El mal
En un momento de pesimismo hist¨®rico escrib¨ª que el bien no existe y el mal probablemente, s¨ª. Tengo hoy menos motivos que ayer para pensar lo contrario y de todas las agresiones intelectuales y emocionales que trasmite el actual desorden internacional, la m¨¢s lacerante es Palestina. Ese conflicto es una herida expresamente abierta para que nunca cicatrice y sea factor de justificaci¨®n de tutelajes, crueldades, represiones, genocidios, exterminio sin soluci¨®n. Ni siquiera prospera el supuesto empe?o Bush de explicar un factor de tranquilizaci¨®n que facilitar¨ªa la paz palestina. Dise?ado primero por el Reino Unido y m¨¢s tarde por los Estados Unidos, como un estado garita vigilante del lago subterr¨¢neo de petr¨®leo de la zona y de todas las teolog¨ªas de la seguridad condicionadas por la guerra fr¨ªa, Israel est¨¢ condenado al papel de centinela terrible, de aterrorizado agente de terror de estado.
La dimisi¨®n de Abu Mazen, primer ministro palestino, demuestra que los radicalismos terroristas, el de los movimientos palestinos emancipatorios y el del propio estado de Israel, dominan la l¨®gica de la situaci¨®n. El poder tampoco vuelve a Arafat. Ser¨ªa m¨¢s justo decir que el no poder ha vuelto a Arafat y que la voluntad pacificadora tampoco depende del viejo gal¨¢pago, sino de una correlaci¨®n de fuerzas subterr¨¢neas que se consideran muy lejos todav¨ªa del final de la tragedia. Arafat reclama que Bush obligue a Sharon a cumplir los muy m¨ªnimos requisitos m¨ªnimo del plan de paz y Sharon responde que la incapacidad del poder palestino para frenar el terrorismo obliga a la r¨¦plica brutal y cotidiana del estado de Israel.
Las religiones que nos afectan, consideran esa zona como privilegiado escenario original de sus coartadas redentoristas. Recientemente visit¨¦ el Santo Sepulcro casi solo, en el inicio de un viaje por Oriente Medio en el que tambi¨¦n estuve casi solo en las mejores ruinas, viaje en el que sobre todo not¨¦ las ausencias. Es decir, los que no hab¨ªan viajado porque temen no s¨®lo las bombas, sino tambi¨¦n el miedo a comprobar la crueldad de todos los dioses. La tortura y la matanza convertidas en virtudes teologales. Sin permiso siquiera de la ONU.
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