Cr¨®nica de amor
Ahora comienzan a llegar las noches en que el d¨ªa a¨²n se prolonga en una especie de luz que tarda en disolverse entre los ¨¢rboles, en los tejados, incluso dentro de m¨ª. Una leve claridad dulce aun despu¨¦s de las ventanas iluminadas, de los autom¨®viles que disminuyen en la calle, de mi hijo acostado. Los ojos de mi mujer diferentes. Sus gestos m¨¢s sueltos. Y entonces digo
-Eunice
no a ella, a m¨ª, y me siento feliz, me siento con suerte y feliz. Digo
-Eunice
ella, porque habl¨¦ bajito y no entendi¨® bien
-?C¨®mo?
yo
-Estaba repitiendo tu nombre
esto en el sof¨¢ de la sala, contento por esa leve claridad dulce de esos restos del d¨ªa en los ¨¢rboles (es gracioso c¨®mo hay sol todav¨ªa a pesar de no haber sol, como la brisa de las seis de la tarde se mantiene en la oscuridad)
El ni?o malvado sigue volvi¨¦ndose hacia ella, la mano que golpeaba el coj¨ªn tienta la rodilla
yo, golpeando con la mano el coj¨ªn al lado del m¨ªo, sonri¨¦ndole
-Si¨¦ntate aqu¨ª, Eunice
porque me siento feliz, me siento con suerte y feliz, el brazo de mi mujer alrededor de mi cuello, me pregunto si el ni?o ya estar¨¢ durmiendo, los dedos de mi mujer en mi oreja me ayudan a decidir que ya est¨¢, me vuelvo un poco hacia ella y el ¨ªndice y el pulgar me aprietan el l¨®bulo
-Ni?o malo, ni?o malo
detr¨¢s del ¨ªndice y del pulgar suele venir una lengua y s¨ª que viene, la punta de la lengua sustituye al ¨ªndice y al pulgar
-Ni?o malo, ni?o malo
unas partes m¨ªas se derriten, otras se animan, creo que soy realmente un ni?o malo, un ni?o muy malo y las partes que se animan se animan m¨¢s, mientras la punta de la lengua sustituye al pulgar y el ¨ªndice y el pulgar y el ¨ªndice me pellizcan el v¨¦rtice de la nariz
-Ni?o malvado
el ni?o malvado sigue volvi¨¦ndose hacia ella, la mano que golpeaba el coj¨ªn tienta la rodilla, alcanza el dobladillo del vestido, se extiende por el muslo, mi mujer
-Qu¨¦ malvado
abandona la oreja, apoya la nuca en el sof¨¢, se ablanda tambi¨¦n, con los ojos cerrados
-Hazme maldades, malvado
la mano descubre zonas misteriosas, tierras cuya margen ha depilado la hojilla de afeitar, mi mujer ya no habla, susurra solamente y en el susurro
-Dios m¨ªo
nunca entend¨ª qu¨¦ tiene que ver Dios en todo esto pero no me parece el momento de discutir el asunto, si ella susurra
-Dios m¨ªo
qu¨¦ hay de malo siempre que siga rozando con la palma, muy leve, mis pantalones, donde una de las partes que se animan se ha animado tanto que me cuesta contenerla, tal vez apartarme un poquito para evitar consecuencias prematuras, tal vez proponerle
-Espera
o si no pensar en el dentista que me anuncia con las tenazas en alto
-Hay que quitar esta muela
el dentista ha surtido un efecto tan fulminante que todo se desanima ahora, mi mujer sin
-Dios m¨ªo
y sin susurros se endereza en el sof¨¢
-?Qu¨¦ ocurre, Beto?
y en lugar de
-?Qu¨¦ ocurre, Beto?
una sonrisa inmensa, carn¨ªvora, el ¨ªndice y el pulgar que se entretuvieron en mi oreja, en la nariz, en este momento no de carne, met¨¢licos, ganchudos
-Hay que quitar esta muela
comienzo a retroceder en el sof¨¢, con las palmas extendidas
-No
un
-No
que es un rugido de dolor anticipado, de congoja, de miedo, le sujeto la mu?eca
-No
me sorprende que al final no sean unas tenazas sino los dedos de ella, le toco los dedos y son los de ella realmente, qu¨¦ idiotez la m¨ªa, mi mujer frot¨¢ndose la mu?eca
-Me has hecho da?o, est¨²pido
con la boca tr¨¦mula, estira su vestido hacia abajo, me empuja, busca una revista en lo que llama mesita de apoyo, que es un calificativo que, no s¨¦ por qu¨¦, me hace pensar en muletas, el d¨ªa se ha disuelto por completo en los tejados, en los ¨¢rboles, la leve claridad dulce ya se ha ido, busco su ment¨®n
-Ven aqu¨ª
y nada, mi mujer en la revista, su voz, desde el interior de las p¨¢ginas
-Su¨¦ltame, hazme el favor
y cuando ella dice
-Hazme el favor
es se?al de que las cosas no est¨¢n nada bien, de modo que yo
-Eunice
repito
-Eunice
y la revista entre nosotros, estiro el cuello para acercarme a su cara, arrullo
-?Ya no soy tu ni?o malo?
y silencio, insisto
-?Ya no soy tu ni?o malo, Eunice?
y un silencio m¨¢s largo, despu¨¦s del silencio m¨¢s largo la revista cambia de p¨¢gina y gru?e
-Lo que t¨² eres es un imb¨¦cil, ?entiendes?
y nueva p¨¢gina, nuevo silencio, este silencio, por a?adidura, tan largo que la forma del sof¨¢ se altera, junto las piernas con toda la fuerza que puedo, sujeto con las u?as los brazos de una silla cromada, me han puesto una especie de babero, alguien se inclina hacia m¨ª y anuncia
-Hay que quitar esta muela
y yo con la boca bien abierta, indefenso, sumido en la angustia, me doy confusamente cuenta de que mi mujer ha sacado el pa?uelo del bolso, me doy confusamente cuenta de que intenta disimular las l¨¢grimas en el suplemento de Econom¨ªa y Finanzas, murmurando como hace diez minutos, en un susurro, s¨®lo que no es un susurro, es una desilusi¨®n gimiente, mi mujer, mientras imagino que las tenazas me rompen la enc¨ªa, dice sollozando
-Dios m¨ªo.
Traducci¨®n de Mario Merlino.
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