Dejar de fumar
Primeros d¨ªas de s¨ªndrome de abstinencia de mi amigo, que decidi¨® dejar de fumar porque "FUMAR PUEDE PROVOCAR UNA MUERTE LENTA Y DOLOROSA", am¨¦n del dinero que dice que se va a ahorrar en pitillos. Cuando nos encontramos, me asegura que se siente estupendamente, que no se cansa jugando al paddle, que corre los quinientos metros en poquis¨ªsimos segundos, que se hace no s¨¦ cu¨¢ntos largos en la piscina, y eso que acaba de dejarlo hace unos pocos d¨ªas. Seg¨²n parece, antes de que el maldito tabaco irrumpiera en nuestras vidas, todos ¨¦ramos superhombres. Cuando ya s¨®lo falta que me diga que ahora tiene vista de Rayos X o que puede atravesar paredes, me confiesa que en su puesto de ejecutivo se ha vuelto mucho m¨¢s agresivo, y que eso es lo que se espera de ¨¦l. Mientras asevera este hecho indudable, consume la ca?a con ansiedad, a un ritmo que har¨ªa palidecer a un bebedor de cerveza irland¨¦s, y pide la segunda, mientras que yo voy por la mitad de mi vaso.
Pronto comprendo que me es imposible seguirle el ritmo. Al cuarto bar mi amigo me dice que si ¨¦l pudiera, me har¨ªa dejar el vicio tambi¨¦n a m¨ª. Yo me r¨ªo, saco un cigarrillo, y lo enciendo. Mi amigo se pone nervioso, no puede resistirlo m¨¢s y me dice que le d¨¦ una caladita, pero se arrepiente inmediatamente y rechaza el pitillo: "No lo necesito", dice, y repite: "No, no lo necesito, de verdad", a pesar de que yo no he insistido de ninguna manera. Nuevamente empieza a enumerar partes de su cuerpo que funcionan mucho mejor que antes, y llega a la conclusi¨®n de que en esa forma f¨ªsica podr¨ªa combinar las artes marciales con el paddle. Adem¨¢s, si ahora juega as¨ª al paddle, ?c¨®mo ser¨¢ a la hora de hacer el amor? Finalmente, concluye que dejar de fumar ha sido lo mejor que ha hecho en toda su vida. Luego me pregunta si me puedo llegar a imaginar c¨®mo huelen las cosas y c¨®mo sabe la comida cuando no se fuma. Decididamente, le contesto que no. Ante mi negativa, afirma que los fumadores -tribu a la que ¨¦l pertenec¨ªa hasta hace muy poco- le damos pena.
Con el dinero que se ahorre en tabaco, mi amigo ha decidido comprarse una moto de agua. Parece una tonter¨ªa, pero no lo es m¨¢s que gastarse todo ese dinero en pitillos. Cuando tenga la moto de agua, ya me dar¨¢ una vuelta. Eso s¨ª, no me dejar¨¢ fumar durante el viaje, ja, ja, ja. Ser¨¢ estupendo, lo de la moto de agua. Entre comentario y comentario, saco disimuladamente un cigarrillo para no atormentar a mi amigo. "Es el d¨¦cimo que fumas", me reprocha, cuando se percata de que me lo llevo a la boca.
Tal vez a partir de esa observaci¨®n, o a causa del endiablado ritmo de las rondas, el ambiente se va caldeando, la moto de agua salta figuradamente por los aires, y despu¨¦s hay un cruce de improperios, hasta que, por fin, le ruego a mi amigo que, por favor, se fume un cigarrillo de una vez por todas y me deje en paz, porque es necesario se?alar una verdad como un templo: "DEJAR DE FUMAR PERJUDICA A LOS QUE LE RODEAN". Y eso no lo dicen en los paquetes de tabaco.
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