MMM
Asombra la capacidad de trabajo de Alberto Ruiz-Gallard¨®n, la excelente disposici¨®n de su privilegiado cerebro, en el que caben, sin romperse ni mezclarse, la alcald¨ªa madrile?a, la presidencia interina de la Comunidad de Madrid y la candidatura a la presidencia del Gobierno de la naci¨®n. Los comentaristas pol¨ªticos comentan, les pagan por ello, que el paso de Alberto por el Ayuntamiento madrile?o ser¨¢ eso, un paso m¨¢s en su mete¨®rica carrera de hombre p¨²blico ungido para los m¨¢s altos destinos del pa¨ªs. Todo el mundo sabe, o cree saber, que Ruiz no se presentar¨¢ a la reelecci¨®n, incluso los hay que piensan que ni siquiera terminar¨¢ su primer mandato municipal, porque antes ser¨¢ llamado por el Alt¨ªsimo, el Supremo de La Moncloa, para que sustituya al insustituible mandatario que, en un gesto de magnanimidad sin precedentes, ha decidido retirarse, eso s¨ª, por la puerta grande, como l¨ªder invicto y campe¨®n de los comicios.
Sin embargo, la presunta fugacidad de su puesto no ha llevado a Ruiz-Gallard¨®n a tomarse las cosas municipales a la ligera, sino todo lo contrario, como demuestran los numerosos proyectos y los ambiciosos planes que ha expuesto desde sus primeros y ajetreados d¨ªas como mun¨ªcipe, sin dejarse amilanar por los vientos de corrupci¨®n que soplan a su alrededor, o por la obligada defecci¨®n de uno de sus m¨¢s estrechos, en la m¨¢s amplia acepci¨®n del t¨¦rmino, colaboradores, el se?or Pedroche, cuya estrechez de miras qued¨® patente con el despido de una colaboradora suya no por razones laborales, sino morales. Con Alberto, ya lo escrib¨ª en esta p¨¢gina, la procesi¨®n va por dentro y las devociones se practican en la intimidad, sin los alardes farisaicos de su antecesor.
Alberto ha entrado en el viejo Ayuntamiento con fiebre renovadora, y el viejo Ayuntamiento, el caser¨®n de la plaza de la Villa, ha sido el primero en sufrir las consecuencias, el primer edificio jubilado en esta feroz reconversi¨®n iniciada por el nuevo alcalde que va a dejar la ciudad para que no la reconozca ni su madre. En una de sus promesas m¨¢s recientes, Ruiz ha dicho que suprimir¨¢ la doble fila, y a m¨ª, francamente, me resultar¨ªa muy dif¨ªcil reconocer Madrid sin esa caracter¨ªstica tan espec¨ªfica y emblem¨¢tica suya que ha sido causa de asombro durante d¨¦cadas para visitantes de todo el mundo, que nunca hab¨ªan visto nada igual en sus ciudades de origen.
Ruiz-Gallard¨®n suprimir¨¢ la doble fila, incluso la fila simple, en las calles y plazas de Madrid, porque, con el c¨²mulo de obras y mudanzas que ya ha puesto sobre la mesa, y no ha hecho m¨¢s que empezar, la pesadilla de encontrar aparcamiento en el centro de la ciudad se intensificar¨¢ a¨²n m¨¢s.
Las obras y zozobras que el hiperactivo alcalde se dispone a emprender forman parte de un ambicioso plan secreto, conocido entre sus factores y gestores por las siglas, MMM, que en este caso no son las de "Madrid Me Mata", ni las de "Manufacturas Met¨¢licas Madrile?as", sino las de "Madrid Manifiestamente Mejorable".
La megaestaci¨®n de Sol, las obras de Atocha y de la Castellana, la mudanza de la plaza de la Villa a Cibeles o la reforma de la plaza de Col¨®n pertenecen a la primera fase de una operaci¨®n de colosal envergadura. En la intimidad, un grupo de expertos contratados por Ruiz est¨¢ dise?ando una nueva, nov¨ªsima megal¨®polis, combinando, remozando y removiendo hasta los cimientos edificios p¨²blicos y monumentos hist¨®ricos en una reorganizaci¨®n sin precedentes que tiene como objetivo hacer una ciudad m¨¢s moderna, pr¨¢ctica y eficiente para que la gocen nuestros nietos y los de don Alberto. Ambicios¨ªsimo plan que culminar¨¢ dentro de un siglo m¨¢s o menos con la colocaci¨®n de un monumento al alcalde visionario en el centro de la capital, que entonces caer¨¢ seguramente cerca de Alcorc¨®n, o a la altura de Alcobendas, financiado por los constructores y los especuladores inmobiliarios.
Pese al secretismo con que llevan el asunto, algunas iniciativas del plan empiezan a filtrarse a la opini¨®n p¨²blica, y las hay verdaderamente originales y sorprendentes, como la que prev¨¦ concentrar los monumentos m¨¢s significativos de la urbe que entorpecen el tr¨¢fico en una especie de parque tem¨¢tico que se instalar¨¢ en la zona megacultural y macroart¨ªstica del paseo del Prado, probablemente en el Jard¨ªn Bot¨¢nico y en el parque del Retiro. Por fin se ver¨¢n las caras Cibeles y Neptuno, y don Emilio Castelar departir¨¢ con el general Espartero, y don Felipe III y don Felipe IV tratar¨¢n sus asuntos de familia sin bajarse del caballo.
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