Un movimiento radical pero arcaico
Hace treinta a?os, un movimiento de masas hizo c¨¦lebre Aveyron. "Gardarem lou Larzac" fue la consigna de los campesinos que se opusieron con ¨¦xito a la ampliaci¨®n por aquellas tierras de un campo de maniobras del Ej¨¦rcito franc¨¦s. Su conmemoraci¨®n este a?o ha reunido a miles de personas, manifestantes que un hipot¨¦tico sondeo hubiera demostrado que, en su mayor¨ªa, son abstencionistas
Un reciente fin de semana -el 8 y 9 de agosto, un viernes y un s¨¢bado, para ser totalmente exactos- pod¨ªa contemplarse un espect¨¢culo singular en todas las pantallas de televisi¨®n francesa, tanto de los canales p¨²blicos como los privados. Miles y m¨¢s miles de autom¨®viles de post¨ªn, en lenta comitiva interminable, sub¨ªan desde todos los horizontes y por todas las carreteras transitables, hacia el altiplano de Larzac, situado en el Sureste de Francia, no lejos de la ciudad de Millau.
Treinta a?os antes, un movimiento de masas hizo c¨¦lebre aquel lugar de Aveyron. Se trataba entonces de oponerse a la ampliaci¨®n por aquellas tierras de un campo de maniobras del Ej¨¦rcito franc¨¦s.
Gardarem lou Larzac, tal fue la consigna de los campesinos propietarios o arrendatarios que se opusieron con ¨¦xito a dicha ampliaci¨®n del campo militar, apoyados como lo estuvieron, masivamente, por una movilizaci¨®n de solidaridad sindical y popular.
Un rasgo nuevo se perfila en la sociolog¨ªa electoral francesa: la abstenci¨®n entre la izquierda tradicional
La izquierda sale a la calle, pero son la derecha y la extrema derecha las que acuden con disciplina a las urnas
Dan ganas de recordar a los antimercantilistas que el fracaso del comunismo ya se hizo patente hacia 1921-22
A la infantil consigna de 'el mundo no es una mercanc¨ªa' sigo prefiriendo la primera frase de 'El capital'
As¨ª resulta que esas tres palabras occitanas son casi las ¨²nicas que se conocen y comprenden en este pa¨ªs de tradici¨®n jacobina, donde la uniformaci¨®n ling¨¹¨ªstica impuesta por el poder central desde hace siglos ha acabado pr¨¢cticamente con todas las lenguas rom¨¢nicas que no sean el franc¨¦s.
Las ¨²nicas que han resistido parcialmente, lo suficiente en todo caso como para perpetuarse o incluso renacer en el uso familiar y local, y ello se debe a su arraigada y arriesgada singularidad, son el euskera y el bret¨®n.
Cuenta Paul Claudel, gran poeta y pobre hombre, y lo cuenta con tontas l¨¢grimas de emoci¨®n, que los soldaditos bretones de la fiel infanter¨ªa que sub¨ªan al asalto de las trincheras alemanas, durante la primera guerra mundial, gritaban a todo pulm¨®n las dos ¨²nicas palabras francesas que sab¨ªan, y que eran su homenaje a la Rep¨²blica, a la patria grande por la que se aprestaban a dar tal vez la vida. Y esas dos palabras eran Ouest-Etat, nombre de la compa?¨ªa de ferrocarril que por entonces comunicaba a Breta?a, asaz aislada y poco favorecida por la red de carreteras estatales, con el resto del pa¨ªs.
Lo que no cuenta Claudel es que las estad¨ªsticas oficiales muestran que en aquella guerra, el n¨²mero de bajas bretonas, muertos y heridos, es muy superior al de las dem¨¢s regiones de Francia. Y no s¨®lo porque los campesinos suelen ser carne de ca?¨®n en todas las guerras modernas, hasta las americanas, por lo menos, ya que en ¨¦stas los GI's [soldados norteamerica-nos] no mueren tanto durante la guerra misma, sino m¨¢s bien despu¨¦s de haberla ganado, en la paz enga?osa y precaria de las ocupaciones. Tambi¨¦n porque los soldados bretones no entend¨ªan a sus jefes, oficiales y suboficiales, que se empe?aban en hablarles en franc¨¦s, y al no entender las ¨®rdenes se expon¨ªan in¨²tilmente al fuego enemigo.
Otro ejemplo de la relaci¨®n entre lengua y supervivencia, pero ejemplo al rev¨¦s, positivo por tanto, puede citarse. Se produjo durante la guerra de Argelia. En esta ocasi¨®n, una compa?¨ªa vasca del ej¨¦rcito franc¨¦s consigui¨® reducir pr¨¢cticamente a cero el n¨²mero de bajas, al imponer el jefe de la unidad militar, Jos¨¦ Bidegain, el euskera como idioma utilizado en las transmisiones radiof¨®nicas de la compa?¨ªa. As¨ª, aun cuando los militares argelinos del FLN hubieran penetrado la frecuencia radiof¨®nica utilizada por los vascos franceses, no entend¨ªan lo que estaban oyendo, lo cual les hac¨ªa imposible montar las emboscadas que tantas muertes provocaban en aquella guerra.
Sea como sea, gardarem lou Larzac.
Consigna
Para conmemorar el surgimiento de aquella consigna, treinta a?os antes, diversos movimientos alternativos hab¨ªan convocado este verano una manifestaci¨®n variopinta, una especie de asamblea multitudinaria, de foro de la oposici¨®n extraparlamentaria. All¨ª estaban todos los que pretenden construir un polo de activismo a la izquierda de la izquierda, al margen de ¨¦sta, y si se tercia, contra ella.
En todo caso, las ¨²nicas casetas de material de informaci¨®n o propaganda que fueron prohibidas, y violentamente desmontadas, son las de los ingenuos militantes del partido socialista que se hab¨ªan metido en aquel avispero.
En todo caso, la manifestaci¨®n del altiplano de Larzac ha sido un ¨¦xito rotundo: se esperaban de cincuenta a cien mil asistentes y han sido m¨¢s del doble. No es f¨¢cil, es verdad, distinguir en esa cifra impresionante a los militantes y activistas de los simples curiosos, atra¨ªdos m¨¢s bien por el concierto gratuito de Manu Chao que movidos por razones ideol¨®gicas; sobre todo si se tiene en cuenta que la mayor parte de los festivales de m¨²sica del verano han tenido que ser anulados, a causa del movimiento huelgu¨ªstico de los intermitentes des espect¨¢culo.
Pero sea cual sea el balance final entre militantes y simples curiosos benevolentes, el ¨¦xito de la manifestaci¨®n de Larzac es impresionante. Y por ende, preocupante. Y es que, si se analiza objetivamente su significado, sin dejarse impresionar por ilusiones y emociones colectivas, no por el desahogo demag¨®gico de las consignas, tan rotundas como vac¨ªas de contenido, dicha manifestaci¨®n es precisamente un s¨ªntoma inconfundible de la crisis de la democracia pol¨ªtica en Francia.
Por superficial que hubiese sido, cualquier sondeo realizado aquel fin de semana en el altiplano de Larzac habr¨ªa demostrado que la inmensa mayor¨ªa de los manifestantes all¨ª congregados eran abstencionistas en las ¨²ltimas elecciones celebradas en Francia, tanto en las locales como en las legislativas y presidenciales.
Un rasgo nuevo se perfila y se extiende, en efecto, en la sociolog¨ªa electoral francesa. La abstenci¨®n, en aumento constante -como ocurre, por desgracia, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos- y a veces espectacular, del electorado, se produce ante todo en los sectores de la izquierda tradicional.
Electorado volatilizado
As¨ª, por ejemplo, el electorado obrero comunista se ha volatilizado literalmente, y una buena parte de dichos electores, incluso en los municipios urbanos del extrarradio de Par¨ªs, vota hoy por los candidatos del extremista, fascistoide y xen¨®fobo Frente Nacional. Que se ha convertido, desde el punto de vista del voto al menos, en el primer partido obrero de Francia.
En realidad, mientras aumenta la abstenci¨®n de la izquierda tradicional, la derecha y tambi¨¦n la extrema derecha acuden disciplinadamente a las urnas. La izquierda sale a la calle, a manifestaciones de protesta antilepenista, por ejemplo, acaso multitudinarias, pero decenas de miles de aquellos j¨®venes que invadieron las calles de Par¨ªs, despu¨¦s de que Le Pen hubiera apartado a Jospin de la elecci¨®n presidencial, no hab¨ªan acudido a las urnas, pocos d¨ªas antes.
O sea, manifestaban contra una victoria de la extrema derecha que hubieran podido evitar con su papeleta de voto.
El ¨¦xito de la manifestaci¨®n de Larzac pone pues de relieve la crisis profunda de la izquierda tradicional en Francia, de la izquierda de gobierno, como suele decirse aqu¨ª. ?sta no inspira ya entusiasmo, no hace ilusi¨®n, no abre perspectivas en un segmento creciente de la poblaci¨®n electoral del pa¨ªs, habitualmente acostubrada a buscar la soluci¨®n a los problemas incontables de la sociedad mediante un apoyo a los partidos de izquierda.
Con se preocupante, no me parece que esto sea lo peor.
A fin de cuentas, despu¨¦s de una derrota como la sufrida por el candidato socialista a la elecci¨®n presidencial, en abril de 2002, es l¨®gico que se desarrolle una fase de des¨¢nimo, autocr¨ªtica, desconcierto y reconstrucci¨®n de alianzas pol¨ªticas. Per¨ªodo en el cual, tambi¨¦n l¨®gicamente, dicha crisis provoque la proliferaci¨®n de propuestas alternativas, dentro y fuera de los cauces tradicionales de la pol¨ªtica.
Lo m¨¢s preocupantes, a mi modo de ver, es constatar que la cristalizaci¨®n de ese movimiento a la izquierda de la izquierda, no bien se produce en torno a peque?os partidos sectarios, tristemente anciados en sus obsoletas certidumbres leninistas; o bien se desarrolla en torno a una demagogia radical y arcaica, como en el caso que simboliza la manifestaci¨®n de Larzac.
No es f¨¢cil, desde luego, dada la variedad de los movimientos all¨ª reunidos -confederaci¨®n de sindicatos campesinos, con sus reivindicaciones sectoriales de subvenci¨®n estatal o europea; grupos activistas de los intermitentes del espect¨¢culo, con sus exigencias de un seguro de paro privilegiado; antimundialistas de todo pelo, y un largo etc¨¦tera- sintetizar los temas y las consignas que podr¨ªan unificar dicha heterogeneidad de aspiraciones, descontentos y malestares, sin duda en buena parte leg¨ªtimos.
Existe, sin embargo, una orientaci¨®n com¨²n a todos esos movimientos, que parece se hayan fabricado el maniqueo de un mismo enemigo mortal. Y ¨¦ste es el mercado, la econom¨ªa de mercado.
Blanco de todas las cr¨ªticas m¨¢s o menos elaboradas o puramente demag¨®gicas, el mercado parece ser para estos movimientos la causa ¨²nica o principal de todos los males. Contra lo que denominan la tiran¨ªa del mercado orientan todos sus ataques, denuncias y denuestos.
Dan ganas, ante todo, de subrayar, tal vez con algo de iron¨ªa, la ignorancia, o en el mejor de los casos, la desmemoria de los te¨®ricos de esa estrategia antimercado, com¨²n a todos estos movimientos. Resulta, en efecto, que el siglo XX ha conocido la tentativa m¨¢s coherente, m¨¢s determinada -brutalmente determinada- de liquidaci¨®n del mercado, que imaginarse pueda. Nadie, nunca, en ning¨²n porvenir previsible, conseguir¨¢ reunir tanta inteligencia, tanto poder, tanta determinaci¨®n como las que pusieron los bolcheviques en su intento de suprimir la econom¨ªa de mercado.
?Cu¨¢les han sido los resultados de dicha experiencia?
Son harto conocidos. La supresi¨®n de la econom¨ªa de mercado, su sustituci¨®n por una econom¨ªa centralmente planificada, estatalizada, no s¨®lo ha sido un fracaso desde el punto de vista meramente econ¨®mico, sino que ha producido la sociedad m¨¢s injusta, m¨¢s desigual, menos libre, m¨¢s atomizada, del siglo XX.
El fracaso del comunismo
Dan ganas tambi¨¦n de recordar a nuestros desmemoriados antimercantilistas que el fracaso del comunismo de guerra archicolectivista, ya se hizo patente hacia 1921-22. Precisamente antes dicho fracaso, que estaba arruinando la joven uni¨®n de rep¨²blicas sovi¨¦ticas, invent¨® Lenin la NEP, la nueva econom¨ªa pol¨ªtica, cuyo rasgo esencial fue la reintro-ducci¨®n limitada del mercado en la econom¨ªa rusa: decisi¨®n que provoc¨® en pocos meses una reactivaci¨®n de la econom¨ªa, una mejora sensible del nivel de vida de las masas, una reconstituci¨®n del proletariado industrial.
Nadie sabe lo que hubiera pasado si no hubiera muerto Lenin en 1924, af¨¢sico, y no s¨®lo por razones biol¨®gicas, sino tambi¨¦n psicol¨®gicas: porque, literalmente, no sab¨ªa ya que decir, no ten¨ªa palabras para explicar el curso de la revoluci¨®n que ¨¦l mismo hab¨ªa desencadenado. ?Hubiera Lenin proseguido y ampliado la experiencia de la NEP, seg¨²n las orientaciones del grupo de Bujarin? En cualquier caso, la decisi¨®n de Stalin, despu¨¦s de un breve interregno de luchas internas de poder, de liquidar la NEP en 1929, lanzando la colectivizaci¨®n de las tierras y los planes quinquenales, si fue, lo cual es indiscutible, un camino, brutal y fr¨¢gil, pero eficaz a corto plazo, hacia la industrializaci¨®n modernizadora de la vieja Rusia, tambi¨¦n fue, inexorablemente, el camino que condujo al terror masivo, a la destrucci¨®n de la sociedad civil, a la dictadura totalitaria.
Sin liquidaci¨®n del a NEP no hubiera habido estalinismo, para decirlo en pocas palabras.
O sea, a la infantil consigna de Larzac, el
mundo no es una mercanc¨ªa, sigo prefiriendo la primera frase del Capital de Marx, que define la riqueza mundial como una monstruosa acumulaci¨®n de mercanc¨ªas.
Entre Marx y Jos¨¦ Bov¨¦, no hay duda de que me quedo con el primero.
Ma?ana: Francia, Europa y Estados Unidos.
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