Apelando a la sociedad
Tras meses y meses dedicados a subrayar sus diferencias neg¨¢ndose a explorar terrenos de aproximaci¨®n; tras elevar el todo del debate pol¨ªtico hasta l¨ªmites insospechados; tras una larga trayectoria de descalificaciones e insultos mutuos; tras deso¨ªr escandalosamente los llamamientos de intelectuales, organizaciones sociales, y de la propia ciudadan¨ªa a favor del di¨¢logo y el entendimiento entre las fuerzas democr¨¢ticas, ahora resulta que todos los l¨ªderes pol¨ªticos apelan a la sociedad, reclamando su protagonismo para intentar arreglar el desaguisado.
Lo hace el lehendakari Ibarretxe, con el respaldo de otros dirigentes del PNV, defendiendo contra viento y marea una consulta popular que dictamine el respaldo o el rechazo de la gente a su propuesta de Pacto por la Convivencia, sin mencionar las grandes dificultades que otros partidos -literalmente expulsados de la vida social y pol¨ªtica normal en no pocas localidades- tienen para poder exponer sus posturas en torno a dicha propuesta. Tambi¨¦n el Partido Popular se ha sumado ahora a la petici¨®n de un mayor protagonismo social, aunque en este caso, lo que se reclama es la oposici¨®n al plan Ibarretxe, y lo que se defienda no sea una consulta popular sino, parad¨®jicamente, que no la haya. Rajoy, con su exhortaci¨®n para que empresarios, sindicatos, Iglesia, y todo tipo de instituciones y organizaciones sociales, se opongan al conocido como plan Ibarretxe, demanda que la gente se movilice para evitar ser consultada.
Y, por fin, el Partido Socialista, marca distancias con el PP, argumentando que su oposici¨®n al mencionado plan estar¨¢ basada en la propia sociedad vasca, y no en un pacto que califican con raz¨®n como "abrazo del oso", y que podr¨ªa terminar definitivamente con el PSE como una fuerza pol¨ªtica relevante en el Pa¨ªs Vasco. Me parece inteligente la postura socialista, y no s¨®lo por el instinto de supervivencia que late detr¨¢s de la misma. M¨¢s all¨¢ de los avatares que determinan la vida de los partidos pol¨ªticos, y del oportunismo que gu¨ªa muchas de sus posiciones de cara a la opini¨®n p¨²blica, creo que la pretensi¨®n del PSE de que sea la ciudadan¨ªa vasca la que se oponga al plan Ibarretxe, y no una coalici¨®n pol¨ªtico-medi¨¢tica dise?ada y gestionada desde la Moncloa, invasiva de la independencia del poder judicial, y fundamentada en un rancio espa?olismo, constituye un ejercicio de prudencia y de sentido pol¨ªtico. Porque, como han se?alado en numerosas ocasiones no pocos analistas, nadie como Aznar -ayudado por el seguidismo del PSOE- ha hecho tanto en las ¨²ltimas d¨¦cadas para que se visualice el problema vasco como el resultado de una confrontaci¨®n con Madrid, nutriendo, con ese discurso, de apoyos electorales al nacionalismo vasco, e impidiendo un debate sereno sobre las distintas alternativas en presencia.
No est¨¢ mal que se apele a la sociedad despu¨¦s de tanto tiempo d¨¢ndole la espalda. M¨¢s vale tarde que nunca. El problema es que mucho me temo que estos llamamientos al protagonismo de los ciudadanos tengan como principal, y casi ¨²nico, objetivo lograr que la sociedad refrende las propias posiciones. A ninguno parece ocurr¨ªrsele que esa misma sociedad ha dado muchas se?ales a lo largo del tiempo, mediante su comportamiento en m¨²ltiples facetas de la vida del pa¨ªs, de que apuesta por una versi¨®n intermedia, que recoja las aspiraciones de autogobierno incumplidas -y otras que los cambios ocurridos en los ¨²ltimos 25 a?os reclaman-, y que garantice a un tiempo la pluralidad pol¨ªtica y cultural en el Pa¨ªs Vasco.
Y as¨ª, en lugar de buscar un terreno de acuerdo que garantice el bienestar de la ciudadan¨ªa para las pr¨®ximas d¨¦cadas, apelan a una sociedad perpleja y amedrentada por el terror de ETA, sin reparar en las posibles consecuencias. Como si lo ¨²nico que importara fueran las estrategias de poder de cada cual.
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