Miren ustedes
Se habr¨¢n fijado en que cuando a un pol¨ªtico, de la cuerda que sea, le hacen una pregunta pertinente, m¨¢s o menos inc¨®moda, una pregunta de inter¨¦s general cuya obligaci¨®n profesional y moral ser¨ªa responder sin rodeos ni circunloquios, o se le insta a que d¨¦ una explicaci¨®n sobre un asunto de orden p¨²blico que exige transparencia en su tratamiento, el pol¨ªtico en cuesti¨®n suele iniciar su respuesta con un irritante: "Mire usted...". Este preliminar ret¨®rico suele ir seguido de un peque?o lapso, de una inflexi¨®n en la voz y de un punto de fijeza en la mirada sobre el interlocutor; tiene algo de cansancio chulesco, de una hartura discursiva que sit¨²a al de la pregunta (y, por extensi¨®n, a los ciudadanos interesados en ese di¨¢logo) en una posici¨®n de virtual inferioridad, como si la respuesta que fuera a recibir tuviera esta naturaleza: "Mire usted... es usted tonto y no se entera de nada" o "Mire usted... voy a hacerle el favor de dirigirle la palabra" o "Mire usted... voy a decirle lo que me d¨¦ la gana" o "Mire usted... aqu¨ª mando yo y no tendr¨ªa ni por qu¨¦ hablarle" o "Mire usted... no me toque las narices con sus preguntitas". El mireustedismo suele adoptar el tono redundante de una raz¨®n incontestable que no necesitara de expresi¨®n.
Pues bien, se?ores pol¨ªticos, tendr¨¢n que asumir que los primeros que tienen que mirar son ustedes. Que los madrile?os hemos vuelto de vacaciones y, miren ustedes, nos hemos encontrado con una ciudad a la que las altas temperaturas estivales no han ayudado a superar su crispaci¨®n. Una ciudad que, tras el bochorno, se enfrenta sin fe a unas nuevas elecciones auton¨®micass: se la han robado ustedes, as¨ª que su deber es devolv¨¦rsela. ?C¨®mo? Miren ustedes, yo dir¨ªa que deben despejar el camino. Lo primero que tendr¨ªan que hacer (hablo a toda la oposici¨®n, claro, precisamente porque no es otro el lugar en el que me encuentro) es clarificar su l¨ªnea ideol¨®gica y hacer una selecci¨®n natural en sus partidos, de modo que los votantes pudieran, en la medida en que eso es posible, confiar en ustedes. Un ejemplo: sus l¨ªderes deben condenar la hipocres¨ªa y la doble moral, propias de la derecha, con argumentos que apelen a los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, pero no pueden permitirse la verg¨¹enza de hacerlo mediante la burla y el insulto, como hizo el otro d¨ªa Alfonso Guerra al llamar "maripos¨®n" a Mariano Rajoy, ante las carcajadas de un Zapatero que dice defender (aunque bien es cierto que de forma restringida) los derechos de gays, lesbianas y transexuales. Porque, de forma program¨¢tica, deben tener muy presente que lo que importa no es que Rajoy sea o no homosexual, sino que, de serlo, estar¨ªa traicionando con su pantomima y sus propias carnes la homofobia del PP y, lo que es peor, la valent¨ªa y coherencia vital de los que s¨ª se atreven a defender su libertad, y la del propio Rajoy. Eso hay que condenar.
Y, miren ustedes, hay m¨¢s. Hay, por poner otro ejemplo, un se?or Nolla que nos ha sorprendido en las sesiones de investigaci¨®n de la Asamblea con su templanza y su agudeza pol¨ªticas, un se?or del que poco sab¨ªamos y que dignific¨® con su capacidad y su aguante a un PSOE madrile?o herido desde sus propias listas: ?qu¨¦ hac¨ªan ah¨ª esos otros dos impresentables? Miren ustedes, sus electores necesitan con urgencia que depuren sus candidaturas sin miramientos ni intereses tribales, que potencien a gente como el se?or Nolla, que ofrezcan alternativas, que se renueven, y no precisamente por la base, sino por sus c¨²pulas. Porque, miren ustedes, estamos muy desconcertados y preocupados con el auge de la derecha y ustedes tienen que ayudarnos. Y tienen que tener claro, miren ustedes, que las verg¨¹enzas urban¨ªsticas no tienen que ver s¨®lo con la corrupci¨®n y los constructores y las contratas, sino con los alquileres desorbitados de las viviendas en Madrid, que obligan a la gente a pagar casi todo su salario por un zulo; y tienen que ver con las condiciones medioambientales de nuestra ciudad, que se est¨¢ convirtiendo en inhabitable por la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica y ac¨²stica y por el tr¨¢fico; y tienen que ver con el arboricidio del paseo del Prado y la conversi¨®n en pistas de cemento de nuestras plazas; y por una carest¨ªa econ¨®mica, laboral, cultural y personal cada vez m¨¢s dif¨ªcilmente soportable. Porque se ha quebrantado nuestra fe. Miren ustedes. Y no es mireustedismo, no es chuler¨ªa.
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