"6.500 se han quedado atr¨¢s"
La alegr¨ªa de los familiares por la liberaci¨®n de los prisioneros se ve empa?ada por el recuerdo de los detenidos que siguen en prisi¨®n
De los 334 presos excarcelados ayer, 42 de ellos lo fueron en el control militar de entrada a Beit Sahur, localidad que forma parte del ¨¢rea aut¨®noma de Bel¨¦n, bajo la atenta mirada de los soldados israel¨ªes que escoltaron el convoy. Recibidos con pancartas y banderas, con el sonido de las palmas y el ulular t¨ªpico de las mujeres ¨¢rabes, algunos de los reci¨¦n liberados hicieron el signo de la victoria, y luego se subieron a los veh¨ªculos que hab¨ªa concertado la AP para que fueran conducidos hasta las oficinas que la Cruz Roja tiene en la ciudad de Bel¨¦n. All¨ª esperaban cientos de personas. Sus mujeres, sus padres, sus hermanos, sus vecinos estaban ansiosos por reencontrarse con sus seres queridos.
Al llegar al centro todo fueron abrazos y besos. Una mujer tiraba caramelos desde su ventana y exclamaba "Alhamdulil¨¢!" (?Alabado sea Dios!), mientras los ni?os recog¨ªan los dulces y se los entregaban a los reci¨¦n llegados. Una fiesta que s¨®lo se vio truncada durante medio minuto, cuando un robusto joven, armado con un fusil de asalto M-16, comenz¨® a disparar al aire. La gente se lo reproch¨®, lo que hizo que el encapuchado -que cubr¨ªa su rostro con una kefiya (pa?uelo tradicional que suelen llevar los militantes de Al Fatah)- se fuera con el rabo entre las piernas, observado por varios agentes de la polic¨ªa palestina, que optaron por no intervenir.
"Estoy muy contento de estar aqu¨ª, pero no puedo dejar de pensar en los otros 6.500 que se han quedado detr¨¢s", se?al¨® Daud Abayat, uno de los pocos presos de larga duraci¨®n que fueron excarcelados. "Israel est¨¢ aplicando unas condiciones penitenciarias muy duras, as¨ª que espero que todos los dem¨¢s sigan nuestro mismo camino", a?adi¨® Abayat, que estuvo cumpliendo condena durante 11 a?os y 2 meses.
Esta misma sensaci¨®n agridulce se notaba entre los presentes. A pesar de las manifestaciones de j¨²bilo, no se pod¨ªa hablar de una alegr¨ªa desbordada. En algunos casos incluso se sent¨ªa una gran frustraci¨®n, dado que el nombre de alg¨²n pariente fue barajado en las listas previas de 540 y 442 presos que iban a ser liberados, pero luego se qued¨® fuera cuando se publicaron los 339 finales. No ocultaba su amargura la madre de Aisa Nimer Yibrin, un miembro de Al Fatah que mat¨® a dos soldados israel¨ªes en 1984.
Entre sollozos, en su casa del campo de refugiados de Deheishe, la madre de Yibrin se lamenta de que su hijo, que ahora tiene 42 a?os, no haya sido puesto en libertad. Ense?ando una fotograf¨ªa de su primog¨¦nito, asegura que lleva tres a?os, desde que comenz¨® la Intifada, sin poder ir a visitarle a la c¨¢rcel de Bersheva, donde cumple condena. "No entiendo por qu¨¦ le siguen manteniendo encerrado, cuando lo ¨²nico que hizo fue una acci¨®n de resistencia en represalia por un ataque perpetrado por los colonos, en el que muri¨® un palestino y otros 15 resultaron heridos", exclama. "Los dos pueblos, el israel¨ª y el palestino, somos v¨ªctimas de este maldito conflicto", a?ade la septuagenaria madre.
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