"Como lector creo en la poligamia y el polite¨ªsmo"
El escritor italiano, reconocido por t¨ªtulos como El Danubio, recuerda en esta entrevista su encuentro y relaci¨®n con la literatura: el libro que cambi¨® su vida, c¨®mo empez¨® a sentir el gusto por la lectura o incluso decir qu¨¦ obra le hubiera gustado escribir. Para Magris, "leer es una gran, grand¨ªsima, ayuda para esperar, no alejarnos demasiado de lo humano".
Basta con asomarse a cualquiera de sus t¨ªtulos para comprobar que los libros de Claudio Magris (Trieste, 1939) est¨¢n llenos de muchos otros libros. Y no s¨®lo porque su obra se sit¨²e en la frontera de todos los g¨¦neros, sino tambi¨¦n porque en el autor italiano el lector alimenta continuamente al escritor. Ya se trate de obras de cr¨ªtica literaria como El anillo de Clarise (Pen¨ªnsula) o ?taca y m¨¢s all¨¢ (Huerga & Fierro) o de vol¨²menes mestizos como los celebrados El Danubio o Microcosmos (ambos en Anagrama), Magris acostumbra a pasar de la biblioteca a la plaza p¨²blica sin cerrar puerta alguna, dejando que el aire de la calle ventile los rincones dormidos de la erudici¨®n y que la vida respire entre los libros. Pocos autores han sabido, como ¨¦l, transformar la informaci¨®n en conocimiento y subrayar que las Humanidades todav¨ªa tienen algo que ver con lo humano.
"Los misterios de la Selva Negra, de Salgari, es el primer libro que le¨ª, y est¨¢ destinado a ser siempre para m¨ª el Libro, el encuentro con la palabra que contiene y a la vez inventa la realidad"
PREGUNTA. ?Qu¨¦ libro le cambi¨® la vida?
RESPUESTA. Me resulta muy dif¨ªcil responder esta pregunta, precisamente porque soy una persona que ha vivido y vive de los libros, a la que muchos libros han cambiado la vida, al menos en parte, y por tanto, me resulta dif¨ªcil indicar uno solo. Creo que en la literatura la poligamia y el polite¨ªsmo no s¨®lo son l¨ªcitos, sino que son la ¨²nica postura posible; el dicho evang¨¦lico "en la casa del padre hay muchas moradas" sirve tambi¨¦n para la literatura. ?Por d¨®nde empezar? Podr¨ªa empezar por el primer libro que le¨ª, Los misterios de la Selva Negra, de Salgari. Todav¨ªa no hab¨ªa cumplido los seis a?os: mi t¨ªa Mar¨ªa empez¨® a le¨¦rmelo en voz alta, porque yo todav¨ªa no sab¨ªa leer, pero en las semanas o meses sucesivos aprend¨ª y por tanto lo acab¨¦ yo solo. Es el primer libro que le¨ª, y por consiguiente est¨¢ destinado, de alg¨²n modo, a ser siempre para m¨ª el Libro, el encuentro con la palabra que contiene y a la vez inventa la realidad. Un libro elemental, de aventuras para ni?os, pero que, en cierto modo, me dio el sentido de la variedad del mundo, de las culturas de los pueblos y de los distintos paisajes, y a la vez de la unidad humana esencial presente en cada aspecto particular. Me dio, por tanto, el sentido de la unidad de la vida y la familiaridad con una gran variedad de pueblos, civilizaciones, razas, h¨¢bitos y costumbres, distintas pero vividas como manifestaciones diferentes del universal humano y me dio tambi¨¦n el sentido de la aventura y de la vida como viaje, como aventura del individuo que sale de casa, hace su salida al mundo, se encuentra con lo diferente, con lo extranjero, y se convierte en s¨ª mismo en este encuentro que hace que el mundo le sea familiar. Del mar del Corsario Negro de Salgari llegar¨ªa al mar mucho m¨¢s vasto de Conrad, de Stevenson, de Melville.
El libro de los libros quiz¨¢ haya sido la Odisea, en la que est¨¢ todo, el mito y su fin, el hero¨ªsmo de Ulises y sus precauciones t¨ªpicas de un personaje burgu¨¦s que se protege de los riesgos escuchando el canto de las sirenas atado al m¨¢stil del barco, las categor¨ªas del amor (Pen¨¦lope, Circe, Calipso, Nausica), el sentido de la vida como viaje y del mar como fondo inevitable de este viaje. Guerra y paz, el libro quiz¨¢ m¨¢s fundamental para m¨ª, que siempre me ha parecido como la vida que se cuenta a s¨ª misma y se compone, a pesar de todo, en armon¨ªa.
Hay una entonaci¨®n fundamental que he recibido de los grandes escritores ¨¦picos -sobre todo de Tolst¨®i o tambi¨¦n Melville o Guimar?es Rosa o Faulkner- para quienes la existencia, a pesar de todas las aflicciones, tiene un sentido, una unidad. Pero otros, igualmente queridos -en primer lugar, Ibsen y Kafka-, me han revelado lo contrario, la insuficiencia o la irrealidad de la vida, la dificultad y la falta de naturalidad o la imposibilidad de vivir, la odisea del individuo que no vuelve a casa y se pierde y se disgrega, experimentando la insensatez del mundo y la intolerabilidad de la existencia.
Ninguno de los grandes libros que he amado ha excluido nunca a otro igualmente querido, aunque exprese una visi¨®n opuesta de la vida. S¨ª, los libros proporcionan tambi¨¦n felicidad, y por eso he querido tanto y todav¨ªa quiero a los grandes c¨®micos y humoristas. Dickens y Goldoni y Sterne, y en lo m¨¢s alto, Cervantes, su Don Quijote es el libro de libros, ¨¦pica y parodia, novela y teor¨ªa de la novela, grandeza y miseria, honor e indignidad y otra infinidad de cosas.
P. ?C¨®mo se puede transmitir el gusto por la lectura?
R. Sinceramente no lo s¨¦. Para m¨ª es casi algo natural, como el amor por el mar, por determinados colores de las estaciones, por el viento, por ciertos alimentos, por ciertos juegos, por ciertos rostros.
P. ?C¨®mo se lo transmitieron a usted?
R. Quiz¨¢ haya mamado este amor en mi casa, de mis padres, m¨¢s tarde de mis amigos. Nadie me ha ense?ado la lectura o el amor por el libro, y nadie me ha dicho nunca expl¨ªcitamente que los libros tienen un gran valor, que hay que leerlos, y todo eso. Sencillamente, me han puesto libros entre las manos, o¨ªa hablar de ciertos libros y ciertas historias, me sent¨ªa fascinado oyendo hablar de ellas (por ejemplo, oyendo a mi padre hablar con sus amigos de algunos acontecimientos novelescos, de algunos libros o de algunos autores), igual que puede fascinar o¨ªr hablar de pa¨ªses lejanos a los viajeros que han estado all¨ª. Y creo que ¨¦sta es la aut¨¦ntica forma de transmitir cualquier amor, es decir, cuando se transmite espont¨¢neamente, sin tener en ese momento una intenci¨®n expl¨ªcita, sin prop¨®sitos pedag¨®gicos, sin ninguna actitud cultural ni misionera, sin ninguna, aunque loable, buena intenci¨®n.
P. ?La lectura puede ser una reserva de humanidad?
R. S¨ª, la lectura es una enorme reserva de humanidad, y en este sentido puede ayudar much¨ªsimo. Naturalmente, no es la ¨²nica ni la mejor, porque esta reserva de humanidad puede estar representada, obviamente, no s¨®lo por otras formas de arte (la m¨²sica, la pintura y as¨ª sucesivamente) o de pensamiento (la filosof¨ªa, la religi¨®n y dem¨¢s), sino tambi¨¦n por muchas cosas mucho m¨¢s sencillas, que no pasan a trav¨¦s de la mediaci¨®n cultural. Una gran reserva de humanidad puede ser, desde luego, en igual medida que la literatura, el sentido de la amistad y el recuerdo de personas queridas y amigas que han cruzado y cruzan la calle con nosotros; tantas cosas de la vida cotidiana a las que estamos ligados no s¨®lo por un banal sentimentalismo, sino por una profunda pasi¨®n y as¨ª sucesivamente. Del mismo modo, la lectura, la literatura o el arte pueden pervertirse por un disfrute separado de la humanidad. Parece que realmente en Auschwitz hab¨ªa personas capaces de conmoverse sinceramente escuchando la gran m¨²sica, pero no por esto dejaban de torturar a los prisioneros.
P. Si el conocimiento no da la felicidad y la cultura no nos libra de lo inhumano, ?por qu¨¦ leer?
R. Nada garantiza nunca la felicidad ni la humanidad; el conocimiento puede distorsionarse o ser inadecuado para ese fin, e incluso una gran cultura, como ha demostrado la historia tan a menudo, puede no estar en condiciones de oponerse a la falta de humanidad o incluso ser c¨®mplice de la falta de humanidad. Pero esto vale para cualquier cosa; nunca tenemos la certeza absoluta de que, al tomar un camino determinado o abrazar una determinada actividad, estaremos a salvo. Y por tanto, est¨¢ bien, es necesario leer, sabiendo qu¨¦ incre¨ªble riqueza humana nos aporta la lectura y sabiendo al mismo tiempo que, ni siquiera leyendo las grandes obras maestras y apasion¨¢ndonos con ellas, podemos estar seguros de no caer en el embotamiento y en la maldad. Pero leer es una gran, grand¨ªsima, ayuda para esperar -esperar, no estar seguros-, no alejarnos demasiado de lo humano.
P. ?Qu¨¦ libro ajeno le habr¨ªa gustado escribir?
R. Tambi¨¦n en este caso me resulta casi imposible contestar a esta pregunta. ?La Odisea? ?El Quijote? Quiz¨¢, si me viera obligado, reducir¨ªa la elecci¨®n a estos dos. Pero preferir¨ªa, prefiero, no verme obligado a elegir. Los grandes libros son como los hijos: no es posible decir a cu¨¢l se quiere m¨¢s.
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