Alstom, a contracorriente
No hay duda de que la decisi¨®n del Gobierno franc¨¦s de acudir a la ampliaci¨®n de capital del grupo empresarial de bienes de equipo Alstom y aportar 300 millones de euros para evitar su quiebra es un paso a contracorriente de los usos, costumbres e ideas econ¨®micas dominantes en el ¨¢mbito europeo. Desde mediados de la d¨¦cada de los noventa, las privatizaciones se han considerado uno de los paradigmas de la pol¨ªtica econ¨®mica europea, al menos en el terreno poco comprometido de las declaraciones de principios, que no siempre se corresponden con las pr¨¢cticas reales. El Ministerio de Econom¨ªa franc¨¦s propone una vuelta a los tiempos en que la participaci¨®n del Estado en las empresas no estaba considerada como una regresi¨®n econ¨®mica.
No es s¨®lo cuesti¨®n de ideolog¨ªa. Los gobiernos europeos, en particular Francia y Alemania, han demostrado con creces su disposici¨®n a defender una pol¨ªtica de campeones nacionales o empresas de especial significaci¨®n que son protegidas desde el Estado con u?as y dientes, tan querida, por cierto, por el Gobierno espa?ol. Recu¨¦rdese la reacci¨®n proteccionista del Berl¨ªn ante la oferta de Vodafone por Mannesmann o la resistencia francesa a tocar la el¨¦ctrica EDF. Con mayor raz¨®n cab¨ªa esperar una reacci¨®n protectora ante los problemas de Alstom, el emblema industrial que suministra los bienes de equipo a su potente industria nuclear o construye locomotoras para todas las redes de ferrocarril del mundo.
Francia ha argumentado su decisi¨®n. Poca resistencia p¨²blica cabe ofrecer a la defensa de 110.000 puestos de trabajo o al sostenimiento de un grupo de envergadura mundial. M¨¢s a¨²n si el Gobierno se compromete a mantenerse alejado de la gesti¨®n y los bancos franceses apuestan tanto capital en la ampliaci¨®n como el propio Estado. No obstante, la Comisi¨®n Europea tiene la ¨²ltima palabra sobre la operaci¨®n. Tiene que pronunciarse sobre si constituye una ayuda de Estado y establecer los l¨ªmites de esa aportaci¨®n. La doctrina de Bruselas suele exigir sacrificios -como, por ejemplo, venta de activos- que ratifiquen que la empresa ha hecho todo lo posible en el mercado antes de admitir el dinero p¨²blico. Sea como fuere, el caso Alstom ser¨¢ en el futuro una operaci¨®n de referencia para las pol¨ªticas de los gobiernos nacionales y para la jurisprudencia europea en materia de competencia.
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