El almez del Bot¨¢nico
Si Valencia fuese una ciudad razonablemente normal, la calle de Caballeros constituir¨ªa su centro m¨¢s preciado. No necesariamente el centro comercial, sino una de las arterias principales que conforman la personalidad de la urbe, y que consigue con su elegancia y sobriedad infundir un estilo caracter¨ªstico a toda la ciudad. Pienso por ejemplo en la Via del Corso de Roma, con sus elegantes comercios y su vida ajetreada y bulliciosa. La calle de Caballeros, salvando las distancias, con sus bellos palacios g¨®ticos y renacentistas, con la Generalitat y con la Catedral en su inicio, deber¨ªa haberse transformado en nuestro Corso, en una de las principales v¨ªas de la ciudad, punto de arranque de posibilidades infinitas, como ocurre con el famoso tridente romano.
"De Serranos a Quart, se deber¨ªa habilitar un recorrido c¨®modo y amable para el visitante"
"Muchos ignoran que no lejos existe uno de los bot¨¢nicos m¨¢s bellos y antiguos de Europa"
Y la verdad es que no hubiese sido muy dif¨ªcil. En lugar de conceder licencias a todos esos bares que arruinan la vida vecinal, se deber¨ªa haber optado por favorecer los comercios, las actividades culturales, las galer¨ªas de arte y los centros y asociaciones c¨ªvicas. Desde las Torres de Serranos, hasta las de Quart, se tendr¨ªa que haber habilitado un recorrido c¨®modo y amable para el visitante: con el atractivo indudable de La Seu y de la Generalitat, pero ornando el itinerario con todo aquello que permite fl?ner al turista, distraerse con peque?eces y laisser couler le temps. No obstante, en estos momentos, la calle de Caballeros es una de las m¨¢s inc¨®modas y ruidosas de Valencia: con sus aceras rid¨ªculas, sembradas de innumerables obst¨¢culos, resulta casi intransitable, sobre todo si el grupo es nutrido y busca poder gozar con las perspectivas.
En cualquier caso, en ese itinerario civilizado el Jard¨ªn Bot¨¢nico deber¨ªa constituir el punto final del recorrido. En estos momentos, muchos de los turistas que visitan el centro hist¨®rico ignoran que no muy lejos -en la misma calle de Quart- existe uno de los jardines bot¨¢nicos m¨¢s bellos y antiguos de Europa. En una ciudad normal, este hort de Tramoieres constituir¨ªa uno de los puntos de atracci¨®n m¨¢s significativos. Con sus ¨¢rboles centenarios y la arquitectura rom¨¢ntica de sus invernaderos, el Jard¨ª Bot¨¤nic de la Universitat de Val¨¨ncia deber¨ªa ser una de las atracciones m¨¢s claras e insoslayables de la visita al barrio antiguo.
En la entrada del Bot¨¢nico, crece un viejo almez, que ha quedado ubicado en medio del patio del nuevo edificio de investigaci¨®n. El almez -nuestro llidoner- es un ¨¢rbol muy querido de los valencianos, y acostumbraba a plantarse cerca de las alquer¨ªas: con su sombra daba refugio a los trabajadores del mas, y su madera serv¨ªa (y a¨²n se sigue utilizando) para realizar utensilios de labranza. De alguna forma, el llidoner del Bot¨¢nico evoca aquella relaci¨®n de los valencianos con la tierra. Evidentemente, este viejo almez -los ni?os, cuando acceden al Bot¨¢nico, alzan los ojos boquiabiertos, y preguntan al monitor si se trata de un ¨¢rbol f¨®sil- ha de competir con muchas otras singularidades, como el elegante ginkgo, o la bell¨ªsima palmera de m¨¢s de treinta brazos (conocida como La Carcasa), o la monumental Chorisia. Sin embargo, a¨²n as¨ª, este llidoner tiene un encanto muy especial: hace unos d¨ªas el fot¨®grafo brasile?o Sebasti?o Salgado visit¨® el Jard¨ªn Bot¨¢nico, y retrat¨® a todo el personal alrededor del almez. De alguna forma, bajo su copa -bajo su sombra vasta y patriarcal, como dir¨ªa Lloren? Riber-, los investigadores encontraron un c¨¢lido refugio. Es un ¨¢rbol que nos es propio, y curiosamente no sobrevive ning¨²n otro llidoner de estas proporciones en toda Valencia. De alguna forma, los responsables del Jard¨ªn Bot¨¢nico deber¨ªan explotar un poco m¨¢s su imagen: su tronco inclinado, que ha crecido buscando la luz, sus hojas y sus frutos, tan caracter¨ªsticos... El viejo almez podr¨ªa convertirse, si no en el emblema del Bot¨¢nico, s¨ª en uno de sus alicientes m¨¢s queridos y admirados. Aquel llidoner de la calle de Quart, en una ciudad normal, ser¨ªa un hito m¨¢s del centro hist¨®rico.
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