La plaza recordada
No mucha gente sabe que Segorbe es una de las ciudades m¨¢s hermosas y con una personalidad m¨¢s acusada, inscrita en el revoltijo de sus calles, del interior valenciano. La capital del alto Palancia tiene una historia larga e importante. Era el centro de una comarca rica y un paso obligado en uno de los caminos principales que unen el reino de Valencia con el de Arag¨®n. La red viaria moderna ha dejado Segorbe muy ligeramente de lado, aunque la ruta que va de Sagunto a Teruel pasa muy cerca de la ciudad. A¨²n as¨ª, Segorbe, como Morella, Sant Mateu o Villar, como todas las ciudades de interior del norte valenciano, ha visto descender lentamente su actividad y su poblaci¨®n, y con ellas su privilegiada posici¨®n de centro de comunicaci¨®n y de mercado de primer orden de nuestro pa¨ªs. Ahora, poco m¨¢s de 8.000 habitantes forman el censo de Segorbe. A¨²n as¨ª, sus calles, sus iglesias y sus torres nos recuerdan que ¨¦sta ha sido una gran ciudad. Por otra parte, la sede episcopal, que, seg¨²n dicen los segorbinos, la ciudad ostenta desde el siglo VI, le da a la ciudad un aire monumental muy peculiar (con cierto matiz lev¨ªtico, como en Vic, que no le cuadra mal).
"No mucha gente sabe que Segorbe es una de las ciudades m¨¢s hermosas"
"En esta tierra convivieron el castellano y el catal¨¢n durante siglos"
S¨ª, Segorbe es una ciudad remansada, sacerdotal, de muros largos y calles estrechas que se api?an en la parte alta, una ciudad abundante de iglesias, capillas, seminario, conventos y palacio episcopal. Sus rincones invitan a la contemplaci¨®n y quiz¨¢ a la plegaria. Uno se pregunta c¨®mo era, c¨®mo es, la vida ciudadana en estas calles. La catedral es neocl¨¢sica, con algunos restos de otras ¨¦pocas, en especial un bello y recoleto claustro g¨®tico. El museo diocesano alberga unas cuantas obras destacadas del g¨®tico y el renacimiento valencianos. Pero Segorbe es tambi¨¦n una ciudad culta y muy republicana, as¨ª que no es de extra?ar que se conserve aqu¨ª, tras negociaciones que se adivinan complejas, el imponente legado literario de ese gran escritor que fue Max Aub. Los segorbinos no s¨®lo lo guardan, sino que lo cultivan y procuran enaltecer como se merece su memoria. No hay m¨¢s que ver la bien organizada e informativa web de la Fundaci¨®n Max Aub.
La parte alta de la ciudad es la m¨¢s pintoresca, tiene un sabor morisco muy estilizado, de callejones blancos que se empinan casi hasta la cima del cerro protector. Desde arriba, la vista es amena y ampl¨ªsima. Quien quisiera atacar la ciudad hab¨ªa de aventurarse al descubierto. La ¨²ltima vez que fui, este barrio, extraordinariamente hermoso, se manten¨ªa en general bien conservado, pero ya daba, aqu¨ª y all¨¢, tristes indicios de descuido. Los valencianos son, o eran hasta hace poco, poco dados a conocer y recorrer su tierra. Quiz¨¢ ello explique el abandono en que se encuentran muchos de sus mejores rincones. Aunque en Segorbe, al menos, sus habitantes saben lo que tienen, y lo han mantenido hasta ahora en un notable buen estado a pesar de la ignorancia exterior.
Si la parte alta es excepcional por humilde y pintoresca, a m¨ª me atrae mucho tambi¨¦n el paseo por el sector monumental, especialmente lo que queda de sus murallas y sus torres; la maciza y cil¨ªndrica torre del Botx¨ª -que con su mismo nombre nos informa de que en esta tierra convivieron el castellano y el catal¨¢n durante siglos y a la vez de que la justicia siempre ha sido un asunto severo-, y la torre de la C¨¢rcel, algo m¨¢s alta y menos gruesa. El paseo de la muralla tiene la verde amenidad de un jard¨ªn rom¨¢ntico. Ya en el casco antiguo, me parece recordar que junto a la torre del Botx¨ª hay algunas casas de calidad y el ¨²ltimo tramo de un acueducto medieval. Ante ¨¦l, una plazoleta con bancos en donde contemplar a placer ese territorio de otro tiempo. Muy lejos el tr¨¢fico de su carretera, hacia J¨¦rica, Almonacid, Sagunto y Onda, nos recuerda que Segorbe, en el presente, sigue estando en el centro de su peque?o mundo.
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