TNC
Jueves, 28 de agosto. Almuerzo con Dom¨¨nec Reixach, director del Teatre Nacional de Catalunya (TNC). A pesar de las cr¨ªticas que ¨²ltimamente le han llovido por su gesti¨®n al frente del TNC, mi amigo no pierde el apetito. "Se aproximan las elecciones y la gente empieza a ponerse nerviosa", me dice sonriente mientras se dispone a zamparse un espl¨¦ndido besugo.
La primera cr¨ªtica lleg¨® de la Universitat Catalana d'Estiu. Jordi Coca carg¨® contra el TNC y, entre otras cosas, le reproch¨® a Dom¨¨nec el no programar a autores como Joan Oliver, Salvador Espriu, Manuel de Pedrolo, Joan Brossa y Josep Palau i Fabre. Puestos a reprochar, me extra?a que Coca no encabezase la lista con Seraf¨ª Pitarra, el cual, nos guste o no, es considerado el padre del teatro catal¨¢n. Coca est¨¢ en su perfecto derecho de exigir la programaci¨®n de estos y otros autores, del mismo modo que Dom¨¨nec lo est¨¢ de no programarlos, al menos por ahora. No hay que olvidar que cuando Dom¨¨nec se hizo cargo del TNC, ¨¦ste le cay¨® como una patata caliente tras la defenestraci¨®n -a mi modo de ver injusta- de Josep Maria Flotats. Dom¨¨nec se encontr¨® con un curioso -lo llamo curioso por no llamarlo otra cosa- edificio, levantado por el arquitecto Ricardo Bofill -un encargo a dedo, sin concurso previo-, situado en una zona semides¨¦rtica y p¨¦simamente comunicada. A Dom¨¨nec, entonces, no le daban ni seis meses de vida como flamante director del TNC, pero sobrevivi¨®, y pese a que las condiciones urban¨ªsticas y de comunicaci¨®n siguen siendo adversas, no se puede decir que le haya ido mal, m¨¢s bien todo lo contrario. As¨ª pues, no es de extra?ar que por el momento Dom¨¨nec prefiera programar una obra de Guimer¨¤ antes que Homes i No, de Manuel de Pedrolo. Entre otras cosas, porque no hay que confundir el riesgo, razonable y razonado, con la autoinmolaci¨®n.
La segunda cr¨ªtica ven¨ªa en este peri¨®dico. "El TNC est¨¢ en los ant¨ªpodas de la Com¨¦die Fran?aise o el Piccolo de Mil¨¢n", afirmaba Ricard Salvat en EL PA?S del pasado 26 de agosto. ?En las ant¨ªpodas de la Com¨¦die? ?Afortunadamente! La Com¨¦die es una instituci¨®n que se remonta al siglo XVII, concretamente a 1680, y a finales del siglo XX, que es cuando nace el TNC, a nadie se le ocurre inventarse un teatro de esas caracter¨ªsticas, con una compa?¨ªa estable, en la que sus miembros se dividen en socios y pensionistas, con un administrador (l¨¦ase director) nombrado por el presidente de la Rep¨²blica, el cual debe batallar, las m¨¢s de las veces, con la compa?¨ªa, los presuntos herederos de la tropa de Moli¨¨re, que es quien en definitiva corta el bacalao. Hacer un TNC a imagen de la Com¨¦die se me antoja tan anacr¨®nico como haber hecho, a finales del siglo XX, un Teatre Nacional de Catalunya, cuando es notorio que los nacionalismos y ese tipo de teatros son cosa del siglo XIX. Y si bien es cierto que Flotats nos lleg¨® de la Com¨¦die, no creo que nadie, despu¨¦s de ver la programaci¨®n de la Companyia Josep Maria Flotats en el Poliorama, se imaginase que el gran actor iba a convertir el TNC en una Com¨¦die catalana. Entre otras razones, porque Flotats pas¨® ol¨ªmpicamente del teatro catal¨¢n, de los autores catalanes.
En cuanto al Piccolo, la comparaci¨®n me parece desacertada. Porque ya exist¨ªa, o existi¨®, un Piccolo en Barcelona. Era el Lliure de Gr¨¤cia, hecho a imagen y semejanza del Piccolo milan¨¦s, el que en abril de 1947 abri¨® sus puertas en Via Rovello, en lo que hab¨ªa sido el palacio del conde Carmagnola. S¨®lo que el Piccolo naci¨® por voluntad del alcalde de Mil¨¢n, Antonio Greppi, y el Lliure naci¨® como una cooperativa sin ninguna ayuda institucional. Pero el que quiera puede compobar que hay p¨¢rrafos enteros del acta fundacional del Lliure que est¨¢n copiados, literalmente, del acta fundacional del Piccolo. Con los a?os, ambos teatros, el Lliure y el Piccolo, han ido evolucionando, y si el Piccolo, en los ¨²ltimos a?os de Strehler, enfrentado con las autoridades milanesas, poco ten¨ªa ya que ver con el Piccolo inicial, el del propio Strehler -?y de Paolo Grassi!-, no es menos cierto que el Lliure, hace escasos meses, estaba dispuesto a perder parte de la independencia que a¨²n le queda a cambio de un platazo de eurolentejas, imprescindibles, seg¨²n afirm¨® Llu¨ªs Pasqual, para su supervivencia.
El TNC no est¨¢ en las ant¨ªpodas de la Com¨¦die Fran?aise o del Piccolo de Mil¨¢n. Es otra cosa, susceptible de cr¨ªticas y de mejoras, pero mucho m¨¢s manejable que la Com¨¦die y m¨¢s abierta a la escena catalana que el Piccolo a la italiana.
La tercera cr¨ªtica, aunque en justicia no se la puede considerar como tal, viene de Ferran Mascarell, jefe m¨¢ximo de nuestra cultura municipal. Mascarell dice en EL PA?S del 2 de septiembre: "Debemos plantearnos la relaci¨®n entre los dos centros (...) para armonizar la oferta" pasadas las elecciones. "A t¨ªtulo personal, me parece l¨®gico que el TNC sea el teatro del repertorio cl¨¢sico y el Lliure del contempor¨¢neo", a?ade. Lo cual presenta una duda: los shakespeares de Rigola y Bieito, ?a qu¨¦ repertorio pertenecen?, ?al cl¨¢sico o al contempor¨¢neo?
Lo mejor, en mi opini¨®n, es que ambos teatros sigan su propia l¨ªnea, la marcada por sus directores, sin interferencia alguna. Josep Montany¨¨s, el predecesor de Rigola en la direcci¨®n del Lliure, se entend¨ªa muy bien con Dom¨¨nec Reixach. Ambos se consultaban sobre un mont¨®n de cosas relacionadas con sus respectivos teatros. Dom¨¨nec hab¨ªa sido uno de los miembros fundadores del Lliure y ambos hab¨ªan participado en aventuras comunes.
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