Aprender con EL PA?S
Siempre que uno intenta aprender un idioma se produce la misma situaci¨®n: un d¨ªa, el profesor se las da de enrollao y trae a clase un peri¨®dico en la lengua a estudiar para comentarlo con los alumnos. La elecci¨®n del peri¨®dico dice mucho sobre la sensibilidad del profesor: no es lo mismo presentarse con La Raz¨®n que con El Heraldo de Arag¨®n, si me permiten la rima facilona. Por imperativo salarial, a m¨ª me toca traer EL PA?S. Sepan los extranjeros que sirve para algo m¨¢s que para informar, entretener y ense?ar espa?ol. Hace unos d¨ªas, sin ir m¨¢s lejos, sufr¨ª el acoso sexual de varias moscas que insist¨ªan en posarse sobre las partes m¨¢s nobles (es un decir) de mi anatom¨ªa. Como no ten¨ªa a mano ning¨²n arma de destrucci¨®n masiva, me vi obligado a utilizar eso que los pedantes llaman rotativos. Primero lo intent¨¦ con un Le Monde, para dar el pego europe¨ªsta y tal, pero este peri¨®dico tiene tan pocas p¨¢ginas que ni siquiera fue capaz de asustar a la escuadrilla cojonera que intentaba amargarme la siesta. Cuando me arm¨¦ con EL PA?S, en cambio, not¨¦ que su vuelo supuraba p¨¢nico, as¨ª que, aprovechando su desconcierto, las machaqu¨¦ golpe¨¢ndolas por la p¨¢gina en la que el alcalde de San Sebasti¨¢n, Od¨®n Elorza, recomendaba a los pol¨ªticos masturbarse m¨¢s (lo recuerdo porque pens¨¦: ?todav¨ªa m¨¢s?).
Pero a lo que ¨ªbamos. ?Se puede aprender espa?ol leyendo EL PA?S? Por supuesto. Lo primero que descubres es que la cabecera ya genera un debate sobre si deben o no acentuarse las may¨²sculas. Y luego est¨¢ la chicha, claro, suma de complementarios castellanos que se suceden con disfraz informativo o de opini¨®n (con los crucigramas de Mambrino tambi¨¦n se puede practicar un espa?ol-adivinanza muy ¨²til para la ense?anza de idiomas). Como es l¨®gico, no hablar¨¦ mal de ning¨²n colega, no por falta de ganas, sino porque estar¨ªa feo. Pero s¨ª comentar¨¦ una selecci¨®n de art¨ªculos que me han encantado y que he recortado para aprender o, en su caso, plagiar. Parece mentira el placer period¨ªstico-literario que puede llegar a proporcionar un simple peri¨®dico (las moscas no opinan igual). Recort¨¦ el art¨ªculo sobre Pancho Villa de H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn, escrito en un espa?ol preciso y subyugante. Y la serie de Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez sobre Argentina, que te devuelve la condici¨®n de eterno alumno de tantas cosas sobre su mundo y uno de nuestros idiomas. Y el reportaje de Javier Cercas sobre Tijuana, paradigma del uso extravertido de la primera persona, escrito en una prosa euf¨®rica y testoster¨®nica. Y las cr¨®nicas de Diego Torres sobre la gira asi¨¢tica del Real Madrid, modelo para cualquiera que dude de que la informaci¨®n deportiva puede llegar a ser una de las bellas artes. Y el art¨ªculo de ?ngela Vallvey sobre el accidente de Puertollano, ejemplo de contenci¨®n emotiva sin miel sentimentaloide. Tambi¨¦n me gustar¨ªa comentarles las muchas cosas buenas que se aprenden leyendo a Elvira Lindo, pero no puedo. Ella me pidi¨® que la ignorase, y los deseos de una mujer son ¨®rdenes para m¨ª.
Ejercicio del d¨ªa: mate distintas moscas probando primero con el suplemento El Viajero; luego, con El Pa¨ªs de las Tentaciones, y finalmente, con Babelia, y compare sus respectivas capacidades destructivas.
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