Funcionaria de orden
Cuando en 1996 el Partido Popular (PP), tras su victoria electoral, se dispon¨ªa a renovar a fondo la Administraci¨®n, Francisco ?lvarez Cascos y Mariano Rajoy pugnaban por situar a uno de los suyos en la dif¨ªcil pero apetecible delegaci¨®n del Gobierno en Catalu?a. Pero no hubo ni pulso. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no dio opci¨®n: "Para Catalu?a, he pensado en Julia Garc¨ªa-Valdecasas".
Sorprendi¨® la elecci¨®n de esta barcelonesa nacida en 1944. A quien m¨¢s, al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, quien la recibi¨® con gran frialdad: "No la conozco", afirm¨® con desd¨¦n.
Aznar s¨ª la conoc¨ªa bien y valoraba su tenacidad y seriedad, de funcionaria perfecta: era, como ¨¦l mismo, inspectora de Hacienda -delegada de Econom¨ªa y Hacienda en Catalu?a desde 1992-y lleg¨® al PP catal¨¢n a principios de los noventa, cuando Aznar y su entonces lugarteniente en Catalu?a, Alejo Vidal-Quadras, trataban de captar nuevos valores para refundar el partido. Garc¨ªa-Valdecasas sumaba adem¨¢s una estirpe cara al presidente: pertenece a una notoria familia de la burgues¨ªa barcelonesa oriunda de Granada -su padre fue un duro rector de la Universidad de Barcelona en pleno franquismo- y est¨¢ casada con el catedr¨¢tico de Derecho Mercantil Javier A?overos.
Aznar la ha mantenido contra viento y marea. Porque esta licenciada en Farmacia, madre de tres hijos y ex directiva del R.C.D. Espanyol ha caminado en la cuerda floja desde el principio. O as¨ª lo cre¨ªan los amplios sectores ciudadanos que la convirtieron en el icono de todos los males que asocian a la Administraci¨®n del PP: antinacionalismo, represi¨®n y mano dura, sobre todo en las manifestaciones, sofocadas en m¨¢s de una ocasi¨®n con gran dureza. En el ¨²ltimo a?o, no obstante, hab¨ªa aprendido a pactar "hasta con el cielo y el sol", como explic¨® tras la eurocumbre de Barcelona de 2002.
Tampoco lo tuvo f¨¢cil en su partido. Su nombramiento coincidi¨® con el ascenso de Alberto Fern¨¢ndez, con quien no congeni¨®. Muchos le llaman con rintint¨ªn Julita, pero nadie, salvo Aznar, ha logrado dirigirla. Sigui¨® por libre y el partido local le hizo el vac¨ªo. En su soledad encontr¨® a Josep Piqu¨¦, otro extra?o en el universo del PP catal¨¢n. Y cuenta desde 2001 a Rajoy como a gran valedor en Madrid. Con ese triple aval -Aznar, Rajoy, Piqu¨¦- se convirti¨® sin saberlo en una pieza perfecta para el nuevo puzzle del PP.
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