?Cu¨¢ntos colores tiene el arco iris?
Somos 6.000 millones en el mundo, pero seguro que no hay dos personas iguales. Del esp¨ªritu desbordante a la naturaleza melanc¨®lica se viaja a trav¨¦s de una suave pendiente sin obst¨¢culos. No hay frontera precisa que divida el mundo en gente superficial y profunda, indolente y curiosa, descuidada y minuciosa. Si decimos que fulano es fiable; mengano, divertido, y perengano un progresista trasnochado, lo m¨¢s probable es que estemos distorsionando la exuberancia humana hasta hacerla encajar en unas casillas que no reflejan m¨¢s que nuestras convenciones culturales, nuestros prejuicios idiom¨¢ticos, nuestras arbitrariedades biogr¨¢ficas. ?Por qu¨¦ nos empe?amos en clasificar a la gente en categor¨ªas discretas? Un ultradarwinista dir¨ªa que eso nos ayuda a evitar peligros. Un polic¨ªa dir¨ªa lo mismo. ?Tienen raz¨®n?
Tomen el arte. No cabe imaginar una explosi¨®n m¨¢s impredecible de la productividad humana, un caos menos clasificable, un tejido m¨¢s impermeable a la taxonom¨ªa. ?Por qu¨¦ seguimos hablando de pintores impresionistas o expresionistas, de cine europeo o norteamericano, del rap, del hip hop, del acid house y de la generaci¨®n del 27 cuando es obvio que la creatividad art¨ªstica funciona al margen de esas categor¨ªas inventadas por los galeristas decimon¨®nicos, los cr¨ªticos franceses y las casas discogr¨¢ficas? Poni¨¦ndose borde: ?cu¨¢l es el criterio que distingue al dada¨ªsmo del surrealismo? ?La novelas de James Joyce y de Julio Cort¨¢zar est¨¢n narradas en primera o en tercera persona? ?Pertenece La invenci¨®n de Morel al g¨¦nero de la ciencia ficci¨®n? ?Y Blade Runner a la serie negra?
Tal vez el modelo ¨®ptimo para estudiar esta man¨ªa cultural de dividir las gamas continuas en categor¨ªas discretas sea la nomenclatura de los colores. Si existe en el mundo f¨ªsico un fen¨®meno continuo, ¨¦se es el espectro de la luz visible, una gama gradual de frecuencias electromagn¨¦ticas sin ninguna clase de salto brusco ni clasificaci¨®n preestablecida. Y que, sin embargo, los hispanohablantes nos empe?amos en dividir en categor¨ªas discretas como el rojo, el rosa y el naranja, por citar tres. Seguro que esos t¨¦rminos son una construcci¨®n cultural, y que en otras sociedades los nombres de los colores no s¨®lo ser¨¢n distintos, sino que corresponder¨¢n a otras frecuencias distintas.
El cient¨ªfico de la computaci¨®n Paul Key y el psic¨®logo Terry Regier acaban de examinar emp¨ªricamente esta cuesti¨®n (Proceedings of the National Academy of Sciences, 22 de julio). Adem¨¢s de comparar lo que significan los nombres de los colores en los idiomas de los pa¨ªses desarrollados, han pedido a los hablantes nativos de 110 lenguas no escritas, habladas en peque?as sociedades no industriales del mundo, que nombraran los colores que les presentaban en lo que, a todos los efectos pr¨¢cticos, se puede considerar una gama continua: una gradilla de 330 colores con todas las variaciones concebibles de frecuencia, brillo y saturaci¨®n.
Los resultados est¨¢n muy claros, y han pasado todos los controles estad¨ªsticos imaginables. Cada cultura utiliza 11 nombres para dividir la luz visible en categor¨ªas discretas. Y cada nombre designa la misma franja de frecuencias en todas las culturas, industrializadas o no, y en todas las lenguas, tengan o no tradici¨®n escrita. En casi cualquier cultura, las 11 categor¨ªas coresponden casi exactamente a lo que aqu¨ª llamamos rojo, amarillo, verde, azul, violeta, marr¨®n, naranja, rosa, negro, blanco y gris. S¨®lo hay dos tipos de lenguas que usan 10 nombres en vez de 11: las que agrupan el azul y el verde bajo un solo t¨¦rmino, y las que no distinguen entre el rosa y el naranja, y consideran al primero una forma del rojo y al segundo un tipo de amarillo. Salvo esas minucias, parece ser que todos los humanos utilizamos el mismo calzador para categorizar el magma indiscernible de la realidad. Ah, y Blade Runner es de la serie negra, no me fastidien.
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