Aire nuevo para m¨²sicas de siempre
Fr¨¹hbeck, la Orquesta de Dresde y Julian Rachlin triunfan en el est¨ªo burgal¨¦s
Los dos conciertos de la Filarmon¨ªa de Dresde, dirigida por Fr¨¹hbeck de Burgos y con la colaboraci¨®n del sorprendente violinista Julian Rachlin (Lituania, 1975), han supuesto no s¨®lo un triunfo fuera de serie, sino tambi¨¦n un alto nivel de categor¨ªa internacional. En dos conciertos tan emblem¨¢ticos como son los de Chaikovski y Brahms, ambos en la tonalidad de re mayor, Rachlin se mostr¨® como un grande del siglo XXI. Su t¨¦cnica de primer orden sirve a las ricas intuiciones sensibles que buscan en todo momento la belleza sonora desde el m¨¢s puro rigor conceptual, en l¨ªnea que parece heredera de los Stern, Menuhin o Grumiau. La visi¨®n de Chaikovski se alej¨® del menor abultamiento en total coincidencia con el pensamiento maduro de Fr¨¹hbeck al frente de la formaci¨®n alemana, una orquesta que recuerda vivamente las m¨¢s egregias del pasado. Es flexible y voluntariosa y practica el gran sinfonismo con primores en m¨²sica de c¨¢mara. Obras b¨¢sicas del repertorio, como los dos conciertos, la Segunda sinfon¨ªa de Brahms o la Novena de Dvorak, parec¨ªan algo fresco y nuevo, y es que en realidad son arte vivo en su sustancia radical.
Las versiones nos llegaron con un aire de naturalidad, un af¨¢n de transparencia y una emotividad que explica y justifica la clamorosa respuesta del p¨²blico. Rachlin nos regal¨® la Tercera sonata de Ysaye, de encrespado pero musical virtuosismo, y la Gavotta, de Bach, mientras Fr¨¹hbeck puso al rojo vivo a sus m¨²sicos de Dresde con la m¨¢s popular danza h¨²ngara de Brahms y la suma de poder¨ªo y gracia de Ger¨®nimo Gim¨¦nez en La boda de Luis Alonso.
En el primer concierto no falt¨® el Himno a Burgos, de Rafael Calleja, que el pueblo canta con tanta unanimidad como en Inglaterra, Alemania o Francia entonan sus cantes nacionales.
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