Entre la perplejidad y la indignaci¨®n en Manhattan
Las an¨¦cdotas del corte de luz recorren Nueva York, que ayer se despert¨® con colas en los bancos y basura acumulada
Manhattan, ya con energ¨ªa el¨¦ctrica, empieza a hacer preguntas. En las cafeter¨ªas, en Central Park, o en la Quinta Avenida, los neoyorquinos recurren al apag¨®n como tema de conversaci¨®n. Jessica Balloch espera su turno en una sucursal del banco Washington Mutual, situada en una esquina de la calle Broadway. La fila es tan larga que los ¨²ltimos en llegar tienen que quedarse en la calle. "Deb¨ªa haber realizado una transferencia bancaria hace dos d¨ªas. Y ahora me he visto obligada a suspender un viaje al campo para resolver este asunto de una vez", se queja.
Jay Washington, su compa?ero de piso, estaba sacando dinero el jueves de un cajero autom¨¢tico cuando se produjo el corte de luz. El cajero se trag¨® su tarjeta de cr¨¦dito. "Lo que no entiendo es c¨®mo en el a?o 2003 y en la primera potencia mundial ocurren a¨²n estas cosas. Nuestra ciudad retrocedi¨® por unas horas al siglo XVIII", afirma. Un anciano se suma a la conversaci¨®n: "Nueva York se ha convertido en dos ciudades. Aqu¨ª, en la parte alta de la Gran Manzana, recuperamos la energ¨ªa el¨¦ctrica hace ya un d¨ªa [por el viernes], pero en Queens o en zonas del Downtown han estado padeciendo las consecuencias del apag¨®n hasta esta ma?ana".
"El centro estaba tan oscuro que fuimos en direcci¨®n contraria por la Quinta Avenida"
Las bolsas repletas de comida podrida se amontonan en las esquinas de las aceras
Abraham Flores, un puertorrique?o que trabaja en un supermercado situado frente al banco, corrobora lo dicho por el hombre: "La ¨²ltima vez que estuve en mi casa fue el mi¨¦rcoles. Vivo en Queens [fuera de Manhattan], a 50 minutos en tren desde aqu¨ª, en un ¨¢rea a la que no lleg¨® la electricidad hasta esta pasada noche. Como el metro ha permanecido cerrado, he tenido que quedarme a dormir estos d¨ªas en casa de un compa?ero".
El servicio de recogida de basuras reanudaba ayer su labor y se encontraba con doble trabajo. Las bolsas repletas de comida podrida se amontonaban en las esquinas de las aceras. Los supermercados se han visto obligados a deshacerse de la mayor parte de sus productos perecederos, que no aguantaron sin refrigeraci¨®n las altas temperaturas de agosto. Los carteros se apresuraban en la ma?ana de ayer a entregar los paquetes m¨¢s urgentes.
"En principio, el hecho de que nuestro programa inform¨¢tico haya estado paralizado no supone que se vayan a perder env¨ªos. Tan s¨®lo sufrir¨¢n retrasos", asegura Matt Andrews, un repartidor que cubre el ¨¢rea del Upper West Side de Manhattan. En Amsterdam Avenue, dos hombres descargan un cami¨®n de cajas de comida para los restaurantes de la zona. "Nuestro jefe nos dijo que no trabaj¨¢ramos el viernes porque el tr¨¢fico iba a ser ca¨®tico. Los clientes estaban impacientes, as¨ª que hemos tenido que madrugar hoy para entregar todos estos pedidos", explican.
La red de metro se restableci¨® por completo a primera hora de la ma?ana de ayer. Las principales bocas del suburbano estaban repletas de periodistas estadounidenses entrevistando a los pasajeros. En la estaci¨®n de la calle Broadway con la 72, varias personas exig¨ªan al encargado que les devolviera el dinero que pagaron por el pasaje del pasado jueves. "Tengo un billete que cubre una semana de trayectos y que caduca ma?ana. Quiero que prorroguen su validez, porque el d¨ªa en que se fue la luz no pude utilizar el metro", explicaba una mujer.
David Lled¨®, un espa?ol que se encontraba en las cataratas del Ni¨¢gara cuando se produjo el corte del suministro el¨¦ctrico, tiene el mismo problema. Le han prometido que le devolver¨¢n el dinero. "Viajamos desde Ni¨¢gara hasta aqu¨ª, pasando por todos los lugares que se hab¨ªan quedado en la oscuridad: Buffalo, Albany... Llegamos a Manhattan a las cuatro de la madrugada del viernes y observamos un skyline [perfil de la ciudad] muy singular. Los rascacielos eran negros, y sobre ellos se alzaban los primeros rayos de sol". "El centro de la ciudad estaba tan oscuro que cuando nos dimos cuenta est¨¢bamos circulando en direcci¨®n contraria por la Quinta Avenida", dice su amigo Eduardo Bagur.
Los sem¨¢foros funcionan de nuevo, pero algunos encienden las luces a su antojo. En los cruces m¨¢s complicados, los voluntarios regulan la circulaci¨®n. Martha Manuels es una joven que se ha ofrecido a coordinar el tr¨¢fico en Columbus Circle. "Esto es m¨¢s complicado de lo que yo pensaba", asegura. Un hombre se detiene a su altura y le adoctrina: "Lo que debe hacer la oposici¨®n pol¨ªtica es exigir a Bush una explicaci¨®n en condiciones. Tenemos una red obsoleta".
Martha Manuels no le hace mucho caso y decide tomarse un descanso para sentarse en el bordillo de una acera, comer un bocadillo y contar a su compa?ero Benny c¨®mo logr¨® llegar a su casa el pasado jueves. Las an¨¦cdotas sobre el gran apag¨®n corren ya de boca en boca por Manhattan.
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