La alarma por compa?¨ªa
La teleasistencia, nacida para emergencias, ayuda a muchos ancianos a sobrellevar la soledad
Alrededor de algunos mayores se acaba tejiendo una familia de acogida, que suple a veces las carencias de la biol¨®gica. Josefa Guerra Gordillo, de 72 a?os, disimula la a?oranza de sus hijos pero no esconde en absoluto el deseo de que regrese cuanto antes su vecina Dionisia y su marido con quienes comparte su vida cotidiana m¨¢s que con cualquier otra persona de su familia. Sin ellos siente que naufraga en soledad en el edificio de San Jer¨®nimo, en Sevilla, donde residen, aunque est¨¦ ocupado por otros inquilinos.
La soledad de Josefa comenz¨® el d¨ªa que falleci¨® su esposo, un antiguo minero que regres¨® a San Nicol¨¢s del Puerto para morir cerca del Cerro del Hierro, y se qued¨® sola en un piso de alquiler por el que paga alrededor de 90 euros al mes. Con ¨¦l "relataba" que es su forma de decir que discut¨ªa. Ahora lo hace con los personajes malvados que salpican las telenovelas. "Cualquiera que me oiga dir¨¢: 'hoy Josefa tiene visita", apostilla.
Ella fue de las primeras en estrenar el servicio de teleasistencia de Cruz Roja, instalado en 4.453 casas. Gracias a ¨¦l ha recibido atenci¨®n inmediata en el domicilio en cuanto se ha sentido enferma, pero los operadores tambi¨¦n acaban engrosando la familia de acogida. "Me llaman mucho, a veces s¨®lo para charlar y preguntarme c¨®mo estoy", dice. Buena parte del d¨ªa de Josefa discurre en una salita repleta de fotograf¨ªas de sus nietos y frente a un televisor. Ahora tambi¨¦n frente a un ventilador que ha funcionado d¨ªa y noche para tratar de atajar la can¨ªcula. Un recogimiento casi absoluto y agua a mansalva le ha ayudado a sobrellevar estas semanas, pero la anciana ha sufrido lo suyo con las altas temperaturas por la falta de medios para combatir el sofoc¨®n. Carmen L¨®pez lleg¨® a asustarse: "Yo la tem¨ªa porque estaba sola y lleg¨® a tener 38,8? de fiebre".
Ver el mar
Carmen L¨®pez es, en jerga administrativa, auxiliar de ayuda a domicilio del Ayuntamiento de Sevilla. En la pr¨¢ctica, es el angelote que vela por la anciana, siempre con el ojo avizor para evitar que caiga en una de sus depresiones. Tiene tres visitas semanales programadas a casa de la anciana, al igual que a la de otros seis mayores que viven solos, pero al final se rige por su propio calendario: "Ahora estoy viniendo todos los d¨ªas, y tambi¨¦n lo hice en Navidades".
Hace poco la acompa?¨® a una gran ¨¢rea comercial para comprar un frigor¨ªfico, que le subvencionar¨¢ parcialmente el Ayuntamiento dada la exigua pensi¨®n de viudedad de la mujer. All¨ª Josefa se enfrent¨® con pavor a la primera rampa mec¨¢nica de su vida. Carmen piensa en llevarla alg¨²n d¨ªa a ver el mar. "No quiero ir, me dan miedo las olas", protesta con la boca chica.
Lo cierto es que se muestra reacia a salir de su casa. "No me gusta la bulla", suelta para recalcar que no le interesa un ¨¢pice la apertura de un centro de d¨ªa para mayores en San Jer¨®nimo, prevista para el pr¨®ximo a?o. Sus salidas se limitan a algunas compras, visitas al consultorio m¨¦dico y poco m¨¢s. Y sus momentos de ocio discurren ante el televisor y en casa de su vecina Dionisia. Asegura que, cuando deje de ser independiente, preferir¨¢ ingresar en una residencia que instalarse en el domicilio de uno de sus dos hijos. No quiere sentirse un estorbo.
La experiencia de Carmen con las visitas a los ancianos que atiende es desalentadora respecto a la solidaridad intergeneracional. "En general no se quiere a los mayores en casa, molestan", dice.
El servicio de teleasistencia tranquiliza a sus usuarios al garantizarles que, al otro lado de la alarma, hay alguien que responder¨¢ sea la hora que sea del d¨ªa o de la noche. Naci¨® para atender sus emergencias, pero a menudo los mayores acaban recurriendo a ¨¦l s¨®lo para sentir compa?¨ªa.
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