Lucha de clases en Riazor
Pandiani amenaza el puesto de Trist¨¢n, que vuelve a descargar su furia contra Irureta
Riazor estren¨® temporada en perfecto estado de revista: el Deportivo gan¨®, alcanz¨® el liderato en solitario y Diego Trist¨¢n tuvo una agarrada con su entrenador, Javier Irureta. Tras las vacaciones, la casa vuelve al orden. Los berrinches de Trist¨¢n, como la estampa de Irureta mascando chicle o la apisonadora de Mauro Silva retumbando en el medio del campo, tambi¨¦n pertenecen a ese orden dom¨¦stico. Y Trist¨¢n siempre encuentra quien lo desaf¨ªe. Antes fue Makaay y ahora es Walter Pandiani, que ha regresado de Mallorca m¨¢s voraz que nunca. Un nuevo duelo se apunta en Riazor con ecos de lucha de clases. Un ariete de porte aristocr¨¢tico contra el orgullo del proletariado uruguayo.
Trist¨¢n no est¨¢ en buen estado f¨ªsico. En realidad, no lo ha vuelto a estar desde el verano de 2002, cuando se lesion¨® tras dos decepcionantes partidos en el Mundial, tard¨® dos meses en curarse y ya no pudo hacer sombra a la demoledora campa?a de Makaay, quien hasta entonces le suced¨ªa en el escalaf¨®n. En la reciente pretemporada no cambiaron mucho las cosas. El goleador andaluz jug¨® la eliminatoria previa de la Liga de Campeones contra el Rosenborg como si le hubiesen cosido las botas con hormig¨®n armado. Y la gente empez¨® a impacientarse.
Los s¨ªntomas de mejor¨ªa no llegaron hasta los dos primeros partidos de Liga. Irureta ha dejado claro que cuenta con ¨¦l, pero tambi¨¦n que no lo ve en condiciones para jugar 90 minutos. Y en los dos choques lo cambi¨® tras una hora de juego. En Zaragoza no rechist¨®, pero el mi¨¦rcoles contra el Athletic estall¨® el arrebato habitual. Cuando lleg¨® al banquillo, Trist¨¢n se revolvi¨® airado contra el entrenador y le espet¨® a voz en grito: "!Me cago en tu puta madre!, ?por qu¨¦ me cambias?; as¨ª es imposible". "?Qu¨¦ m¨¢s quieres?", le replic¨® Irureta antes de obsequiarle con una larga reprimenda. Si alguien se alarm¨® por el incidente es que no conoce el Deportivo. Concluido el choque, lleg¨® la rueda de prensa y el entrenador recurri¨® a su infalible m¨¦todo pelillos a la mar. "A Trist¨¢n lo quiero mucho. Es uno de los que m¨¢s quiero de la plantilla, pero le necesitaba 55 minutos", asegur¨®. De hecho, en la bronca del cambio, el t¨¦cnico le dijo al sevillano: "... Es lo que hablamos el otro d¨ªa. Es demasiado ahora mismo. ?Vete a tomar por el culo, vete a tomar por el culo". Y asunto zanjado hasta la pr¨®xima ocasi¨®n.
La pataleta de Trist¨¢n qued¨® en evidencia al momento por la fulminante aparici¨®n de su sustituto, Pandiani. El primer bal¨®n que le lleg¨® al uruguayo lo cabece¨® a la red, exactamente lo mismo que hab¨ªa hecho el domingo en Zaragoza tras reemplazar tambi¨¦n a Trist¨¢n. Irureta pudo cargarse de raz¨®n. "No creo que me haya equivocado en el cambio", respondi¨® a la prensa. Antes del incidente, una parte del p¨²blico ya le hab¨ªa dejado claro al sevillano que est¨¢ m¨¢s dispuesta a censurar sus deslices que a valorar sus progresos de las ¨²ltimas jornadas. Y esa misma gente acogi¨® con entusiasmo a Pandiani.
Si por talento fuera, Trist¨¢n no tendr¨ªa nada que temer con el uruguayo. Pero el f¨²tbol es algo m¨¢s que una cuesti¨®n de calidad. Trist¨¢n act¨²a con aires de arist¨®crata exquisito, entiende el juego como un arte y desprecia las tareas secundarias. Lo m¨¢s habitual es que lo acusen de indolente, justo lo que nunca se podr¨¢ reprochar a Pandiani, un ariete con muchas limitaciones t¨¦cnicas, pero un tipo duro al que apodan El rifle. Cuando empez¨® a jugar al f¨²tbol en Montevideo, Pandiani, que se cas¨® con 17 a?os, trabajaba por la noche descargando camiones de basura para mantener a su familia. Tambi¨¦n tuvo las suyas con Irureta, y tras irse cedido al Mallorca, lleg¨® a proclamar que no volver¨ªa al Deportivo mientras no cambiase el entrenador. Este verano hicieron las paces, y ahora el jugador cumple a rajatabla los consejos del t¨¦cnico. Irureta le dijo que buscase m¨¢s cabezazos desde el primer palo y as¨ª logr¨® sus dos ¨²ltimos goles. Como Trist¨¢n se encierre en la torre de marfil, puede encontrarse con otro curso muy duro.
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