Carlinhos Brown y Manu Chao derrochan amor y energ¨ªa
300.000 personas hicieron noche en la playa de Las Vistas para seguir el cierre del Son Latinos
La energ¨ªa brutal de Manu Chao, la demagogia de Man¨¢, la sabidur¨ªa veterana de ?scar D'Le¨®n, el descaro de Las Ni?as, el asombro de Seguridad Social, el andalucismo catal¨¢n de Antonio Orozco y, sobre todo, el mensaje de amor de Carlinhos Brown, encendieron a lo largo de 12 horas las almas de las 300.00 personas que abarrotaron la noche del s¨¢bado y la madrugada del domingo la Playa de las Vistas, en Arona (Tenerife). El macroconcierto cerraba Son Latinos, festival que se viene celebrando desde hace seis a?os.
El sonido directo comienza con el rock de Las Ratas, un grupo de la zona que tiene sus propios seguidores. Le sigue Seguridad Social, que bajan del escenario at¨®nitos con un Casa?, su cantante, mostrando el vello de sus brazos erizado por la emoci¨®n de haber cantado para tanta gente. Antonio Orozco se desvive tambi¨¦n. Un poco m¨¢s tarde de la medianoche, los mexicanos Man¨¢ saltan al escenario. Lo tienen f¨¢cil, es uno de los reclamos de este a?o. Su cantante, Fher, demagogo como pocos, sabe levantar al p¨²blico a base de gritar a cada rato un sonoro "Tenerife", o subirse a la torre de sonido para ganar el aplauso inmediato. Zucchero es invitado para cantar juntos Baila, morena.
Y en ¨¦stas lleg¨® Manu Chao a verter compromiso y actitud. Profusi¨®n de percusionistas, t¨®rridos metales, guitarras secas y cortantes. M¨¢s intenso que pachanga. Ferm¨ªn Muguruza le acompa?a en algunos pasajes y aquello se pone a cien. Un amenazante helic¨®ptero oficial sobrevuela cerca, y, mientras Chao descarga su mensaje de anhelo de otro mundo posible, los servicios de seguridad y polic¨ªa local se emplean con exceso con los chavales pr¨®ximos a las vallas de contenci¨®n. Nerviosos y excitados, los vigilantes del orden mantienen una tangana con todo el que anda cerca del escenario, incluidos periodistas y fot¨®grafos, y hasta con uno de los directores del Son Latinos, Leopoldo Mansito. Tanto celo no les sirve para parar al fan que logra subir al escenario para abrazar a Manu Chao. El artista pide que no le hagan da?o cuando le bajan a empujones.
Carlinhos Brown releva a Manu, y en la playa afloran las banderas brasile?as. "Un segundo de libertad y locura", pide el artista. Desaf¨ªa la seguridad y el protocolo y se encarama a lo alto de la valla de protecci¨®n para tocar al p¨²blico. Pide y da amor. Ruega que los que han bebido mucho no conduzcan, recomienda el uso del cond¨®n y denuncia la pederastia. Es como un cham¨¢n lleno de collares y adornos, y miles de cachivaches para hacer su colorista m¨²sica. Fuera de cualquier previsi¨®n, pregunta si en el p¨²blico alguien conoce los secretos de la capoeira.
El sonero del mundo, el venezolano ?scar D'Le¨®n, cierra el festival casi a las siete de la ma?ana. Un buen fin de fiesta en el que recuerda a su gran amiga Celia Cruz. Cuando son¨® la ¨²ltima nota, las m¨¢quinas y servicios de limpieza hab¨ªan empezado hace rato a recoger en el otro extremo de la playa los miles de toneladas de basura que genera el festival.
Babelia
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