La leyenda de 'Spartacus' llega a M¨¦rida

Este a?o se celebra el centenario del nacimiento del compositor ruso Aram Khachaturiam, que, aparte de su importante corpus sinf¨®nico, ha legado al ballet del siglo XX al menos dos grandes obras: Mascarada y Spartacus, que nace en 1956 en pleno apogeo del realismo socialista y como m¨¢ximo exponente de lo que podemos llamar el g¨¦nero heroico del ballet sovi¨¦tico. Desde aquellos tiempos, este ballet nunca ha dejado de representarse y se considera por todos los historiadores importantes del periodo sovi¨¦tico como la gran obra que se impone por su human¨ªstica y reivindicaciones.

Tras el estreno de Leningrado, dos a?os despu¨¦s Spartacus lleg¨® al teatro Bolshoi de Mosc¨² de la mano de Moiseyev, y apenas diez a?os despu¨¦s Yuri Grigorovich asienta una versi¨®n definitiva en el gran repertorio internacional y donde est¨¢n sintetizados todos los anteriores, desde Jacobson a Makarov. La compa?¨ªa visitante de M¨¦rida fue fundada hace 30 a?os por una pareja de voluntariosos e independientes creadores de formaci¨®n moscovita: Natalia Kasatkina y Vladimir Vasiliov, que se separaron muy pronto de los caminos ortodoxos y oficiales para buscar su propia senda est¨¦tica dentro de la expresividad dram¨¢tica del ballet sovi¨¦tico; estos eminentes y esforzados core¨®grafos fueron, entre otros m¨¦ritos, los descubridores de Vladimir Malajov.

Spartacus llega a M¨¦rida hoy y ma?ana en una producci¨®n que tambi¨¦n rebusca en la tradici¨®n que ha dominado la est¨¦tica de este ballet tanto en San Petersburgo como en Mosc¨², una memoria viva que est¨¢ naturalmente marcada por una serie de impresionantes bailarines que en su momento crearon y recrearon los papeles protag¨®nicos: pensemos en el Spartacus de Vladimir Vasiliev, en la Frigia de Maia Plisetskaia o la entregada esposa de Ecaterina Maximova, adem¨¢s de que en lo pl¨¢stico siempre ha estado presente la s¨ªntesis realista impuesta por el georgiano Simon Virsaladze.

Spartacus posee en s¨ª mismo todas las virtudes del gran ballet narrativo del siglo XX, donde se imponen sobre el seguimiento lineal de la historia los valores psicologistas y simb¨®licos, los que aportan la fuerza y la proyecci¨®n art¨ªstica. Kasatkina y Vasiliov han trabajado tres a?os para dar por terminada esta producci¨®n que, con toda probabilidad, es una de las m¨¢s convincentes de cuantas se encuentran actualmente en el repertorio ruso-sovi¨¦tico.

Spartacus responde a una idea central de b¨²squeda de la libertad y de la dignidad humana, y es as¨ª que la acci¨®n coreogr¨¢fica se combina a una partitura muchas veces discutida pero enormemente poderosa en la que lo heroico llega a erigirse en el verdadero estilo de la obra, unos acentos y unas maneras de bailar que en el caso de los moscovitas ha alcanzado siempre sus cotas m¨¢s altas.