Historiador del presente
Los reportajes sobre Irak que Mario Vargas Llosa public¨® el pasado mes de agosto en EL PA?S y Reforma son un ejemplo de oficio literario y period¨ªstico y una lecci¨®n de ¨¦tica intelectual. La estructura del conjunto es tan clara como la prosa, que fluye en periodos largos, escritos -se adivina- de un tir¨®n, para no olvidar ni un detalle, para no perder la tensi¨®n, como una corriente que s¨®lo se desborda en momentos de una inevitable desesperanza. Y as¨ª como no hay confusi¨®n tem¨¢tica o abigarramiento informativo, tampoco hay adjetivos que no vengan al caso. Los reportajes son, por supuesto, un testimonio personal, pero la opini¨®n del autor s¨®lo aparece donde debe aparecer, como conclusi¨®n a un hallazgo s¨®lido e incontrovertible. El autor no es el personaje; el personaje es Irak, el pa¨ªs concreto de ayer y hoy. Lo que predomina en esos reportajes es la voluntad de observaci¨®n, una b¨²squeda honesta, incisiva, precisa de la verdad objetiva.
El escritor se hab¨ªa opuesto a la guerra porque no cre¨ªa que pudiese prevenir un mal mayor, y acudi¨® a Irak para comprobar o desmentir esa opini¨®n
Orwell pensaba que el mayor peligro moral de su tiempo era el desprestigio de la verdad objetiva, la incredulidad del p¨²blico y el cinismo de los propios intelectuales en torno a ella. El peligro persiste en nuestro tiempo, y el derrumbe de la Uni¨®n Sovi¨¦tica no contribuy¨® demasiado a disiparlo. Pero, por fortuna, a¨²n hay quijotes dispuestos a creer que se puede saber, que se debe saber. En nuestro idioma, el m¨¢s ilustre es Vargas Llosa. En esta aventura, no exenta de riesgos reales, lo acompa?¨® como escudera su hija Morgana, cuyas fotograf¨ªas -directas, descarnadas, desnudas de todo esteticismo- dialogan admirablemente con el texto. (Las fotos, por cierto, no aparecieron en Reforma).
Vargas Llosa se hab¨ªa opuesto a la guerra porque no cre¨ªa que pudiese prevenir un mal mayor, y acudi¨® a Irak para comprobar o desmentir esa opini¨®n. Lo mov¨ªa, pues, el ¨²nico imperativo ¨¦tico que deber¨ªa impulsar a todo aut¨¦ntico historiador del pasado o del presente: aclararse a s¨ª mismo un trozo de la vida, averiguar por cuenta propia la verdad, escribir para entender. Despu¨¦s de leer estos reportajes, uno tiene la sensaci¨®n de haber estado vicariamente all¨ª, en las mezquitas, los recintos universitarios, las calles, los mercados, los caf¨¦s, los cuarteles, las oficinas. Y estar all¨ª no es s¨®lo acumular informaci¨®n, sino participar de ese viaje con todos los sentidos: amar o detestar la comida, el calor, la sed, el ruido y sobre todo los personajes emblem¨¢ticos que en su conversaci¨®n, sus gestos, creencias y actitudes dan idea de esa ca¨®tica Babel que ha vuelto a ser Irak.
Fe guerrera e intolerante
Dos entregas me impresionaron particularmente: la referida a los creyentes y la que trata sobre los cr¨ªmenes de Husein. Las p¨¢ginas de V. S. Naipul en Among the believers, el clarividente libro que escribi¨® sobre su viaje a Pakist¨¢n, no son superiores en profundidad, detalle y sutileza a las de Vargas Llosa, y ambas llegan a la misma descorazonadora conclusi¨®n: hay algo radicalmente intratable en esta permanencia medieval de una fe guerrera e intolerante, una fe para la que, como ha escrito Martin Amis, "la muerte no es muerte y la vida no es vida". (Incidentalmente, las cr¨ªticas de Vargas Llosa al mesianismo pol¨ªtico israel¨ª y su art¨ªculo m¨¢s reciente contra el oscurantismo hom¨®fobo del Vaticano muestran que su postura no es contraria a ninguna religi¨®n, sino al fanatismo y la intolerancia de las tres religiones monote¨ªstas). Pero acaso la mayor revelaci¨®n fue descubrir en testimonios de primera mano la historia genocida de la dictadura. Aunque las an¨¦cdotas espeluznantes que Vargas Llosa escuch¨® le recordaban las de Trujillo, lo cierto es que los extremos a que lleg¨® Husein s¨®lo son comparables a los de Stalin y Hitler.
Pero, si el largo reportaje es impecable, el valor moral del escritor lo es m¨¢s. Al final de su texto, Vargas Llosa hace una declaraci¨®n que es un portento de incorrecci¨®n pol¨ªtica: "Con lo que he visto y o¨ªdo en esta breve estancia, hubiera apoyado la intervenci¨®n, sin vacilar". Se puede estar o no de acuerdo con ¨¦l en este punto (ambos, estoy seguro, hubi¨¦ramos preferido la sanci¨®n de la ONU, pero la actitud de Francia la habr¨ªa impedido). Lo que es admirable es el compromiso de Vargas Llosa con la b¨²squeda de la verdad, aunque la verdad sea impopular.
Enrique Krauze es director de la revista Letras Libres.
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