Pintada
Lo cierto es que la inscripci¨®n resultar¨ªa c¨®mica y despertar¨ªa m¨¢s de una carcajada si no fuera por todos los r¨ªos de sangre, los incendios y las tormentas que esconde bajo su superficie. En las fotograf¨ªas que han difundido ciertos medios de prensa resulta perfectamente legible; bajo el crism¨®n, ese signo en forma de aspa que se repite junto al cordero en tantas catedrales medievales y que en los primeros tiempos sirvi¨® de logotipo a los cristianos que se hacinaban en las catacumbas, ocho l¨ªneas proclamaban solemnemente: "No mezquita en un barrio cristiano. Bendita sea la santa sangre de miles de m¨¢rtires cristianos moz¨¢rabes v¨ªctimas de la intolerancia integrista de Al-?ndalus y de los posteriores reinos de Taifas". Alg¨²n despistado podr¨ªa pensar que se trata de una leyenda conmemorativa mandada grabar por Felipe II o Torquemada en memoria de todos aquellos que dieron su vida por la verdadera fe, es decir, la de los clavos, los palos con brea y los cilicios; pero no, si uno se aproxima y observa m¨¢s atentamente el muro del Arco de Pesas, monumento del siglo XIV que se encuentra en Granada, descubrir¨¢ que el responsable del texto no es un buril ni el ¨®leo, sino un vulgar rotulador o un chorro de acr¨ªlico, y que a pesar de los remotos hechos de los que se ocupa seguramente fue perpetrado apenas un par de d¨ªas atr¨¢s.
Por lo general, las pintadas callejeras con himnos xen¨®fobos suelen ser m¨¢s apresuradas, astrosas y obvias que esta extra?a lecci¨®n de Historia al rev¨¦s. Se tiene la impresi¨®n de asistir a la obra de un mani¨¢tico profesor franquista, de aquellos que empleaban sin atragantarse palabras tan indigestas como Reconquista o Imperio, o de un fraile desquiciado al mejor estilo de los vodeviles de ?lex de la Iglesia. Parece dif¨ªcil tomarse la pintada en serio si no fuera, repito, por el caudal de truenos y de sonido de cuchillos que oculta en su vientre. Ex¨®tica o no, se trata de la misma intolerancia de siempre, la del pogromo, la de los urinarios separados, la de la soluci¨®n final, la de los muros, en Berl¨ªn y Palestina, la de las lenguas obligadas al silencio. Lo que me resulta tan siniestro como revelador es que de nuevo toda esa propuesta de pureza y de fuego aparezca enredada con s¨ªmbolos cristianos, hablando de m¨¢rtires y cruzadas, tratando de conculcar el derecho de los musulmanes de Granada a asistir a su templo como cualquier creyente, ya sea en Dios o en el bingo. A m¨ª esto me ha hecho recordar las recientes luchas del partido conservador europeo por incluir en el pr¨®logo de la nueva constituci¨®n de la Uni¨®n el corolario de que nuestra Historia y nuestras tradiciones, lo mismo aqu¨ª que en Helsinki, son preeminentemente cristianas, que Europa es un continente cristiano. Ciertamente Aznar y sus secuaces, como Berlusconi, Chirac y tantos, obvian la aportaci¨®n del juda¨ªsmo a la cultura europea, el trabajo diario de los inmigrantes hind¨²es y mahometanos que est¨¢n ayudando a alzar un medio econ¨®mico resquebrajado por los ¨ªndices de natalidad, la filosof¨ªa, la ciencia y el arte que hizo de Al-?ndalus un lucero en medio de un mundo bronco y turbio, donde las br¨²julas a¨²n no permit¨ªan a los nav¨ªos alcanzar puertos seguros. Por lo dem¨¢s, si se trata de reclutar m¨¢rtires, encontraremos una buena porci¨®n de ellos con s¨®lo mirar en el interior de cualquier idea, por tonta o abstrusa o in¨²til que nos parezca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.