Victorino o la obediencia franciscana
La corrida de Victorino Mart¨ªn no fue brava, pero s¨ª tuvieron nobleza la mayor¨ªa y muchos de ellos rebosaron docilidad como para haberles cortado las orejas. De salida, remataban muy bien en los tableros. Pero una vez en el caballo su comportamiento dejaba mucho que desear, al no emplearse contra los petos. A partir de ah¨ª exhibieron los seis falta de fuerza. Contabilizamos cinco ca¨ªdas en el primero, tres en el segundo, dos en el tercero, dos en el cuarto, dos en el quinto y una en el sexto. Adem¨¢s de esto, alternativamente doblaron las manos en distintas ocasiones.
Los toros que le tocaron a Uceda Leal, el primero arrastraba el morro por la arena, iba mejor por el pit¨®n derecho; el toro segundo era muy bueno y claro por el pint¨®n izquierdo. Roble?o tuvo un primer toro de una obediencia fabulosa, y a su segundo no lo pudimos ver porque percib¨ªamos que el torero mostraba escasa convicci¨®n y no pocas dudas. Los toros que le correspondieron al franc¨¦s Sebasti¨¢n Castella fue imposible calibrar el juego del toro primero, ya que al estar tan verde el torero imped¨ªa atisbar que cualidades pose¨ªa ese ejmplar; en cambio, el toro sexto fue un compendio de obediencia franciscana.
Victorino / Uceda, Roble?o, Castella
Toros de Victorio Mart¨ªn: bien presentados, en general faltos de fuerza, con docilidad y bondad la mayor¨ªa de ellos. Uceda Leal: estocada (gran ovaci¨®n); pinchazo, estocada desprendida -aviso- y cae el toro (vuelta al ruedo): Fernando Roble?o: estocada delantera -aviso- y cae el toro (minoritaria petici¨®n y vuelta); estocada delantera y contraria (ovaci¨®n). Sebasti¨¢n Castella: pinchazo y estocada ca¨ªda (ovaci¨®n); aviso antes de entrar a matar, pinchazo, media estocada delantera -aviso- y descabello (palmas). Plaza de Vista Alegre, 23 de agosto, 8? de feria. Tres cuartos de entrada muy largos.
Con el material descrito, la corrida, en el aspecto torero, no departi¨® momentos demasiado vibrantes y espectaculares. Algunas de las faenas las tejieron a pedacitos, y ya se sabe que la miga es la felicidad de los gorriones. ?Qu¨¦ queda en la memoria? Queda una serie de derechazos de Uceda Leal, en su primero, que atesoraba un fondo de excelsa belleza y completud. En su segundo cabe notariar siete series de naturales, algunos templados, lentos, largos, con un par de remates trazados con pases de pecho de buena factura.
En el primer toro de Roble?o el diestro estuvo por debajo del toro. Aunque reparti¨® con equidad los pases con las dos manos, la faena se hizo larga y tediosa. En un momento dado, parec¨ªa que eran los pases de un funcionario, hechos a troquel, y sin la menor hondura y densidad. Quiz¨¢ lo mejor de la faena fue el remate, cuando instrument¨® unos doblones. En su segundo, ya est¨¢ dicho que fabric¨® en su cuerpo demasiadas dudas al no adelantar la muleta lo suficiente. Su labor en ese toro fue un quiero y no puedo, no tuvo son y eso que brind¨® la faena a los maestros de la Banda Municipal.
Imaginamos que los viajeros que llegaron en autobuses desde Francia para ver a Sebasti¨¢n Castella pasar¨ªan pavor cerval al verle frente al tercero de la tarde. Desde las primeras de cambio el victorino, que no era ninguna alima?a acomo pueda parecer, le zarande¨® y estuvo a punto de inferirle una herida grave. Por fortuna, sali¨® ileso. S¨®lo intent¨® torear con la mano izquierda, sin conseguirlo en absoluto. Estuvo a merced del toro. Cobr¨® otro revolc¨®n y franceses y espa?oles pasaron todos mucho miedo porque el joven diestro dej¨® muestras de estar muy verde para torear vitorinos. En el sexto mostr¨® una voluntad extraordinaria. Como puede verse, la docilidad de los vitorinos no llev¨® al hule a ning¨²n torero.
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