Mal empezamos
Nadie duda ni de la calidad de los trajes del PP y tampoco de lo aquilatado del discurso aprendido en los ¨²ltimos a?os. Donde ayer estaba el orden, la calle o Espa?a hoy sirven seguridad, democracia y Constituci¨®n. Pero as¨ª como la vestimenta va por encima de la piel, el lenguaje navega m¨¢s profundo; no le valen afeites y a veces, exultante, traiciona. Es entonces cuando aparece la desnudez de las ideas.
Ante la Junta Directiva Nacional del PP, Rajoy, quiz¨¢ embriagado del poder¨ªo de una elecci¨®n a la b¨²lgara -la contrarrevoluci¨®n, como dijera Canetti, termina pareci¨¦ndose a lo peor de la revoluci¨®n-, brind¨® su raci¨®n de reacci¨®n para generaciones venideras: "El modelo constitucional no se puede romper (...) inventando f¨®rmulas para resolver problemas de partido". ?Voluntad de atacar al PSOE en nombre del continuismo o un inveterado fantasma del pasado? Ojal¨¢ fuera, con todo lo terrible, lo primero. Pues en caso contrario, el fallo es estructural. O es que quiz¨¢ prefiere Rajoy ese r¨¦gimen donde los partidos no recogen ninguna demanda social m¨¢s all¨¢ de las que reelaboran los estudios de demoscopia. Estremece saber que lo que llama "problemas de partido" no son sino la respuesta que dan estas organizaciones constitucionales a la demanda social de soluci¨®n de un problema que las limitaciones de la transici¨®n no permiti¨® encarar de frente. S¨®lo el PP, enrocado en un nacionalcatolicismo de rancio abolengo, no tiene dudas respecto de la organizaci¨®n territorial de nuestro pa¨ªs. Dudas que tiene hasta el PNV.
Ojal¨¢ los partidos estuvieran m¨¢s vivos, tuvieran m¨¢s problemas de orden interno ligados a matices ideol¨®gicos (y no a cuitas de poder que terminan explotando en los momentos m¨¢s inoportunos); ojal¨¢ se vieran constantemente atravesados por las mismas contradicciones que sufre el devenir social o la convivencia entre los diferentes pueblos del Estado, de las diferentes maneras de encarar problemas que son de todos. S¨®lo as¨ª podr¨ªan -y no es seguro- solventarse los problemas de desafecci¨®n ciudadana respecto de nuestras democracias. Pero no parece la apuesta del partido en el Gobierno. El modelo del PP que reinaugura Rajoy s¨®lo reclama partidos disciplinados que, en lo peor de la tradici¨®n decimon¨®nica exportada a Am¨¦rica Latina, resucita autoritarismos caudillistas, desconf¨ªa de las instituciones intermedias y hace suya la c¨ªnica recomendaci¨®n de otro gallego que estuvo cuarenta a?os de moda: "Haga como yo y no se meta en pol¨ªtica". Qu¨¦ l¨¢stima. Se viene de una noche tan cerrada que hab¨ªa ganas de algo diferente. Aunque fuera desde el PP. Pero no hay m¨¢s cera que la que arde. Mal empezamos.
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