Bush reconoce que la red de distribuci¨®n el¨¦ctrica est¨¢ "anticuada" y requiere reformas
Bill Richardson, ex secretario de Energ¨ªa con Clinton, califica el sistema de "tercermundista"
Bill Richardson, ex secretario estadounidense de Energ¨ªa con Bill Clinton y actual gobernador de Nuevo M¨¦xico, fue quien defini¨® el problema de forma m¨¢s concisa: "Somos una gran superpotencia con una red el¨¦ctrica tercermundista". El presidente George W. Bush reconoci¨® que la red de distribuci¨®n est¨¢ "anticuada" y requiere reformas profundas. La desregulaci¨®n de los a?os noventa y la l¨®gica capitalista, por la que s¨®lo se invierte en lo que puede generar beneficios, han creado una situaci¨®n grav¨ªsima que amenaza continuamente el crecimiento econ¨®mico.
Crisis el¨¦ctricas como la registrada en la Costa Oeste en 2000, con terribles efectos sobre California, son relativamente raras. La causa inmediata de una crisis de ese tipo es la insuficiencia de la producci¨®n de electricidad local, motivada por la falta de inversiones en centrales generadoras. En California, eso se debi¨® a una desregulaci¨®n mal planteada, a la acumulaci¨®n de restricciones medioambientales y, sobre todo, a la especulaci¨®n ilegal efectuada por las compa?¨ªas productoras. Incluso en California, sin embargo, los problemas se habr¨ªan resuelto si la red nacional hubiera estado a la altura de las circunstancias, porque habr¨ªa sido posible importar kilovatios desde Estados con excedente, como los del Medio Oeste. Pero la red nacional est¨¢ mal planteada, conecta de forma insuficiente unas regiones con otras y suele funcionar al l¨ªmite de su capacidad.
"Nunca m¨¢s", se dijo tras el apag¨®n de 1977. "Nunca m¨¢s", se dijo tras la crisis el¨¦ctrica de California. "Nunca m¨¢s", repiti¨® ayer George Pataki, gobernador de Nueva York. "Esas cosas seguir¨¢n ocurriendo", coment¨®, sin embargo, Irwin Stelzer, analista del sector el¨¦ctrico en el Hudson Institute.
El problema b¨¢sico radica en que, en un sector totalmente privatizado, las empresas no tienen ning¨²n incentivo para invertir en nuevas l¨ªneas de alta tensi¨®n. Para empezar, las leyes de desregulaci¨®n obligaron a separar por completo las empresas de producci¨®n (generadores) y las empresas de distribuci¨®n. Los generadores quedaron por ley al margen de la red. Y los distribuidores, que en la mayor¨ªa del pa¨ªs disfrutan de pr¨¢cticos monopolios sobre un determinado mercado geogr¨¢fico, carecen del m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s en gastar los miles de millones de d¨®lares necesarios para sacar la red del atraso tercermundista. Primero, porque tienen que mantener un delicado equilibrio entre una electricidad al por mayor (la que le venden los generadores) encarecida por las subidas de precio del gas natural y unas tarifas al por menor (las que cobra al consumidor) parcialmente reguladas. Sus m¨¢rgenes de beneficio son escasos. En segundo lugar, ?cu¨¢l ser¨ªa su beneficio si mejoraran la red? S¨®lo una notable subida de las tarifas permitir¨ªa compensar el gasto en modernizaci¨®n, y ninguna autoridad pol¨ªtica se muestra interesada en aprobarla. Mientras crecen la poblaci¨®n y el consumo, la producci¨®n aumenta de forma insuficiente y las v¨ªas para repartirla por el pa¨ªs se caen a pedazos.
Varios parlamentarios de ambos partidos han intentado en al menos dos ocasiones en los dos ¨²ltimos a?os aprobar en el Congreso leyes energ¨¦ticas que obligaran al Gobierno federal a incentivar, por la v¨ªa de compensar directa o fiscalmente a las empresas, la inversi¨®n privada en nuevas redes de alta tensi¨®n. El grueso de los republicanos, sin embargo, rechaza esas iniciativas, considerando que representan una intromisi¨®n p¨²blica en el sector privado y que, en ¨²ltimo extremo, podr¨ªan agravar la situaci¨®n financiera de los distribuidores: la existencia de nuevas l¨ªneas alternativas crear¨ªa competencia y tender¨ªa a reducir la tarifa, en concepto de "cargo de transmisi¨®n", aplicada sobre los consumidores, lo que estrechar¨ªa a¨²n m¨¢s el margen de beneficio de las compa?¨ªas distribuidoras. Los analistas pol¨ªticos creen que el desastre iniciado el jueves ayudar¨¢ a desbloquear en el Congreso los proyectos dirigidos a mejorar la red el¨¦ctrica.
Mientras tanto, Estados Unidos sigue siendo un pa¨ªs en el que los cables de alta tensi¨®n cuelgan sobre las calles, porque s¨®lo una ¨ªnfima parte de la red se ha soterrado, y en el que los condados aceptan m¨¢s f¨¢cilmente albergar una prisi¨®n (que, al fin y al cabo, deja alg¨²n dinero) que una hilera de torres de alta tensi¨®n. En veranos especialmente t¨®rridos (este no lo es en la Costa Este), ciudades como Nueva York se ven obligadas a colocar en las aceras peque?os generadores de emergencia, para compensar la insuficiencia del suministro. Y cada vez que se produce un apag¨®n se repite la misma frase: "Nunca m¨¢s".
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