La elegancia de Gades ilumina Santander
El bailar¨ªn y core¨®grafo recibi¨® en el Palacio de Festivales el c¨¢lido homenaje de una ciudad a la que est¨¢ profundamente ligado. En 1983 estren¨® all¨ª 'Carmen', y en 1971 act¨²o en su plaza Porticada, a pesar del incendio que acababa de quemar sus toldos
Al entrar en la inmensa y oscura sala Argenta del Palacio de Festivales de Santander s¨®lo se oye una voz dominante que exige mejorar una pose o una luz. Es Antonio Gades (Elda, 1936) llevando un ensayo de Bodas de sangre con su inveterada energ¨ªa y una seriedad que impone. Los bailarines de la Compa?¨ªa Andaluza de Danza se entregan a mejorar sus cometidos esc¨¦nicos, y el core¨®grafo les corrige una y otra vez de manera obsesiva y perfeccionista.
Gades ha venido a Santander haciendo un esfuerzo. Est¨¢ enfermo y luchando contra el c¨¢ncer, lo que no le impide subirse de dos zancadas al escenario y hacer unas correcciones de baile con la garra y la elegancia de siempre. Luego, en su camerino, se sienta frente a otro galard¨®n que no pudo ir a recoger personalmente, una escultura y un cuadro del Cante de las Minas. Lee el texto del pergamino enmarcado y dice: "No pude ir. Estaba en el hospital... No me importa que hablemos del c¨¢ncer. Al contrario, y adem¨¢s es posible que mi experiencia le sea ¨²til a alguien para luchar contra esta enfermedad". Con un humor a prueba de desaf¨ªos, el alicantino m¨¢s universal de la danza espa?ola, el verdadero renovador del ballet flamenco, ironiza: "En realidad no he pasado un c¨¢ncer, sino tres. El pensar en la muerte no me va a quitar la vida".
A su serenidad, Gades une una memoria repleta de detalles, y es as¨ª que empieza a rememorar todo lo que le une a Santander: "Est¨¢bamos ensayando la danza del fuego cuando empez¨® un incendio cerca de la plaza Porticada. Enseguida nos pusimos a salvar los trajes, los decorados (en aquellos tiempos nosotros llev¨¢bamos hasta los focos) y a apagar el fuego, que se hab¨ªa extendido hasta los toldos de la plaza. Entonces, una vez apagado el fuego, llam¨¦ a la prensa y les dije que estrenar¨ªamos al d¨ªa siguiente como estaba previsto [se refiere a su coreograf¨ªa de El amor
brujo, que represent¨® en Santander en 1971], que bailar¨ªamos en la arena de la playa si fuera necesario, pero que no ¨ªbamos a dejar de bailar para los santanderinos. Y es que estoy muy unido a Santander. Ya antes hab¨ªa estado en la Porticada con Pilar L¨®pez, y le debo a Santander, al Palacio de Festivales, el poder haber terminado bien Fuenteovejuna. Esto siempre lo agradecer¨¦: me dejaron el teatro para que puliera el ballet, y yo me vine aqu¨ª con toda la compa?¨ªa".
Bodas de sangre, que sirvi¨® de pr¨®logo al homenaje anteayer por la noche y que creara Gades hace ahora casi treinta a?os, es la piedra angular del nuevo ballet flamenco, y de hecho, un cl¨¢sico del ballet narrativo moderno del siglo XX asimilado por muchas grandes compa?¨ªas de todo el mundo, desde Ly¨®n a La Habana, desde Par¨ªs a Roma o a esta noble reposici¨®n de la Compa?¨ªa Andaluza que dirige Jos¨¦ Antonio Ruiz. Gades no pod¨ªa presumir, cuando gestaba este ballet, de que estaba marcando para siempre a la danza esc¨¦nica espa?ola, que le estaba dando un vuelco sin retorno al g¨¦nero: "Jam¨¢s en mi vida he pensado que voy a hacer algo maravilloso. De lo que estoy seguro es de que he luchado siempre por sacar lo mejor de m¨ª mismo. Resulta que cuando hac¨ªa mi Farruca, o Ensue?o, fueron tambi¨¦n una ruptura, un cambio para el baile, pero yo estaba haciendo lo que sent¨ªa. Ahora se habla de que si los modernos, el desnudo... yo en la Scala de Mil¨¢n, en El amor brujo, ya en los a?os sesenta, sal¨ªa desnudo, y Gutusso, que fue quien hizo los decorados y vestuario de la pieza, todas las noches me pintaba el cuerpo, ¨¦l mismo me hac¨ªa unas rayas. Luego de la funci¨®n, al ducharme, me dec¨ªa '?pero qu¨¦ estoy haciendo? ?Estoy borrando un gutusso, con lo que debe valer!".
Y volviendo a la g¨¦nesis de Bodas de sangre: "Siempre estaba estudiando, ve¨ªa muchos ballets, danza en general, de todo tipo. Eran los tiempos de la Scala en que se hablaba de los cuatro bailarines de entonces: Vlad¨ªmir Vassiliev, Rudolf Nureyev, Erik Bruhn y yo. Pero no me qued¨¦ all¨ª, quer¨ªa crear. El bailar por bailar no me daba gusto al cuerpo, y pens¨¦ que aqu¨ª ten¨ªamos todas las tradiciones: bailes para vivos y bailes para muertos, para bodas y para nacimientos, para llorar y para re¨ªr, de modo que lo que hab¨ªa que hacer era usarlos para contar algo en un ballet, y me fui al Garc¨ªa Lorca m¨¢s ¨¢rido y quiz¨¢s a su obra menos significativa".
As¨ª surgi¨® el estilo de Bodas... y as¨ª cristaliz¨® el estilo personal de Gades, que hace una pausa, se pone m¨¢s serio y menciona a Pilar L¨®pez: "Con Pilar se aprend¨ªa mucho, de su cultura, no s¨®lo de baile. Cuando yo ve¨ªa bailar por ah¨ª me dec¨ªa: 'eso lo hago yo'. Hasta que lleg¨® el momento en que vi a Pilar L¨®pez y pens¨¦: esto es otra cosa". De todo ese aprendizaje sali¨® el Gades de las geometr¨ªas limpias: "El baile me lo tiene que dar el personaje, sin el vestuario siquiera, que lo proyecte el propio bailar¨ªn". Al hablar de vestuario, Gades recuerda: "Para Bodas de sangre mucha ropa la compramos en el Rastro, pues quer¨ªa que fuera real. Y cuando tra¨ªamos un traje nuevo lo estrope¨¢bamos para que fuera m¨¢s cre¨ªble".
Tras hablar mucho de baile, estilo y tradiciones, el tema del c¨¢ncer vuelve solo a la conversaci¨®n, como una aplastante verdad que hay que enfrentar y conjurar: "Yo siempre les digo a los m¨¦dicos: yo estoy aqu¨ª para vivir, vosotros para curarme. Con la enfermedad hay valores que cambian, y hay que agradecerle que degustes de nuevo sabores, olores, hasta la luz la veo mejor ahora. Soy otra persona, y quiero irme bien, despedirme de los que quiero. No tengo miedo. He seguido mis planes igual que cuando estaba sano. Mira, desde la UVI del hospital estaba dando las ¨®rdenes para la compra de mi nuevo barco, con el que ya ten¨ªa planeado dar la vuelta al mundo. La gente dec¨ªa, 'pero d¨®nde va ¨¦ste si se est¨¢ muriendo', y no fue as¨ª. Sal¨ª, me mont¨¦ en el barco nuevo y atraves¨¦ la mar. Y este a?o lo voy a repetir".
Noche de evocaciones y tributos
En el homenaje a Antonio Gades, la Compa?¨ªa Andaluza de Danza bail¨®, adem¨¢s de Bodas de sangre, La leyenda, una coreograf¨ªa ideada por Jos¨¦ Antonio alrededor del mito y la figura de Carmen Amaya. La compa?¨ªa, renovada con muchos elementos nuevos, j¨®venes surgidos de la propia cantera creada por Jos¨¦ Antonio en sus talleres sevillanos, se luci¨® doblemente dando muestras de versatilidad, primero asumiendo el particular estilo dram¨¢tico de Bodas de sangre y luego abri¨¦ndose a un racimo de bailes distintos enlazados dentro de una idea evocadora, de s¨ªntesis, sin caer en ning¨²n t¨®pico o amaneramiento alrededor de la figura de Carmen Amaya. Las excelentes luces de G¨®mez Cornejo y los soberbios trajes de Pedro Moreno completaron la obra. Entre los int¨¦rpretes, cabe destacar a ?rsula L¨®pez, Elena Algado, Ana Mar¨ªa Moya, Ra¨²l G¨®mez y Miguel A. Corbacho, que tambi¨¦n tuvieron la responsabilidad de los papeles protagonistas en Bodas de sangre.
En esa noche de evocaciones y tributos, tras la interpretaci¨®n de Bodas..., Gades se acerc¨® al micr¨®fono y record¨® que su vinculaci¨®n con Santander era muy antigua, de sus a?os mozos, "hace 50 a?os", cuando en el a?o 1954 o 1955 bail¨® en una sala de fiestas de El Sardinero que se llamaba R¨ªo Club. Y trabajando all¨ª le vio el empresario Castellanos, "y ¨¦l me recomend¨® ante Pilar L¨®pez". Para concluir, Gades elogi¨® a la joven y pujante plantilla de la Compa?¨ªa Andaluza de Danza: "Quiero dar las gracias a Jos¨¦ Antonio y a este grupo de gente que lo que quiere es trabajar, hoy, cuando tanta gente lo que quiere es hacerse famosa r¨¢pidamente". La propia compa?¨ªa estall¨® en un aplauso tan cerrado como sincero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.