Un Bilbao limpio de sangre
Un a?o m¨¢s, la tauromafia vuelve a manchar el nombre de Bilbao con espect¨¢culos taurinos, odiosa mercanc¨ªa con que algunos buscan vendernos violencia, ignorancia e insensibilidad. Para ello, otorgan a las torturas de toros un car¨¢cter de tradici¨®n sacrosanta, olvidando que el circo romano y la quema de herejes tambi¨¦n fueron tradiciones de honda raigambre hasta que, por fortuna, la sociedad super¨® tales barbaries.
La tortura de hombres y animales fue anta?o patrimonio com¨²n de una Europa sucia, inculta y cruel. Los festejos p¨²blicos preferidos por la chusma eran aquellos donde se empalaban y quemaban vivos a hombres y mujeres, mientras que los animales eran forzados a pasar sobre una alfombra de brasas, enterr¨¢ndolos con la cabeza fuera para mejor disfrute de su angustiosa agon¨ªa.
Desde Italia a Rusia, martirizar toros, perros y osos fue pasatiempo habitual de toda fiesta, siendo las v¨ªctimas -revestidas de p¨®lvora y cohetes- asaeteadas y despe?adas entre el jolgorio general. La crueldad con los animales constitu¨ªa, pues, pr¨¢ctica corriente de la Europa m¨¢s negra y cerril. Pero el siglo XVIII trajo los vientos nuevos de la Ilustraci¨®n, iniciando una valiente cr¨ªtica frente a cualquier g¨¦nero de torturas.
Por desgracia, la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica se aisl¨® de la modernidad, encerrada en su b¨²nker oscurantista. Y de aquel enquistamiento en lo cutre hoy nos queda esa indecencia que supone el martirio lento de seis animales cada tarde, s¨¢dica diversi¨®n que contraviene a la m¨¢s elemental compasi¨®n y cordura. Y a tama?a obscenidad, a tal horror sin nombre, llevan a los ni?os para que aprendan a ser ruines y agresivos desde chiquitos.
El dinero p¨²blico, el dinero del contribuyente, subvenciona el criminal negocio, pese a que el 90% de los ciudadanos del estado espa?ol se oponen al maltrato animal. Como ciudadano de Bilbao que soy, conozco que ¨¦ste es, tambi¨¦n, el sentir mayoritario de la culta y honrada villa de Bilbao, cuya poblaci¨®n trabaja por un futuro armonioso, limpio de sangre, donde no tenga cabida esa "exaltaci¨®n m¨¢xima de la agresividad humana", que es como F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente calificaba a las aberrantes fiestas taurinas.
Hoy en Bilbao, la conciencia de las nuevas generaciones y una ¨¦tica a la altura de nuestro tiempo, caminan hacia una relaci¨®n respetuosa del ser humano con el planeta y con el resto de las criaturas que lo pueblan, sin enfangarnos en ese charco de mierda y sadismo que son las torturas de animales.
Ya hay municipios catalanes que han prohibido las corridas de toros; la Comunidad de Canarias igualmente las ha abolido. Ojal¨¢ se barra de Bilbao semejante carro?a.
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