La 'jet' discreta
Al mundo del coraz¨®n (eso que se llama coraz¨®n, o periodismo rosa, que es la forma de periodismo m¨¢s amarilla que imaginarse pueda) ya no le resultan suficientes las revistas de papel cuch¨¦. El coraz¨®n invade ahora las televisiones, acaparando horas y horas de programaci¨®n matutina y vespertina, e incluso encuentra ya su asiento en la prensa diaria, dando codazos aqu¨ª y all¨¢, entre las p¨¢ginas de Internacional o de Cultura. Lo cierto es que, en este pa¨ªs, el mapa del coraz¨®n tiene un ¨¢mbito muy concreto: de Madrid para abajo, Canarias y Baleares inclusive; un mapa en el que cobra especial protagonismo Andaluc¨ªa, con ciudades como Sevilla o Marbella.
A los vascos, el asunto de la prensa rosa nos coge a desmano. No hay reportaje del coraz¨®n que derive hacia el Cant¨¢brico. Ni siquiera el glamuroso San Sebasti¨¢n, la estival capital borb¨®nica de otro tiempo, concita el inter¨¦s de los cronistas. A todo esto se a?ade el pudoroso car¨¢cter de los vascos, una at¨¢vica renuencia al desnudo sentimental. Sin duda seremos aficionados a consumir pornograf¨ªa interior, pero pocos pueblos habr¨¢ m¨¢s remisos a practicarla.
Debe haber un Bilbao 'rosa' porque, aunque Bilbao ya no es lo que era, estoy persuadido firmemente de que el dinero no desaparece por ensalmo
Con nosotros no se hace informaci¨®n rosa. Otros problemas absorben la atenci¨®n que suscitamos. Tampoco podemos confiar en las energ¨ªas internas: no tenemos prensa rosa y las televisiones locales, a pesar de amagar en ocasiones, no consiguen interesarnos por los notables del lugar. La televisi¨®n p¨²blica vasca, por otra parte, es lev¨ªtica a efectos internos, si bien disfruta hablando, como las otras, de los saraos de Marbella, de hijos ileg¨ªtimos o de inminentes separaciones, siempre que todo ello no involucre a los naturales del paisito. En este campo, el comportamiento de ETB resulta parad¨®jico: la crisis municipal de Marbella se ha llevado muchas horas de programaci¨®n. Me pregunto si no hay otras crisis m¨¢s cercanas que deber¨ªan debatirse en esa televisi¨®n que pagamos todos, y no la peregrina elucubraci¨®n sobre si Isabel Pantoja manda mucho o manda poco en el azacanado Ayuntamiento marbell¨ª.
Todas estas reflexiones, presuntamente rosas, me las inspira la Aste Nagusia en su vertiente m¨¢s chic, esa acumulaci¨®n de notables locales que acuden a los toros o se citan en los mejores restaurantes de la villa. Son notables de los que, en general, sabemos poco a lo largo del a?o. Son gerentes o consejeros delegados, o chicas j¨®venes, que est¨¢n buen¨ªsimas y delgad¨ªsimas y moren¨ªsimas a estas alturas del verano, y que ostentan apellidos madrile?os (es decir, apellido vasco con graf¨ªa castellana). Es gente que te aparece de pronto en las cr¨®nicas de sociedad, sonriendo en el sarao de alg¨²n hotel o en los tendidos de Vista Alegre. Uno mira, melanc¨®lico, a esas chicas j¨®venes, morenas, de apellido madrile?o, y que deben de tener tantas acciones del BBVA como el mejor de los Ybarras. ?No habr¨ªa ah¨ª caldo de cultivo para una buena prensa rosa? ?Qu¨¦ hay de las anulaciones matrimoniales de Neguri, de las separaciones de bienes? ?No hay aventuras con chicos cubanos por parte de la cu?ada madura del presidente de alg¨²n consorcio, o por la ex mujer de aquel afamado cirujano?
Debe haber un Bilbao rosa porque, aunque Bilbao ya no es lo que era, estoy persuadido firmemente de que el dinero no desaparece por ensalmo, y seguro que en nuestra jet podr¨ªan encontrarse preciosas historias de sexo y dinero. La jet bilba¨ªna es demasiado discreta, y s¨®lo en la Aste Nagusia por fin se hace visible, comiendo ostras o aplaudiendo a los primeros espadas. Es una pena que nadie se dedique a informarnos acerca de si se quieren o no se quieren, si se abandonan o se arrejuntan. Dada nuestra curiosidad irreprimible, ser¨ªa un buen yacimiento de empleo.
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