Educaci¨®n c¨ªvica
Recuerdo que hace unos a?os, ya bastantes -y perdonen que hable de memoria y, por lo tanto, sin la precisi¨®n con la que debiera-, el Gobierno decret¨® que se impartiera en un curso del Bachillerato una hora semanal dedicada al estudio de la Constituci¨®n espa?ola. Esa hora deb¨ªan impartirla los profesores de Historia y, si no me equivoco, estaba adem¨¢s incluida en el curr¨ªculo de esa asignatura. Fue una materia fantasmal, es decir, que desapareci¨® como lo hacen los fantasmas, ignoro si porque su obligatoriedad fue revocada o porque acab¨® absorbida entre el resto de horas y de temas de la asignatura de la que formaba parte. Recuerdo su implantaci¨®n, pero su desaparici¨®n pas¨® desapercibida y lo hizo sin el revuelo que acompa?¨® a su introducci¨®n en la ense?anza. Entre los motivos del descontento del profesorado -entre los expuestos- ninguno era ideol¨®gico: restaba una hora a la asignatura -que como todos sabemos es muy amplia- y requer¨ªa una formaci¨®n jur¨ªdica de la que ellos carec¨ªan, pues una cosa es explicar la Constituci¨®n como una unidad tem¨¢tica y otra, m¨¢s exigente, dedicarle una hora semanal a lo largo de las muchas semanas que dura un curso. Sospecho que, en bastantes casos, no se explic¨® nunca, y que los m¨¢s cumplidores acabaron dedic¨¢ndole algunas de las horas normativas y ocupando el resto con otros temas de la asignatura de Historia.
He recordado lo anterior tras leer el art¨ªculo Desenredar Espa?a de Fernando Savater. Lo que he subrayado en ¨¦l no ha sido su tema central -las reivindicaciones auton¨®micas- sino otro colateral, pero en el que el autor hacer fuerte hincapi¨¦, pues es un asunto que evidentemente le preocupa y al que se ha referido en diversas ocasiones: la necesidad de introducir la educaci¨®n c¨ªvica en nuestra ense?anza. Es una preocupaci¨®n que comparto, y si he mencionado el ejemplo anterior ha sido para recordar que alg¨²n intento para hacerlo s¨ª que hubo, aunque creo que se plante¨® de forma desafortunada. Desconozco los resultados que pudo tener la experiencia en el conjunto de Espa?a, aunque no parece que fueran muy exitosos, y me gustar¨ªa a?adir alguna otra observaci¨®n sobre las posibles causas de su fracaso.
Quiz¨¢ no sea la forma m¨¢s adecuada para inculcar en los alumnos la conciencia de su ciudadan¨ªa democr¨¢tica impartirles un curso sobre la Constituci¨®n, as¨ª, a palo seco. Por otra parte, si antes me he referido a los inconvenientes acad¨¦micos que opusieron los profesores, he de a?adir los reparos, y quiz¨¢ los prejuicios, que ¨¦stos pod¨ªan compartir aquellos a?os tras la experiencia educativa de la dictadura. Dejando a un lado a algunos profesores radicales que utilizaban el aula como un p¨²lpito, durante la Transici¨®n la ense?anza se caracteriz¨® por una vocaci¨®n de desideologizaci¨®n que se tradujo de hecho en un todo vale, y sobre todo en un todo vale lo mismo. Se reaccionaba as¨ª contra la etapa anterior, fuertemente ideologizada, s¨®lo que se confund¨ªan los criterios. En el todo vale lo mismo se inclu¨ªan los valores democr¨¢ticos como si fueran una ideolog¨ªa m¨¢s, prejuicio igualmente derivado de la etapa anterior, es decir, de nuestra escasa formaci¨®n democr¨¢tica, aunque no se fuera consciente de ello.
Puede resultar parad¨®jico que cuando mayor era la necesidad de una formaci¨®n en los valores democr¨¢ticos menos mimbres hubiera para ello, pero el propio rodaje democr¨¢tico educa y, por fortuna, creo que algo hemos mejorado, aunque pervivan algunas debilidades, derivadas quiz¨¢ de esa falla educativa. La democracia espa?ola ya no es una experiencia fr¨¢gil e incierta, pero ha de fortalecerse y eso s¨®lo se consigue tomando plena conciencia de lo que significa la ciudadan¨ªa, con sus derechos y sus obligaciones. Por eso sigue teniendo raz¨®n Savater cuando afirma que ¨¦sa es la asignatura pendiente de la democracia espa?ola. ?Tambi¨¦n en Euskadi? S¨ª, sobre todo en Euskadi, donde lo que falla no es tanto el sistema educativo como el acoso a que es sometido desde sus m¨¢rgenes. En cierta ocasi¨®n, en que alguien me compar¨® a un instituto con una madrassa, reaccion¨¦ vivamente y le repliqu¨¦ que la madrassa pod¨ªa estar en sus m¨¢rgenes, y que lo triste era que el sistema educativo no ofreciera a nuestros alumnos nada que pudiera contrarrestarla: educaci¨®n en los valores democr¨¢ticos. Y a?ado, ?se puede educar en esos valores sin hacer referencia al ¨²nico marco que los hace posibles, la Constituci¨®n? Y termino, ?puede un Gobierno como el vasco, que cuestiona de continuo la validez de ese marco, emprender esa iniciativa educativa?
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