La gente de la monta?a baja a Par¨ªs
Los maratonianos Chema Mart¨ªnez y Julio Rey se han preparado en Navacerrada
Chema Mart¨ªnez corre detr¨¢s de un sue?o. ?l va por un t¨²nel. Aislado del mundo. Sordo. Corriendo. Pisando charcos. Salpicando. Asfalto liso y reluciente. Adoquinado irregular. Piedras resbaladizas. Al final del t¨²nel, que es muy largo, de m¨¢s de 40 kil¨®metros, que ha recorrido constante, incansable, regular, a un ritmo de 3m 1s el kil¨®metro, hay una puerta. Llega fuerte y la empuja. El clamor le deja ciego. La luz le ensordece. Es un estadio que exclama en honor a su h¨¦roe. "Porque el h¨¦roe soy yo, que gano el marat¨®n; entro el primero, cruzo la meta con los brazos abiertos... ?Ay, qu¨¦ nervios! Ya tengo los pelos de punta".
Hace un a?o, en M¨²nich, Chema Mart¨ªnez cumpli¨® ese sue?o, aunque a escala doblemente reducida: unos Campeonatos de Europa y una carrera de 10.000 metros. Pero quien verdaderamente le ha inspirado en su sue?o parisiense es Abel Ant¨®n, el doble campe¨®n mundial, y su entrada apote¨®sica en el estadio de Sevilla en 1999. "Con mi entrenador, Fernando Lozano, hemos visto en v¨ªdeo todos los ¨²ltimos maratones y el que me emociona m¨¢s es el de Abel", dice; "su llegada al estadio, y tambi¨¦n c¨®mo se la jug¨® al italiano en el avituallamiento". "S¨ª, s¨ª", recuerda Ant¨®n, que estaba por all¨ª; "iba junto al italiano Vincenzo Modica y ve¨ªa que no me lo quitaba de encima. Entonces, llegados a una zona de botellines, aceler¨¦ y lo cog¨ª r¨¢pido, me refresqu¨¦ y enseguida ataqu¨¦. El italiano, que lleg¨® detr¨¢s de m¨ª, vio que me iba y no le dio tiempo a beber. Tir¨® el botell¨ªn y se lanz¨® a por m¨ª. Ah¨ª perdi¨® todo, porque con el calor que hac¨ªa aquel d¨ªa era fundamental hidratarse, y ¨¦l no pudo".
"Gano, cruzo la meta con los brazos abiertos... Ya tengo los pelos de punta", sue?a Mart¨ªnez
Pero sigue Mart¨ªnez: "Por eso he dejado el 10.000. Porque no tendr¨ªa ninguna oportunidad de ganar con los et¨ªopes, con Gebrselassie y Bekele y su tren endiablado; que a los 7.000 metros me habr¨ªan enviado a por flores. Porque yo corro por la gloria, por la emoci¨®n de llegar el primero". Y, aunque tambi¨¦n hay et¨ªopes en el marat¨®n, y son los favoritos -como Gezahegne Abera, actual campe¨®n ol¨ªmpico y mundial-, en la distancia larga no meten tanto miedo.
"No ser¨¢ como en los maratones de primavera, en los que se va con el gancho desde el principio", dice Julio Rey; "¨¦sta ser¨¢ una carrera t¨¢ctica, de tirones, y yo me veo muy bien tanto para un ritmo de 3m 10s el kil¨®metro como de tres pelados y hacer un ¨²ltimo mil en 2m 40s".
El triunfo de Ant¨®n en Sevilla cerr¨® la edad de oro del marat¨®n espa?ol: tres Mundiales consecutivos -Mart¨ªn Fiz y Ant¨®n (dos)- y un Europeo -Fiz-, y Mart¨ªnez, y tambi¨¦n Rey, un toledano que llega con la quinta mejor marca del a?o (2h 7m 27s) despu¨¦s de ganar en Hamburgo en abril, creen que ya ha llegado la ¨¦poca del renacimiento. "En mi cabeza est¨¢ el podio, no pienso en otra cosa", dice Rey; "pero s¨¦ que es muy dif¨ªcil".
Rey y Mart¨ªnez se han pasado medio verano en Navacerrada, durmiendo y rodando ligeros en altura y haciendo series fuertes en Segovia. "Yo estuve 53 d¨ªas", dice Mart¨ªnez, que los lleva contados como si fueran una condena; "y se hizo duro. Luego, baj¨¦ a Madrid a finales de julio y me he entrenado en plena can¨ªcula, pensando que tambi¨¦n iba a hacer calor en Par¨ªs".
Pero en Par¨ªs llueve y los ¨²ltimos d¨ªas de agosto son grises. Sopla una brisa fresca. No les importa. Han desembarcado en la capital francesa con sus pertrechos -Mart¨ªnez, con su imprescindible botella de aceite de oliva virgen, jugo de la primera presi¨®n en fr¨ªo, que le trae su amigo Pancorbo de Ja¨¦n para aderezar la pasta blanca, el alimento b¨¢sico de su men¨²; y Rey, con m¨¢s aceite y, adem¨¢s, con un hornillo y una bombona de butano: la pasta la tiene que cocer ¨¦l mismo, no acepta otra- y con sus sue?os. Para alcanzarlos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.