Los virus 'Sobig.F', 'Blaster' y 'Nachi' causan la mayor epidemia de Internet
'Sobig.F' fue lanzado a partir de un env¨ªo masivo de correos a millones de direcciones de buzones electr¨®nicos. Los expertos temen que la fam¨ªlia v¨ªrica Sobig responda a un plan delictivo m¨¢s que a la aventura de un 'hacker'
Tras la calma, lleg¨® la tempestad. Agosto convulso, como de costumbre, en el panorama de la virolog¨ªa inform¨¢tica. En menos de dos semanas, internautas de todo el mundo se han visto obligados a capear las embestidas de Blaster, Nachi y Sobig.F, tres de los espec¨ªmenes con mayor potencial expansivo conocidos hasta el momento.
Sobig.F, el m¨¢s peligroso a priori de la tr¨ªada, pasar¨¢ adem¨¢s a la posteridad v¨ªrica por haber pulverizado los registros de rapidez de propagaci¨®n. A diferencia de la mayor¨ªa de los gusanos, que son liberados en redes universitarias, cibercaf¨¦s o usuarios individuales seleccionados al azar de una lista de correo, Sobig.F fue lanzado a partir de un env¨ªo masivo de correos a millones de direcciones. Esta t¨¦cnica, conocida como spam, es utilizada por muchas empresas para darse a conocer r¨¢pidamente y sin costes a trav¨¦s de la Red. Sin embargo, nunca hab¨ªa sido puesta al servicio de la distribuci¨®n de un pat¨®geno inform¨¢tico. Los resultados han rebasado cualquier expectativa.
"Casi 22 millones de los 38 millones de e-mails que procesamos a lo largo del pasado jueves 21 estaban infectados por Sobig.F", declar¨® Nicholas Graham, portavoz de America Online (AOL). En Estados Unidos, donde la proporci¨®n habitual de una epidemia v¨ªrica es de un mensaje portador por cada 150 enviados, la ratio de este gusano lleg¨® a ser de 1 de cada 17.
En Espa?a el impacto fue mayor: 1 de cada 11, porcentaje ins¨®lito que sin embargo, por la precauci¨®n de los internautas y quiz¨¢ por el hecho de que los correos portadores est¨¢n escritos en ingl¨¦s, no acarre¨® consecuencias tan graves como las de otros impactos v¨ªricos.
Se calcula que, en total, m¨¢s de dos millones de usuarios de cinco continentes han sido afectados por la acci¨®n del virus, que finalmente ha resultado inocua, gracias a una persecuci¨®n contrarreloj de decenas de expertos inform¨¢ticos.
Sobig.F ten¨ªa programados sendos ataques, entre las 21.00 y las 0.00 del jueves 21 y del domingo 24. Durante ese lapso, millones de copias del virus deb¨ªan descargar y activar un programa que se tem¨ªa que tuviese como prop¨®sito el colapso de Internet. La aplicaci¨®n estar¨ªa alojada en un total de 20 sedes web. A las 20.55, 19 de ellas hab¨ªan sido localizadas y desconectadas; s¨®lo 10 minutos m¨¢s tarde se consegu¨ªa desactivar la vig¨¦sima.
La primera oleada hostil del pat¨®geno hab¨ªa sido neutralizada con ¨¦xito; la segunda, s¨®lo tres d¨ªas despu¨¦s, tambi¨¦n fracas¨®. Las 20 m¨¢quinas involucradas en el ataque, todas ellas de banda ancha y preparadas para procesar cantidades ingentes de tr¨¢fico web, se encontraban en Estados Unidos, Canad¨¢ y Corea del Sur. Giorgio Talvanti, experto en virolog¨ªa digital del portal de seguridad inform¨¢tica Hispasec, afirma: "Esta es la sexta mutaci¨®n de una serie de experimentos controlados y con fecha de caducidad. La s¨¦ptima, Sobig.G, ya ha visto la luz, antes de que la sexta haya expirado. No parece ser el juego de poder de un adolescente cualquiera; podr¨ªamos estar, de hecho, ante un avanzado ejemplo de crimen inform¨¢tico organizado".
El convidado de piedra y tercero en discordia del fest¨ªn estival que se han repartido Blaster y Sobig.F ha sido Nachi, un gusano at¨ªpico. Este esp¨¦cimen, asentado en los mismos mimbres tecnol¨®gicos que Blaster, surgi¨® el pasado martes 19 como un antibi¨®tico dise?ado contra su an¨¢logo. Con una capacidad de propagaci¨®n mayor (procesando simult¨¢neamente grupos de 300 direcciones aleatorias en lugar de 20, como Blaster), Nachi se reproduc¨ªa por Internet sin otro objetivo que instalar en todas las m¨¢quinas que lo necesitasen el parche oficial de Microsoft que tapaba la vulnerabilidad por la que se filtraba Blaster. As¨ª, surg¨ªa una vez m¨¢s entre los expertos el eterno dilema: ?es l¨ªcito un virus bueno, que sea inocuo y proteja a miles de ordenadores de infecciones originadas por otros pat¨®genos?
Los detractores de Nachi alegaron en su contra que, a pesar de sus buenos prop¨®sitos, su consumo de ancho de banda pod¨ªa traducirse en p¨¦rdidas econ¨®micas. Un caso fue el de Air Canada, obligada a cancelar o retrasar algunos de sus vuelos.
El fantasma de 'Blaster'
A pesar de que su impacto pudo ser reducido a tiempo y de que Sobig.F ha acaparado la mayor¨ªa de los titulares, la iniciativa corri¨® a cargo de Blaster, un gusano que ha derribado barreras conceptuales en el plano de la propagaci¨®n.
Su epidemia, de no haber sido por un error de programaci¨®n que provocaba inestabilidad en el sistema, podr¨ªa haber sido la mayor de la historia. Tradicionalmente, un pat¨®geno electr¨®nico no pod¨ªa infectar un sistema a menos que el usuario ejecutase, enga?ado, el c¨®digo maligno; desde hace cinco a?os, los virus son capaces de activarse en un sistema, inyectados a trav¨¦s de un correo que s¨®lo necesita ser le¨ªdo; desde la noche del pasado lunes 11, con Blaster, la aparici¨®n de espec¨ªmenes dise?ados para autorreproducirse sin depender ni tan siquiera del correo es una realidad. Sin Outlook, sin enga?os... S¨®lo aprovechando una grave vulnerabilidad encontrada en Windows XP, NT y 2000, conocida como desbordamiento de RPC DCOM.
A trav¨¦s de este agujero de seguridad, Blaster se propag¨® por m¨¢s de 100.000 ordenadores a escala mundial en sus primeras 24 horas de vida. Una vez dentro de nuevos sistemas, filtrado por la puerta trasera, el pat¨®geno generaba direcciones aleatorias en un bucle ad infinitum, buscando en todas ellas la vulnerabilidad requerida que le permit¨ªa reproducirse sin autorizaci¨®n ni conocimiento de sus v¨ªctimas.
Los internautas afectados descubrieron la infecci¨®n por un nimio error de programaci¨®n en el c¨®digo v¨ªrico, que causaba inestabilidad en el funcionamiento del ordenador y provocaba diversas manifestaciones; entre ¨¦stas, las m¨¢s habituales fueron los reinicios inesperados y constantes del sistema tras pocos minutos de uso y la disfunci¨®n de la mayor¨ªa de los enlaces web. Por su m¨¦todo de reproducci¨®n, las posibilidades de propagaci¨®n de Blaster eran exponenciales. Su cometido consist¨ªa en perpetrar un ataque de denegaci¨®n de servicio contra la web de actualizaciones de Microsoft, con la intenci¨®n de desconectarla de Internet.
Debido al error de programaci¨®n, el avance de Blaster pudo ser detectado, frenado y solucionado a tiempo gracias a un parche ya que los internautas pudieron copiar, precisamente, de la sede de Microsoft Windows Update, blanco te¨®rico del pat¨®geno.
La semana pasada el FBI arrest¨® a Jeffrey Lee Parson acusado de crear la versi¨®n m¨¢s da?ina del virus Blaster. El norteamericano tiene 18 a?os, mide 1,95 metros y pesa 145 kilos. Parsons no desat¨® la epidemia, pero admiti¨® al ser interrogado haber modificado el gusano original y haber creado el Blaster B.
La variante creada por el joven de Minesota hac¨ªa que los ordenadores infectados se conectaran autom¨¢ticamente con su equipo, de manera que pod¨ªa seguirles la pista. El FBI asegura que tiene noticia de unas 7.000 m¨¢quinas contagiadas por el virus.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.