Aprender m¨²sica y no fundamentalismo
En Oriente Pr¨®ximo la vida transcurre a un ritmo casi siempre demasiado r¨¢pido para ser arm¨®nico, muy particularmente en Israel y los territorios palestinos. Sus ciudadanos viven una doble existencia, la propia, que quisieran sumida en la cotidianidad de una vida de rutina, y la impuesta por los acontecimientos, la historia, el destino colectivo como pueblo... La primera suele ser la expresi¨®n de la vocaci¨®n de gentes pac¨ªficas, que s¨®lo aspiran a lo que cualquier ciudadano de esas caracter¨ªsticas en cualquier otro lugar del mundo. Pero es la segunda la que se impone, marcando las vidas por conflictos b¨¦licos, por luchas de identidad, por el miedo al otro y a s¨ª mismos... y por la falta de reflexi¨®n.
Pero un pueblo no puede vivir sin reflexi¨®n, y cuanto m¨¢s si, como es el caso para Israel, su propia supervivencia es lo que est¨¢ en juego sin poder decidir sobre c¨®mo determinarla. Me atrevo a afirmar que, si Israel y los israel¨ªes siguen dej¨¢ndose llevar por los acontecimientos y la prisa, por la vocaci¨®n de resolver sus contradicciones y conflictos por la v¨ªa m¨¢s r¨¢pida y contundente -y en consecuencia menos amplia-, las negras perspectivas que se aferran a su horizonte no har¨¢n sino aumentar. La ¨²nica verdadera seguridad de Israel, e incluso su propia existencia, pasa por ser aceptado por sus vecinos. Parad¨®jicamente, s¨®lo un futuro Estado palestino viable y democr¨¢tico puede ofrecer esas garant¨ªas.
El jud¨ªo no debe ser definido ¨²nicamente por los dem¨¢s, pues ¨¦se era su dram¨¢tico destino en la di¨¢spora, por cuya superaci¨®n tanto sufri¨® este pueblo. Desde que somos un Estado estamos obligados a cambiar, a ser menos nacionalistas y m¨¢s patriotas, esto es, sentirnos m¨¢s orgullosos de lo que podemos realizar con nuestros propios recursos, y no dependiendo de los dem¨¢s. Pero ?ser¨ªa concebible hoy la existencia de Israel sin depender de Estados Unidos o de las comunidades jud¨ªas de aquel y otros pa¨ªses? Ni su capacidad militar ni su bienestar econ¨®mico ni, con gran frecuencia, decisiones pol¨ªticas fundamentales como aquellas que se refieren a su relaci¨®n con sus vecinos son independientes. Seguiremos padeciendo las debilidades de lo que Ernest Gellner llama nacionalistas de di¨¢spora.
Vivimos a¨²n aferrados a conceptos del pasado, como frontera y soberan¨ªa, que no s¨®lo se diluyen en un presente de mayor cooperaci¨®n e interdependencia internacionales, tambi¨¦n en un pasado com¨²n. El ¨²nico capital con que cuenta el pueblo jud¨ªo es moral, y se est¨¢ disipando, porque nos olvidamos de que hasta el 15 de mayo de 1948 muchos de los que hoy son israel¨ªes eran palestinos, jud¨ªos, ¨¢rabes y cristianos. La partici¨®n supuso la adopci¨®n de una nueva identidad, el ser israel¨ª. A los israel¨ªes debe exigirse una mayor responsabilidad para con la parte que no ha tenido esa posibilidad hist¨®rica, los palestinos, independientemente del reparto de responsabilidades sobre lo ocurrido: cooperar a su lucha por una identidad propia, entender sus claves o su interdependencia con Israel y la l¨®gica derrota-victoria que tan bien ha explicado Edward Said, comprender su larga lucha por la misma y su ansia de independencia; hasta 1967 vivieron gobernados por Jordania y desde entonces por Israel, con lo que el sentimiento nacional palestino nunca ha sido satisfecho, m¨¢s bien al contrario, nunca ha dejado de cesar el sentimiento de agravio.
La m¨²sica se reinventa todos los d¨ªas, las ideas fruct¨ªferas tambi¨¦n. Israel debe hacer cuanto sea posible por hacer realidad una visi¨®n de Oriente Pr¨®ximo donde el Estado palestino se consolide y progrese, en estrecha cooperaci¨®n, desde un primer momento, con Israel, en una cuasi federaci¨®n, siendo ¨¦ste uno de los aspectos en que Israel debe reinventarse. Lo que creemos hoy que significa fuerza es en realidad expresi¨®n de debilidad, valga como ejemplo la idea de la construcci¨®n de un muro que separe a Israel de Palestina; la apertura ser¨ªa la mejor expresi¨®n de fuerza y capacidad de decisi¨®n propias. Fue la debilidad de Atenas y no la fuerza de Esparta la que hizo de la cultura y la visi¨®n de los atenienses una fuerza capaz de perdurar.
Naturalmente, nada de eso justifica la violencia y las acciones de los suicidas palestinos. Los palestinos tambi¨¦n tienen que reinventarse a s¨ª mismos, tienen que crear la imagen del futuro Estado palestino, apoyado por un gran pueblo que cuenta con numerosas personas de talento. Este pueblo y este Estado han de estar a la vanguardia del progreso democr¨¢tico y el desarrollo de los derechos humanos, de la libertad de expresi¨®n o de la protecci¨®n del medio ambiente en Oriente Pr¨®ximo. Esto lo convertir¨¢ en una referencia para todo el mundo ¨¢rabe.
El conflicto tiene aspectos que son sim¨¦tricos y otros que son asim¨¦tricos, aunque valga afirmar con Isaiah Berlin que, en esencia, el nacionalismo palestino es la imagen especular del jud¨ªo, en su referencia a una injusticia colectiva. Entre los aspectos sim¨¦tricos, llama la atenci¨®n el que ambos pueblos tienen, a mi juicio, una idea falsa de lo que significan las demostraciones de fuerza: aferrarse a la posesi¨®n de territorios que no les pertenecen no es una demostraci¨®n de fuerza, del mismo modo que la cultura del terrorismo no es tampoco se?al de fuerza, sino de debilidad, o, en el mejor de los casos, de desesperaci¨®n.
Cualquier soluci¨®n pasa por incluir cambios simb¨®licos, aquellos que de verdad har¨¢n que los otros se liberen, y no cambios cosm¨¦ticos que simplemente buscan tranquilizar al otro; unos son activos y los otros son pasivos, record¨¢ndonos de nuevo la importancia de la idea de ser actor y no espectador del propio destino.
El futuro de ambos pueblos depende no de que se hagan m¨¢s peque?os, sino de que liberen fuerzas para que israel¨ªes y palestinos tengan una visi¨®n com¨²n, sean un ejemplo de entendimiento y cooperaci¨®n para el resto del mundo y dejen de ofrecer esta imagen de sufrimiento y enfrentamiento.
Cada parte debe buscar comprender y no negar a la otra los compromisos que requiere; deben propiciar cambios radicales en cada sociedad, deben liberar los impulsos creativos de ambos pueblos, ¨²nica esperanza de que termine el ciclo de violencia. La m¨²sica no resuelve los problemas del pueblo palestino o de la sociedad israel¨ª, pero siempre es mejor que los j¨®venes aprendan m¨²sica y no fundamentalismo.
Daniel Barenboim, pianista y director de orquesta, es fundador con el ensayista palestino Edward W. Said de la Orquesta East Western Divan.
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