"Tal vez no volvamos jam¨¢s"
La familia Fontanet-Cornudella visita su casa, arrasada por el incendio de Ma?anet de la Selva (Girona)
Una ba?era chamuscada, un somier fundido y un fuerte olor a ceniza. Esto es lo que encuentra la familia Fontanet-Cornudella en la coqueta casa de madera que hace 25 a?os comenz¨® a levantar en la urbanizaci¨®n Mas Altaba de Ma?anet de la Selva (Girona). Ellos nunca quisieron una gran casa, sino una simple caba?a de madera donde ver crecer a los hijos y pasar las vacaciones. S¨®lo una peque?a parte ten¨ªa paredes de obra. Dentro de ella, aunque chamuscada, hasta las l¨¢mparas se han salvado. Pero el resto, la mayor parte de la casa, ha quedado reducido a cenizas.
Nunca, hasta hace unos meses, hab¨ªan pensado establecer all¨ª su primera residencia. Pero ahora era diferente: ya cerca de la jubilaci¨®n, Albert Fontanet y Marta Cornudella hab¨ªan decidido dejar el piso de alquiler de Barcelona e instalarse en lo que ha sido su casa de vacaciones durante muchos a?os. Pero ya no saben si ser¨¢ as¨ª. El fuego cambi¨® todos sus planes el pasado jueves.
Albert Fontanet salvaba ayer lo que pod¨ªa de su casa incendiada. "Mira, si hasta se han fundido las llaves". Fontanet no sabe qu¨¦ har¨¢ con lo que queda de su propiedad en Ma?anet; a¨²n no est¨¢ preparado para decidir nada. "No s¨¦, tal vez me hundo y no volvemos jam¨¢s". Pero su familia sabe que no ser¨¢ as¨ª. La caba?a de madera est¨¢ destruida, s¨ª, pero les queda la otra parte de la vivienda, la que construyeron hace tres a?os a base de ladrillo y piedra. Era la prolongaci¨®n natural del viejo habit¨¢culo que no quisieron derribar al construir la parte nueva. "Le ten¨ªamos mucho cari?o, ?sabes?". Una puerta met¨¢lica estrat¨¦gicamente dispuesta evit¨® que se quemara la parte de la casa de piedra, con lo que el comedor, un peque?o ba?o y una habitaci¨®n de matrimonio permanecen en pie, con sus l¨¢mparas de papel intactas y las paredes completamente negras.
Ahora han quedado a la vista los caprichos del fuego. A dos metros del televisor, completamente fundido, hay una mesa de roble macizo, intacta. "La construy¨® mi abuelo, y mira c¨®mo ha resistido, es incre¨ªble", comenta una sorprendida Marta. Sobre la mesa, tambi¨¦n intactas, observa sorprendida las tres l¨¢mparas de papel.
En el ba?o el espect¨¢culo es otro. No hay luz. Las cenizas, el humo y el calor hincharon algunos muebles, pero, cosas del fuego, el papel higi¨¦nico est¨¢ intacto. Pero la desolaci¨®n, el ensa?amiento de las llamas, se nota en el jard¨ªn. Los alrededores de lo que fue la caba?a de madera hablan por s¨ª solos. "Ahora no habr¨¢ nada en el bosque, s¨®lo cenizas", se lamenta Gisel, la hija de Albert y Marta.
Gisel, entrada en la treintena y con un notorio embarazo, recordaba sus veraneos con la familia en la casa de Ma?anet. "Nos junt¨¢bamos todos; a veces ¨¦ramos seis o siete, y todos dorm¨ªamos en la caba?a de madera". Pero no todo son lamentos. "Al fin y al cabo, s¨®lo hemos perdido una casa; todos estamos sanos", recuerda un pragm¨¢tico Albert.
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