El teniente Hondo
Tiene raz¨®n el teniente Hondo, el protagonista de Los hombres de Harrelson: en Espa?a los intelectuales opinan demasiado sobre la televisi¨®n, que no es m¨¢s que entretenimiento. La verdad es que, con tanto como ven la tele, no se sabe c¨®mo llegaron a intelectuales. La pol¨¦mica sobre si Los hombres de Harrelson incita al fascismo a Hondo le parece demasiado profunda. Hondo es m¨¢s superficial. Eso de intentar comprender al delincuente y ponerse en su pellejo... Hondo no lo ve. Sali¨® Hondo en Telerradio y pidi¨® a los intelectuales que se metan en sus cosas y dejen la tele en paz.
Fij¨¦monos en el caso de Luis Torrijos, el ¨²ltimo grapo, detenido esta madrugada. Tras un tiroteo con la polic¨ªa, Torrijos decidi¨® refugiarse en una vivienda, secuestrando a los siete miembros de la familia. "Soy el combatiente de los GRAPO huido de la polic¨ªa", les dijo, para presentarse, sin tono amenazante alguno al parecer, como si para la familia hubiera de resultar lo m¨¢s normal del mundo. "Ah, pues pase y si¨¦ntese a la mesa, junto a Antonio Mach¨ªn". "?Pero no muri¨® ayer?". "Por eso, por eso".
Al cabo de un rato son¨® el tel¨¦fono. Era Sol ?lvarez Coto, periodista de EL PA?S, que estaba llamando a todos los n¨²meros del edificio, hasta dar con el 260 68 52. "Un momento, que ahora se pone el se?or terrorista", le dijo una mujer, pas¨¢ndole el aparato a Torrijos.
Entre una cosa y otra, Torrijos decidi¨® que, para entregarse, ten¨ªan que venir a verle Enrique Tierno Galv¨¢n y Sol. Dicho y hecho: no s¨®lo se entreg¨®, sino que se despidi¨® de la familia dando un beso a la abuela y dejando un mensaje para la posteridad: "?stos est¨¢n tan oprimidos como yo". S¨ª, Torrijos, s¨ª, y encima a ¨¦stos se les presenta un t¨ªo armado en casa. O sea, que doblemente explotados, como obreros y como asaltados por un liberador de obreros.
El teniente Hondo hubiera entrado en la casa a gritos repartiendo tiros, hubiera herido a tres, matado al grapo y, al final, tambi¨¦n, hubiera dado un beso a la abuela. Una abuela enternece lo mismo a Hondo que a Torrijos que a un cr¨ªtico de televisi¨®n.
-?Para entregarme exijo que venga Tarradellas!
-Es que est¨¢ en el exilio y tardar¨ªa mucho.
-Pues que lo traiga ?ngel Nieto en moto.
-Es que precisamente este a?o Nieto va con Bultaco y no le tira bien.
-Pues a ver qui¨¦n puede venir a liberar a esta pobre familia oprimida como yo. ?Guti¨¦rrez Mellado?
-Se ha ido a la Costa Brava con Su¨¢rez.
-?Y para qu¨¦?
-Yo qu¨¦ s¨¦. Ir¨¢n al festival de rock de Canet, a un recital de la nova can?¨® esa, o a preparar la autonom¨ªa, qui¨¦n sabe.
Torrijos tuvo que conformarse con lo que hab¨ªa: un diputado de la oposici¨®n y una periodista con boli y c¨¢mara de fotos para inmortalizar el beso a la abuela y el momento en que colocaban las esposas a Torrijos, mientras Mart¨ªn Villa, en su despacho, suspiraba de alivio, daba los GRAPO por desarticulados y se ajustaba por en¨¦sima vez las gafas en la nariz. Todo por no hacer caso a Francisco Umbral, que en su Diario Snob le aconseja sumergir las patillas en agua caliente para ajustarse la montura. Queda raro un ministro del Interior al que se le caen las gafas. Queda como intelectual. Eso al teniente Hondo no le gustar¨ªa nada.
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