Una ciudad contra los atascos y el estr¨¦s
La diversidad ¨¦tnica y el respeto por el medio ambiente definen a Sidney
Los relojes de Sidney se pusieron a cero el a?o 2000. Bajo la atenta mirada del mundo, la capital no oficial de Australia, la metr¨®poli m¨¢s azul de cuantas hay en la tierra, vivi¨® aquel a?o sus Juegos Ol¨ªmpicos y logr¨® hacerse un hueco en el imaginario colectivo. La ciudad del puente sobre la bah¨ªa, de los surfistas desenfadados y de la fotog¨¦nica Opera House consegu¨ªa as¨ª afianzar su puesto en la codiciada lista de las ciudades que cuentan. Tres a?os m¨¢s tarde, esta peque?a metr¨®poli lucha por ser algo m¨¢s que un referente en los ant¨ªpodas: Sidney quiere ser la capital del hemisferio sur.
En opini¨®n de muchos ya lo est¨¢ logrando. Al calor de las inversiones ol¨ªmpicas, el que fue el primer asentamiento blanco en Australia se ha convertido en mucho m¨¢s que una capital de moda. Desde la playa de Bondi hasta el parque ol¨ªmpico de Homebush Bay, pasando por el bullicioso Circular Quay -Circular Ki para los australianos-, la ciudad desborda juventud, tolerancia y buena salud. Sus cuatro millones de habitantes se sienten orgullosos de vivir en Sidney. Saben que viven en un lugar muy especial, bajo un cielo de un azul radiante, donde comenz¨® la historia moderna de Australia y en el mismo sitio donde ahora cicatrizan las heridas del brutal exterminio aborigen.
M¨¢s del 30% de sus residentes no han nacido en Australia. Cosmopolita y original, la diversi¨®n y los placeres de las cocinas asi¨¢tica y europea se funden en Circular Quay, Oxford Street y Glebe.
El clima nunca es malo en Sidney. Si los inviernos son suaves, las primaveras llevan la plenitud m¨¢s absoluta a unos parques desbordantes de flores, deportistas y parejas de enamorados. Claro est¨¢ que los parques no lo son todo en la ciudad de la gran bah¨ªa. Cuando uno quiere aire libre no debe olvidarse de la playa. Y es que la vida est¨¢ all¨ª. Tanto en invierno como en verano: no importa la temperatura. Los australianos, al salir del trabajo, necesitan su dosis de arena. Para caminar, correr, surfear o tostarse al sol. Cualquier excusa es buena para bajar a la playa. Seguramente por esta raz¨®n el 80% de los australianos vive a un tiro de piedra del mar.
El visitante podr¨¢ comprobar esta tremenda afici¨®n a la playa nada m¨¢s acercarse a Bondi, Bond-eye para los australianos. Es aqu¨ª, a escasos minutos del centro, donde los surfistas
se concentran en b¨²squeda de la mejor ola.
Pero si el bullicio no es lo que anda buscando, algo m¨¢s al sur la arena de Cogee bien vale una visita para ver amanecer sobre el oc¨¦ano. Si lo que uno quiere ver es la puesta de sol m¨¢s espectacular, desde las playas de Watsons Bay se contempla el precioso skyline de la ciudad. All¨ª se puede llegar en uno de los entra?ables ferries verdes y amarillos que recorren la bah¨ªa.
A la oficina en zapatillas
Estos barcos son, precisamente, una huella que Sidney no ha dejado borrar pese a su progreso. Los ferries tienen su base en Circular Quay, el centro neur¨¢lgico de la ciudad, acertadamente colocado entre la Opera House y el puente de la Bah¨ªa. Desde all¨ª, y en menos de 25 minutos, uno se pone en cualquier punto del inmenso puerto.
Sin atascos, sin estr¨¦s. De hecho, estas dos palabras son poco conocidas por los habitantes de Sidney. Pese a ser una ciudad equiparable a cualquier gran metr¨®poli europea, al menos en extensi¨®n, las autoridades est¨¢n logrando que la movilidad sea razonablemente f¨¢cil. A muchos de sus habitantes les gusta ir al trabajo nada m¨¢s y nada menos que corriendo. Cientos de ejecutivos guardan cada tarde la corbata y el traje en el armario de la oficina y cruzan corriendo el puente de la bah¨ªa para ir a sus casas.
Nadie se extra?a por ello. No en vano nos encontramos en una de las ciudades que m¨¢s deportistas de ¨¦lite ha dado al mundo. Aqu¨ª se vive al aire libre, en la playa, el parque o el campo de f¨²tbol, pero siempre sudando la camiseta. Por esta raz¨®n el Gobierno australiano no ahorr¨® un d¨®lar en la construcci¨®n del anillo ol¨ªmpico de Sidney, el escaparate que la capital de Nueva Gales del Sur mostr¨® al mundo en aquel m¨¢gico octubre de 2000.
Pero nadie quiere vivir de rentas. El Ayuntamiento de la ciudad se ha propuesto aprovechar la crisis que ha afectado al Sureste asi¨¢tico en los ¨²ltimos a?os para convertirse en el referente de la regi¨®n Asia-Pac¨ªfico.
Efectivamente, Sidney mira a Londres y a Los ?ngeles, pero tambi¨¦n a Singapur, Tokio, Se¨²l y Kuala Lumpur. Sus nuevos habitantes vienen de todos estos sitios en busca de calidad de vida, sol y un ambiente propicio para desarrollar sus ambiciones. Como los colonos que llegaron desde principios del siglo XIX buscando un futuro y los que arribaron enviados para redimir sus penas, Sidney sigue atrayendo a miles de personas cada a?o. Ello ha permitido que m¨¢s del 30% de sus residentes sean nacidos fuera de Australia.
Chino, italiano o griego
Esta variedad ¨¦tnica hace de Sidney un lugar ideal para probar la cocina oriental, latinoamericana y de todos los rincones de Europa. El chino, en sus diferentes variantes, es la segunda lengua de la ciudad. Le siguen el italiano y el griego, con lo que uno ya puede imaginar que nunca le faltar¨¢ una buena trattoria o un chiringuito donde comer musaca.
Cuando llega la noche nadie debe perderse el iluminado puente de la bah¨ªa, el brillo de la city desde la Opera House o un paseo por los barrios m¨¢s bohemios de la ciudad. Sidney, como toda ciudad portuaria que se precie, ha dibujado un barrio rojo en su mapa. Se llama King's Cross, un distrito donde viajeros, yuppies y prostitutas viven en armon¨ªa m¨¢s que aparente y en un oasis de libertad. M¨¢s al sur, Oxford Street concentra los bares de moda y la zona gay con mucha solera. Pero si uno todav¨ªa quiere m¨¢s, siempre podr¨¢ acercarse hasta Glebe o Newtown, donde bares y tabernas de todos los pelajes velan para que la ciudad no decaiga ni de d¨ªa ni de noche.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicosPoblaci¨®n: cuatro millones de personas. Moneda: d¨®lar australiano (equivale a 0,60 euros). Visados: los espa?oles necesitan un visado de turista, que se puede tramitar a trav¨¦s de Internet o con la compa?¨ªa a¨¦rea. Prefijo telef¨®nico: 00612.C¨®mo irNo hay vuelos directos desde Espa?a. Todos los vuelos tienen una escala en Europa y otra parada en Asia.- Qantas (915 42 15 72), hasta el 31 de octubre, 999 euros m¨¢s tasas.- Austrian Airlines (902 25 70 00), del 16 de septiembre al 31 de octubre, desde 985 m¨¢s tasas.- British Airways (902 111 333), hasta el 31 de octubre, desde 1.019 m¨¢s tasas.- Lufthansa (902 22 01 01), hasta el 8 de diciembre, 1.120 euros m¨¢s tasas.Dormir- The Castlereagh Inn (92 84 10 00). 169 Castlereagh Street. Situado en el centro y cerca de la bah¨ªa de Sidney. Tiene un comedor antiguo muy bien restaurado. Habitaci¨®n doble con desayuno, desde 75 euros.- Kirketon Hotel (93 32 20 11). 30 Darlinhurst Road. Muy cerca del distrito de King's Cross y accesible con la red de metro. La doble, 163.- The Original Backpackers (www.originalbackapackers.com.au y 93 56 32 32). 160 Victoria Street. Alojamiento en habitaciones dobles o m¨²ltiples. Desde 38,40 euros.Informaci¨®n- www.sydey.com.au.
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