseguir¨¢ como mi sombra los doce d¨ªas de mi estancia en Irak. Morgana y Marta se han quitado los velos para comer y los parroquianos las miran de reojo, con sorpresa.
Regreso a Bagdad con el pecho oprimido y sin poder sacarme de la cabeza la imagen de esas mujeres sepultadas toda su vida -en Nayaf y Kerbala se ven ni?as de muy pocos a?os enterradas ya en esas telas- en esas c¨¢rceles ambulantes que las privan del m¨¢s m¨ªnimo confort en estas temperaturas sofocantes, que les impiden desarrollar libremente su cuerpo y su mente, s¨ªmbolo de su condici¨®n ancilar, de su falta de soberan¨ªa y libertad. Esta es la Edad Media, cruda y dura. Y si ella prevalece sobre las otras corrientes sociales y pol¨ªticas de Irak, la idea de que este pa¨ªs pueda llegar a ser una democracia moderna y funcional en poco tiempo es ilusoria.
La divisi¨®n entre las dos grandes corrientes isl¨¢micas en Irak, de manera general, consiste en que el chi¨ªsmo est¨¢ arraigado sobre todo en el sector m¨¢s primitivo, los medios rurales y marginados, en tanto que los sun¨ªes proceden m¨¢s bien del sector urbano y de medios m¨¢s instruidos y favorecidos socialmente. El ayatol¨¢ Mohamed Bakr al Hakim, l¨ªder del sector m¨¢s radical del chi¨ªsmo, entrevistado en la ciudad de Nayaf, afirma que Irak "no ser¨¢ una fotocopia de Ir¨¢n ni de nadie".
? Mario Vargas Llosa, 2003. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario El Pa¨ªs, SL, 2003. Ma?ana: Saqueadores y libros (3).
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