Un paseo por Arc del Teatre
Siempre me ha parecido que entrar en la calle del Arc del Teatre por La Rambla de Barcelona es como sumergirse en un decorado de zarzuela: a la derecha, en una pared gris y desconchada llena de cables de luz y ca?er¨ªas, un gran panel anunciaba, hasta hace poco, la corrida de toros de La Monumental. Ahora el panel comparte carteles de conciertos de rock, clases de espa?ol para inmigrantes y ofertas de pisos para compartir. A la izquierda quedan los ¨²ltimos vestigios de lo que fue quiz¨¢ el chiringuito con m¨¢s solera de toda Barcelona: cazalla y manzanilla, anunciaba el cartel; all¨ª se despachaba un mejunje potente que reun¨ªa a la fauna y flora del barrio y parte del extranjero, l¨¦ase putas y puteros, noct¨¢mbulos, vagabundos de toda la vida, artistas y clientes que sal¨ªan de los cabar¨¦s de la zona y muchos progres y estudiantes que el fin de semana recorr¨ªan el barrio ansiosos de emociones nuevas.
All¨ª se ofrec¨ªa el ¨²ltimo consuelo al que no pod¨ªa dormir, al que necesitaba compa?¨ªa o simplemente al que el cuerpo le ped¨ªa m¨¢s madera. Todo esto se acab¨®. Hace unos tres a?os el chiringuito del Arc del Teatre cerr¨® para siempre. Aquella Rambla de cazalla y manzanilla ya no existe y sus propietarios bajaron la puerta met¨¢lica sin mucho ruido, como tantos establecimientos hist¨®ricos del barrio chino. Ahora queda el fluorescente a medio caer y un trozo de barra de m¨¢rmol que se llena de latas de cerveza de los que siguen acudiendo a esta calle por la noche.
Para muchos barceloneses, la calle del Arc del Teatre es zona tab¨². Fachadas grises, balcones con ropa tendida que gotea, ventanas cerradas para siempre, vecinos de toda la vida, noct¨¢mbulos en busca de marcha, ¨¢rabes o simplemente estudiantes de ¨¢rabe que buscan un libro, musulmanes que se acercan a la mezquita para rezar, ni?os que estudian ¨¢rabe, turistas despistados, m¨¢s de un travestido, ciclistas que huyen de los coches... Arc del Teatre podr¨ªa ser como el resumen de lo que es Ciutat Vella; por eso me gusta.
No recuerdo haber tropezado con ning¨²n coche: el ruido -de d¨ªa- son s¨®lo las voces de los vecinos y alguna radio que se adivina tras el balc¨®n abierto, pero de noche todo cambia. Que se lo pregunten a los vecinos, hartos ya de protestar porque no pueden dormir del jaleo. Es que hay dos calles, la diurna y la nocturna, la del "buenos d¨ªas, se?ora Pepita, ?c¨®mo se encuentra?" y la que sigue reuniendo al noct¨¢mbulo empedernido. El Kentucky es donde van a morir los elefantes, en el Al Jaima -regentado por un palestino- se sirven el famoso t¨¦ con menta y una copa de whisky, y en la discoteca Moog se puede mover el esqueleto hasta las tantas con famosos disc jockeys o asistir a conciertos. Tambi¨¦n est¨¢, a pocos metros, el bar la Concha, el Cangrejo, el Past¨ªs... cl¨¢sicos de la Barcelona nocturna de toda la vida.
Los vecinos no est¨¢n entusiasmados con las noches locas, pero sale el sol y la calle vuelve a ser un remanso de paz. Nunca he tenido la sensaci¨®n de sentirme insegura, me encanta recorrer la calle de punta a punta a media ma?ana y encontrar a los vecinos de siempre, tomar el t¨¦ en la librer¨ªa ¨¢rabe o charlar con alguien en la Associaci¨® d'Amics de l'Arc del Teatre i Rodalies, que cuenta con 300 socios, organiza toda clase de actividades y recibe unos miserables 300 euros al a?o por parte del Ayuntamiento de Barcelona. Tocan a un euro por cabeza, lo que obliga a usar la imaginaci¨®n a sus organizadores para que el centro no decaiga, y realmente se mantiene bien vivo.
Los vecinos han salido a la calle para exigir que se controle la delincuencia. A nadie le hace gracia que a pocos metros se trapichee con casi todo lo trapicheable; por eso gritan hasta rabiar para que les hagan caso. Ahora preparan las fiestas de Santa M¨°nica, patrona del barrio. Del 27 al 29 de agosto habr¨¢ jolgorio para todos.
Si se echa un vistazo al vest¨ªbulo de la asociaci¨®n se ve lo que fue esta calle a principios del siglo XX. Unas fotos muestran los puestos del mercado ambulante que todos los d¨ªas se instalaba all¨ª desde las cinco de la ma?ana hasta las tres de la tarde. La calle se llamaba entonces Trencaclaus, hasta que en 1920 cambi¨® de nombre por el arco que se construy¨® adosado al teatro Principal y que da salida a La Rambla. No se dejen amedrentar por las apariencias: les aconsejo un paseo a media ma?ana, o a media tarde. Vale la pena.
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