Tribulaciones (a?o 2003 d. C.)
S¨¢bado 30 de agosto. Son casi las nueve p. m. y tras el necesario periodo de duda (si no hay nada que decir, es preferible callarse) me decido a reiniciar mis peri¨®dicos ejercicios de complicidad impl¨ªcita con los lectores de EL PA?S-Valencia, confiando en que, por lo menos, se distraigan y diviertan en alguna medida. Porque cambiar, lo que se dice cambiar mentes, discursos, clich¨¦s o acontecimientos es vana pretensi¨®n.
El lunes, todos al cole. Bueno, yo, a medias, porque este caluroso agosto que me he pasado de guardia en la languideciente ciudad me ha obsequiado con alguna que otra aver¨ªa y, como los galenos me han enviado al taller, mi aterrizaje ser¨¢ forzosamente suave. Suave pero no agradable porque leer la prensa no estaba dentro de las prohibiciones y desde el domingo 24 de agosto observo apesadumbrado c¨®mo se ensaya con frenes¨ª la ¨®pera para bombo y platillo de Miticovich que lleva por t¨ªtulo Maragall el Ominoso. ?pera que ser¨¢ puesta en escena por populares sopranos, bar¨ªtonos, tenores y mezzo sopranos de la agrupaci¨®n Picarol, corriendo la interpretaci¨®n de la partitura a cargo de la Orquesta Filarm¨®nica de Fuerzas Vivas de Valencia dirigida por el maestro Elegido y acompa?ada por el coro de Plumillas Afectos a la Causa (PAC).
Me invade el pesar al comprobar que los ensayos anuncian el fin de la primavera de Camps (yo tambi¨¦n ten¨ªa alguna esperanza) y la llegada (con o sin gota fr¨ªa) de un oto?o preelectoral (con candidato reci¨¦n revelado por ?l Es Quien Es ) en el que estupideces y manipulaciones suelen pugnar por la pole position.
Pero mi congoja se acrecienta cuando compruebo que en la partitura de la ¨®pera no hay ningun allegro, ni siquiera un allegro ma non troppo y que el tema que la inspira es rancio hasta la saciedad. Se trata tan s¨®lo de variaciones en mi bemol del tema que ya hace m¨¢s de veinte a?os compusieron los maestros Attard, Broseta y Abril Martorell y que ha dado origen a un sinn¨²mero de ¨®peras, operetas, zarzuelas y conciertos para banda y orquesta. On connait la chanson y, por tanto, nada nuevo. Otra m¨¢s de lacerante provincianismo y rentable manipulaci¨®n medi¨¢tica.
En el libreto, el hilo argumental es de una simplicidad dif¨ªcil de igualar. El p¨¦rfido Maragall, enloquecido por sus ansias de poder, trama la intriga de Ciutadans pel Canvi con la que casi logra sus prop¨®sitos. Vencido y resentido, jura ante la tumba de sus antepasados que no cejar¨¢ en el empe?o y estudia una jugada en dos movimientos: resucitar la legitimidad de la Corona del Reino de Arag¨®n a cuyo cetro aspira y, a continuaci¨®n, convencer a su titubeante familia de que s¨®lo la ambici¨®n es premiada por la historia y que es la Eurorregi¨®n del Mediterr¨¢neo Noroccidental el reino que hay que conquistar. Pero el Se?or de la Libreta Azul se percata del peligro y env¨ªa todas sus legiones disponibles capitaneadas por los fieles capitanes valencianos Carls y Berg que abortan por segunda vez los planes de Maragall quien, cansado y envejecido, se retira a su castillo de la Fageda de Joan.
?pera, como puede comprobarse, de gran pobreza argumental a la que, sin embargo, y vistos los precedentes, se le augura un gran ¨¦xito de p¨²blico. Su presentaci¨®n p¨²blica a los medios de comunicaci¨®n en Altea ha superado cualquier previsi¨®n estando asegurado el lleno del recinto y habiendo llegado la reventa a precios exhorbitantes.
La verdad es que no es por no ir pero me perdonar¨¢n mis preclaros gobernantes si declino la invitaci¨®n al acto. Sobre todo porque, como pasa con el gui¨®n en las pel¨ªculas, si ¨¦ste falla es pr¨¢cticamente imposible hacer una buena pel¨ªcula por muchos efectos especiales que se pongan al servicio del ¨¦xito del film. Incluso una buena interpretaci¨®n no salva la papeleta.
Pero eso lo saben los expertos, como tambi¨¦n saben c¨®mo se convierte en ¨¦xito una mala pel¨ªcula o una mala ¨®pera. La opini¨®n p¨²blica, como la tierra, para el que se la trabaja. Y en estas lides son muchas ya las derrotas. Es in¨²til exponer argumentos de sentido com¨²n, demostrar que en Europa las eurorregiones transnacionales son legi¨®n, que el mism¨ªsimo Fraga puso su firma en un proyecto conjunto de Galicia con Portugal. Es in¨²til recordar que las eurorregiones las crean y conforman la din¨¢mica econ¨®mica y social y no los gobernantes y que ¨¦stos s¨®lo pueden potenciarlas o poner piedras en el camino. Es in¨²til intentar convencer a la sociedad valenciana que ya forma parte de esa eurorregi¨®n y que tenemos mucho m¨¢s que ganar en ese proyecto que en cualquiera de las ?alternativas? conocidas.
Es in¨²til intentar convencer de la bondad del proyecto a gentes cuyo ¨²nico objetivo es que todo est¨¦ a menos de tres horas de Madrid, aunque eso sea a costa de que la periferia soporte costes inexplicables e injustificables cuando es una evidencia que el Arco Mediterr¨¢neo, el eje del Ebro y Euskadi son los territorios m¨¢s din¨¢micos del Estado. Es in¨²til intentar convencer a quien no quiere de que le convenzan que la Constituci¨®n no es la Biblia, que fue un pacto muy ¨²til en su momento pero que, al igual que la Mostra de Venezia, es una vecchia signora que necesita un lifting, en la acreditada opini¨®n de su director. Todo es in¨²til salvo que, por una de aquellas chambas de la historia, a los ciudadanos les d¨¦ por percatarse de la manipulaci¨®n a que son sometidos y que lo l¨®gico es que Espa?a sea un estado federal y que en la Uni¨®n Europea haya eurorregiones trasnacionales porque las fronteras estatales cada vez tienen, precisamente, menos l¨®gica. Y es l¨®gico que la izquierda (y el personal un poco le¨ªdo) defiendan un modelo federal porque la historia (no la que a veces ense?an) as¨ª lo sugiere y aconseja. Todo es in¨²til y l¨®gico. Y m¨¢s dif¨ªcil en este mi pa¨ªs en el que, al final, todo se traduce a un est¨²pido y paralizante peligro catal¨¢n. Les ofende que otros piensen y se refugian en la Constituci¨®n, en "a nosotros nadie nos tiene que decir qu¨¦ tenemos que hacer", en incre¨ªbles descalificativos como que "el federalismo es un callej¨®n sin salida" o "la propuesta de Maragall es una majader¨ªa" o en lo que haga falta. Haciendo gala de un provincialismo servil, la derecha valenciana, que mantiene sin sonrojarse la letra del himno regional, se apresta a "ofrenar noves gl¨°ries a Espanya", conjurando el peligro catalanista. Podr¨ªa concluir estas reflexiones con unos cuantos textos magn¨ªficos de Joan Fuster. Nos guardaremos tan preciado tesoro para contestar al deseado discrepante. Pero podemos utilizar una frase que Fuster suscribir¨ªa a pies juntillas: "Hem de lluitar en un mot, contra l'onada de provincianisme que ens ha enva?t i ens envaeix, que ¨¦s una onada de ignor¨¤ncia, d'incuriositat i d'indifer¨¨ncia". El autor (Josep Pla 1962 ) no es precisamente venerado por la izquierda. Pero, a veces, dec¨ªa verdades como templos. Lo que pasa es que, como dice un amigo m¨ªo, luchar por lo evidente es tremendamente agotador.
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universitat de Valencia.
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