Hacer oposici¨®n en Guinea Ecuatorial
Tras catorce meses de cautiverio en el penal de Black-Beach de Malabo, Guinea Ecuatorial, he sido autorizado a recuperar mi libertad, aunque sea provisionalmente. El 2 de agosto, fecha en la que sal¨ª de la c¨¢rcel, era la v¨ªspera del vig¨¦simo cuarto aniversario de la toma del poder, mediante un golpe de Estado, del presidente Obiang Nguema. La provisionalidad de mi liberaci¨®n obedece, por una parte, a que en mi pa¨ªs los oponentes pol¨ªticos somos sistem¨¢ticamente perseguidos y podemos ser detenidos y encarcelados arbitrariamente; por otra, a que los indultos se conceden bajo la condici¨®n de que los agraciados han de pasar diez a?os sin incurrir en hechos delictivos de la misma ¨ªndole que aquellos por los que fueron condenados.
El penal de Black-Beach, que tiene la fama de ser uno de los m¨¢s inhumanos del continente africano, da buena cuenta de la naturaleza ilegal, arbitraria y cruel del r¨¦gimen de Malabo. La primera precauci¨®n de las autoridades carcelarias es intentar despojar a los presos pol¨ªticos de su condici¨®n de personas y reducirlos a meros objetos vivientes. Se trata de hacerles olvidar que en el pa¨ªs existen leyes y algo parecido a los tribunales de justicia, hasta convencerlos de que su vida, su integridad f¨ªsica y moral, y su libertad est¨¢n en manos del presidente de la naci¨®n, quien, por medio de sus colaboradores m¨¢s inmediatos, puede manejar todo a su antojo. Los condenados suelen permanecer en un r¨¦gimen de total aislamiento, de incomunicaci¨®n absoluta, privados no s¨®lo de libertad, sino de otros muchos derechos que el ordenamiento jur¨ªdico nacional garantiza a las personas recluidas.
He estado once de los catorce meses de mi encierro en una celda de poco m¨¢s de un metro cuadrado, sin iluminaci¨®n ni ventilaci¨®n suficientes, encerrado veinticuatro horas sobre veinticuatro, sin poder leer ni escribir. Mi celda s¨®lo era abierta una vez al d¨ªa, durante dos o tres minutos, el tiempo justo para vaciar los excrementos y desechos acumulados. Pasaba semanas enteras sin ver la cara de ninguno de mis compa?eros de infortunio. Se nos obligaba deliberadamente a pasar hambre al prohibir a nuestras mujeres y familiares aportarnos lo necesario para la manutenci¨®n. Durante semanas, nuestra ¨²nica comida consisti¨® en un panecillo diario. Se nos negaba el agua para beber, priv¨¢ndonos de ella durante tres y cuatro d¨ªas. Para lavarnos, era preciso esperar entre diez y quince. Fuimos despojados de cualquier prenda sobre la que se pudiera dormir, ya fueran esteras, mantas, toallas, s¨¢banas e incluso papel o cart¨®n, oblig¨¢ndonos a echarnos sobre el suelo. Un suelo duro, sucio, h¨²medo, enmohecido, por el que se paseaban cucarachas, hormigas, ara?as, ratas y cangrejos, aparte de una plaga de mosquitos que produjo estragos entre los detenidos.
Resulta dif¨ªcil establecer qu¨¦ sufrimiento era mayor, si esas condiciones de vida, los insultos, amenazas y provocaciones de todo tipo de que ¨¦ramos objeto, o la insensibilidad de la que hac¨ªan gala nuestros carceleros neg¨¢ndose sistem¨¢ticamente a ofrecer asistencia m¨¦dica a gente enferma, algunos de los cuales pasaron varios d¨ªas retorci¨¦ndose de dolor en el suelo sin que se les hiciera el m¨¢s m¨ªnimo caso. De hecho, como consecuencia de las torturas recibidas y la posterior denegaci¨®n de asistencia m¨¦dica, perdieron la vida dos de nuestros compa?eros. Nuestra situaci¨®n mejor¨® tras una visita, a finales de febrero de 2003, de una delegaci¨®n de la Cruz Roja Internacional que logr¨® de las autoridades que nos permitieran dormir sobre esteras y que abrieran las celdas dos veces al d¨ªa por un periodo mayor de tiempo. Cuando se produjo el indulto, llev¨¢bamos tres meses fuera de la celda, en una nave corrida, todos los presos pol¨ªticos juntos, con acceso a las visitas familiares as¨ª como a la lectura.
Tras mi puesta en libertad, he vuelto a recibir amenazas. Las primeras, del ministro de Informaci¨®n, en una nota oficial, en la que lamentaba mi salida de la c¨¢rcel; despu¨¦s, del propio presidente Obiang, que en el discurso oficial de apertura de una reuni¨®n celebrada entre el Gobierno y los partidos legalizados establec¨ªa un paralelismo entre mi trayectoria pol¨ªtica y la de Atanasio Ndong Miyono, ministro de Asuntos Exteriores, que fue asesinado por el primer presidente, Francisco Mac¨ªas, al ser acusado de un supuesto golpe de Estado.
En realidad, nuestro indulto, al igual que nuestro encarcelamiento, forman parte de una estrategia pol¨ªtica. Son una argucia del r¨¦gimen para acabar con la oposici¨®n pol¨ªtica en el pa¨ªs, a la que unas veces se golpea de manera despiadada y otras se tienta ofreci¨¦ndole formar parte del Gobierno. Este m¨¦todo ya lo utilizaron conmigo estando en la c¨¢rcel: en un primer momento se me someti¨® a aislamiento e incomunicaci¨®n, pero despu¨¦s me hicieron toscas ofertas de participaci¨®n en un Gobierno del actual presidente. Se trataba de enfrentarme a mis compa?eros de partido, a los que con toda desverg¨¹enza me presentaban como los primeros interesados en que yo permaneciera en prisi¨®n. Al final, las pretensiones se redujeron a la consecuci¨®n de un pronunciamiento por parte de mi partido, el CPDS, agradeciendo al presidente mi puesta en libertad. Nuestra respuesta fue tambi¨¦n negativa. Ello explica, en parte, que el decreto de gracia presidencial se anunciase oficiosamente en varias ocasiones sin que llegara a materializarse en el ¨²ltimo momento.
La reciente reuni¨®n entre el Gobierno y los partidos pol¨ªticos coaligados con ¨¦l ha mostrado una vez m¨¢s la incapacidad de Obiang Nguema para establecer un di¨¢logo sincero y profundo capaz de mejorar el actual estado de cosas en el pa¨ªs. El Gobierno s¨®lo ha accedido a una discusi¨®n muy superficial de las propuestas de reforma de cuatro leyes b¨¢sicas: la reguladora de las elecciones, la reguladora de los partidos pol¨ªticos y la referente a su financiaci¨®n y la de reuni¨®n y manifestaci¨®n. Se neg¨® a discutir, en cambio, otras propuestas de reforma como las tocantes al poder judicial y la administraci¨®n de justicia que, seg¨²n el r¨¦gimen, no tienen nada que ver con la democracia y el Estado de derecho a la "ecuatoguineana". Tambi¨¦n rechaz¨® la posibilidad de discutir otras leyes b¨¢sicas, como las de libertad sindical, la de asociaci¨®n, la de prensa e imprenta... Y, sobre todo, se neg¨® a promulgar una ley de amnist¨ªa que permitiera la puesta en libertad de los presos pol¨ªticos y el retorno de los exiliados.
La reuni¨®n tuvo lugar en mi ciudad natal, Mbini, en la regi¨®n continental. El r¨¦gimen aprovech¨® mi participaci¨®n en ella, reci¨¦n salido de la c¨¢rcel, para enviarme un grupo de quince de los principales jefestradicionales y presidentes de los consejos de poblado de la localidad, todos del gubernamental partido del presidente (PDGE) y aut¨¦nticos azotes de CPDS en el distrito. Su objeto era presionarme haci¨¦ndome responsable, por mi persistente oposici¨®n al r¨¦gimen y consecuente negativa a participar en el Gobierno, de la discriminaci¨®n y marginaci¨®n pol¨ªtica, social y econ¨®mica de que es objeto Mbini. Una localidad en cuyas costas se est¨¢ explotando petr¨®leo desde hace unos a?os sin que los naturales del lugar tengan siquiera la posibilidad de un puesto de trabajo en las empresas petrol¨ªferas americanas que all¨ª operan, que, por otra parte, no han sido autorizadas a establecer ni sede, ni oficina, ni infraestructura de ning¨²n tipo, con la perversa intenci¨®n de impedir a los lugare?os beneficiarse siquiera de las migajas que de ello podr¨ªan derivarse. "No sigas perjudicando a tu distrito, som¨¦tete al presidente, haz como los l¨ªderes de los dem¨¢s partidos pol¨ªticos del pa¨ªs", concluyeron los viejos pedegistas del distrito, quienes dos d¨ªas despu¨¦s se trasladaron a Bata para dar cuenta de la gesti¨®n a su mandante, que la agradeci¨® con una donaci¨®n de cinco millones de francos CFA (unos siete mil quinientos euros).
Esta actuaci¨®n del r¨¦gimen es reveladora de uno de los usos que hace del dinero procedente de la explotaci¨®n de los recursos petroleros: la compra de voluntades y el sometimiento pol¨ªtico de individuos, familias y comunidades enteras; primero, a trav¨¦s de su empobrecimiento y reducci¨®n a la extrema miseria para, tras ello, exigirles una sumisi¨®n absoluta a cambio de recibir algunas prebendas o unas migajas. ?ste es el proyecto pol¨ªtico del r¨¦gimen. Cooptar a los dirigentes de todos los partidos pol¨ªticos del pa¨ªs (hasta ahora s¨®lo resiste CPDS) y formar el mal llamado "Gobierno de unidad nacional", quiz¨¢s m¨¢s bien de corrupci¨®n nacional, cuyos miembros -actualmente unos cincuenta para una poblaci¨®n de apenas 500.000 habitantes- tienen como ¨²nica preocupaci¨®n amasar inmensas fortunas personales, sumiendo a la poblaci¨®n en la ignorancia y la miseria como m¨¦todo de garantizarse el dominio y el control pol¨ªtico sobre ella.
Por desgracia, estos desprop¨®sitos -que se considerar¨ªan aut¨¦nticas aberraciones en cualquier parte del mundo- son contemplados con pusilanimidad, complacencia e incluso animados por algunos representantes de la comunidad internacional, m¨¢s concretamente por algunos sectores pol¨ªticos de pa¨ªses como Espa?a, Francia y Estados Unidos, empe?ados en ver en ellos alg¨²n car¨¢cter espec¨ªfico ("cultural") de lo africano. No dudan en colaborar en el debilitamiento de la oposici¨®n pol¨ªtica bas¨¢ndose en el falaz argumento de que una oposici¨®n fuerte representa la antesala de un enfrentamiento pol¨ªtico que necesariamente conduce a situaciones de violencia y desestabilizaci¨®n que estorbar¨ªan la explotaci¨®n pac¨ªfica de nuestros recursos petroleros.
Siempre he luchado por una transici¨®n pac¨ªfica de mi pa¨ªs hacia la democracia, y ello me ha costado la c¨¢rcel y la tortura. Algunos de mis compa?eros se han dejado la vida en el intento. Si hoy quiero dar a conocer la dureza de la experiencia que me ha tocado vivir como preso pol¨ªtico en las c¨¢rceles de Obiang es con un ¨²nico prop¨®sito: el de recordar que los africanos en general, y los guineanos en particular, tenemos derecho a la democracia. La comunidad internacional tiene que saber que, pese a la brutalidad del r¨¦gimen que padecemos, pese a la humillaci¨®n y la violencia a la que nos somete cada d¨ªa, nuestro compromiso con la libertad es y ser¨¢ siempre tan inquebrantable como pac¨ªfico. Y de ah¨ª la escalofriante dimensi¨®n de un drama como el nuestro, ante el que un pa¨ªs como Espa?a, al que muchos de nosotros debemos gran parte de lo que somos, no puede seguir cerrando los ojos y fingiendo una incomprensible y c¨®mplice ignorancia.
Pl¨¢cido Mic¨® es secretario general del partido Convergencia para la Democracia Social (CPDS), el partido m¨¢s importante de la oposici¨®n guineana. Encarcelado durante catorce meses tras el juicio-farsa celebrado en el cine Marfil de Malabo, en mayo de 2002, ha sido indultado a principio del pasado mes de agosto.
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